Capítulo 47

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Son las dos de la madrugada y mi teléfono está sonando constantemente, sinceramente quería ignorarlo apagarlo pero el nombre de Christian ilumina toda la oscura habitación, en ese momento fue cuando me puse nerviosa, él nunca había hecho este tipo de llamadas, y mucho menos un día de semana.

Su respiración se escuchaba acelerada, pero además de eso nada.

—¿Christian? ¿Qué pasa? –la llamada se corto

Mi preocupación se fue hasta las nubes, lo volví a llamar, pero nada, me enviaba al buzón de mensajes, espere diez minutos, ninguna llamada en mi teléfono, no tenía idea donde era su casa, donde podría estar, o con quien, o haciendo que, y aunque no quería me atreví a marcar el número de Elijah.

El teléfono repico tres veces, nada, volví a marcarlo, nada, atiende por favor, por favor, esta vez al segundo tomo fue tomado, una voz gruesa, carrasposa, hablaba con mal humor.

—¿Qué quieres? –no me importaba su mal humor

—¿Sabes dónde está Christian? –pregunto algo desesperada

—No, ni tampoco me importa ¿ya me puedo dormir otra vez? –no imbécil, cuando iba a contestar me interrumpió – ¿Qué día es hoy?

—Inicios de diciembre –se quedó en silencio – 5 de diciembre

—No puede ser, ¡mierda! Como lo puede olvidar –se escuchó a lo lejos

—¿Qué pasa? –nada –Elijah ¿Qué pasa? –repetí

—Es una fecha mala para Christian, tengo que salir a buscarlo –me dijo

—Yo voy –escuche su suspiro pero también sabía que no quería pelear

—Ya voy por ti

Me cambie corriendo, salí de mi habitación silenciosamente probablemente mi padre no me dejara salir a estas horas y menos con Elijah, pero aún menos por los inicios de la temporada, la puerta principal la abrí con el cuidado más grande, solo Dios sabrá como hice para ese enorme bloque de protección no sonara.

Una camioneta idéntica a la de Christian se asomó por el portón, fui corriendo hasta allí pidiéndole al guardia que me dejara salir, Elijah estaba más serio de lo normal, posiblemente tuviera algo pero preferí no hablar, es bastante temprano para ser una fastidiosa.

El camino se hacía cada vez más largo, la verdad nunca había pasado por aquí, pero eso es normal, nunca salgo, se empezaron a ver lapidas, arboles gigantescos, era un cementerio, estaba descuidado, la maleza estaba alta, a lo lejos se observaba la única camioneta de la calle, voltee a ver a Elijah, y él ya me estaba observando a mí.

—Se supone que él tenga que decírtelo –se refería a Christian, mientras se estacionaba tras de su carro –pero en esta fecha, cada año, él viene a llorar su tumba, es la única que es cuidada, Christian pago todos los gastos, e incluso paga todo lo que tenga que ver con la familia

—No entiendo nada –confesé

—Él te dirá, pero tenemos que ir a ayudarlo ahora –se bajó del auto, copie su acción

Elijah conocía el camino, pasamos cientos de lapidas, todas descuidadas, me dolió al pensar en mi madre, yo habría hecho lo mismo si Christian no me hubiera dicho que mejor era esparcir sus cenizas cerca en su lugar preferido, la montaña, como la extrañaba, dicen que se aprende a vivir con el dolor pero que nunca se va.

El cuerpo de Christian se destacaba justo al frente de una lápida, en su mano derecha había una botella vacía, mientras más me acercaba más destruido se veía, más me dolía, Elijah paró dos lapidas antes, los ojos de mi amor estaban rojos, oscuros, cansados, cuando me vio creo que se sorprendió, hasta que vio a Elijah su mirada fue más de traición, como si no quisiera que lo viera así.

