CAPÍTULO 12

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Ordenes, ordenes y ordenes. Todos creen que pueden darlas a cualquier persona, a veces ni siqiuiera son consientes de ellas, pero yo las odio. Nadie debería siquiera plantearse el darme ordenes.

     Disipo mis ganas de golpearlo mientras me adentro en borrachos. Localizo a Mike hablando en una esquina sin camisa. Era de esperarse de él que le valiera madres ser visto así.

—Mike, gracias por invitarme pero ya me tengo que ir —le avisé para que después no me llame. Quiero ir a dar un recorrido sin interrupciones. Doy medio giro para marchar, pero él me lo impide tomándome del codo para después hacerme mirarlo.

—¿Qué paso? —Preguntó, preocupado. Suspiro.

—El idiota de mi hermano está aquí, que él te explique. —Recuerdo algo antes de irme—. Ah, y dile que estas son las llaves del carro—le entrego las llaves y me suelto de su agarre para caminar a la salida.

     Al cruzar la puerta de la casa no tardo en comenzar a correr por la calle hasta que encuentro un lugar donde nadie me ver convertirme en aire.

     Vuelo derecho sin ningún rumbo fijo, lo único que quiero es desconectarme un momento de todo. No es algo nuevo.

    En general, odio que alguien se crea el dueño de mi vida. Es mi vida, mis consecuencias, no las suyas.

     Pero me enoja más que tener sexo con Mike haya sido sólo eso, "sexo". En mi cabía la pequeña esperanza de que él me hiciera sentir en las nubes con un sólo toque; que me hiciera sentir amada y segura; que su simple presencia me hiciera no querer separarme de él.

     Pero eso no pasó. La única diferencia que hubo fueron esos pequeños gemidos porque en todas las veces que he tenido sexo no había gemido (sólo la vez que le entregue mi virginidad). Lastimadamente, esos gemidos eran sólo deseo, un deseo tan grande que no he sentido con nadie más. Supongo que el que fuera mi mejor amigo y que aún lo siga amando, tiene mucho que ver.

      No me he enamorado de nadie en mi vida, y en comparación de otras personas, yo anhelo con todo mi corazón hacerlo. He conocido a chicas que odian el amor, otras que no lo esperan ni lo buscan, otras que son felices pensando que nunca les llegara, pocas que lo buscan como yo. Es una necesidad que me va consumiendo