—¿Qué haces aquí? –lo dijo de la manera más fría

—Estaba preocupada por ti, tuve que llamar a tu hermano, no contestabas mis llam... -me interrumpió

—No la tenías que traer aquí, llévatela, ¡ya! –esta vez estaba dirigido a su hermano

Me dolía verlo así, pero más aún me dolía saber que no quería que lo ayudara, él siempre lo hacía, era la persona que me volvía más fuerte, que curaba mis heridas, que creé en mi cuando ya nadie está, no puedo dejarlo, no lo voy a dejar, no ahora.

—No me voy a ir –detrás de mí se escuchaba como Elijah susurra que nos fuéramos

Cada vez me acercaba a él, pero era como si no lo notará, quería abrazarlo, hacerle entender que solo lo quiero ayudar, cuando estaba tan cerca podía escuchar su corazón agitado, el bombardeo que el mismo provoca, las lágrimas caían sin autorización, como reflejo mi mano toco sus mejillas y las secaba.

Era, justo en ese momento, un niño que gritaba ayuda, en el volumen más alto, sin embargo, nadie lo escuchaba, todos estaban demasiado ocupados en ellos mismos, pero yo, yo tengo suficiente tiempo libre para él, para curar sus heridas, sanar su alma, alejar a sus demonios. Yo estoy lista para batallar.

Pensé que yo sería la que lo tenía que obligar a abrazarme, pero no, un gran peso estaba encima de mí, llorando desde lo más profundo de su alma, ¿Cómo lo sé?, a menudo yo también lo hago. Me duele escucharlo llorar de esta manera, mi mamá siempre dijo que cuando un hombre llora es porque algo grande está sucediendo, estoy de acuerdo.

Espere que se calmara, y que al mismo tiempo yo también lo hiciera, no pude evitar llorar junto a él, aunque me haya repetido que tenía que ser la fuerte en este momento, pero me decepcione, sin embargo fue imposible no hacerlo, su abrazo fue tan necesitado, agradecido, gritaba todo tipo de fuertes emociones, al punto que yo las sentí a cada una.

Estaba en la maleza sentada junto a Christian, dando el tiempo necesario para que empezara a hablar, Elijah estaba en la camioneta dormido esperando a que lo levantara para irnos, la mano de Christian estaba entrelazada con la mía, siento que él buscaba las palabras correctas para decir las cosas.

—Me odiaras después de esto, te alejaras de mí y te iras –dijo, yo negaba pero sin embargo no me dejo hablar –pero quiero que sepas de mí, sé que todo el tiempo te preguntas porque no conoces mi casa, a mis padres, porque nunca digo nada de mí y tú siempre hablas de ti, la cosa es que –suspiro – ¿recuerdas cuando me preguntas si yo había matado a alguien? –claro que lo recordaba –hace algunos años cuando tenía 15, mi padre nos llevó a Elijah y a mí a uno de sus almacenes abandonados, había toda una familia amarrada en sillas, casi moribunda, no entendía nada hasta que me puso una arma en mi mano, no sabía lo que quería de mí, pero si cuál era su objetivo, no hay un personaje más frívolo en este mundo que ese bastardo –cada palabra escupía odio puro, sin embargo yo supe desde el principio a donde iba todo –me dijo que podía matar al que quisiera, yo no quise hacerlo, te lo juro –me decía dolido –pero él tomo mi mano y disparo, mis ojos estaban cerrados hasta que escuche gritos, gritos de una familia a la que ¡yo acabe! –grito –mate a su hijo, su hijo de 5 años, destruí la vida de alguien que no tenía culpa de nada

—No fuiste tú Christian, fue tu padre –le susurre mientras lagrimas caían desde mis ojos hasta la maleza

—Yo permití que hiciera eso, todos los años en este fecha vengo, le pido perdón en todos los idiomas que conozco, en todas las formas que me enseñaron –sonrió tristemente –su familia no me odia, y no sé cómo no puede hacerlo –se dijo a sí mismo –si yo mismo me odio 

Ciega de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora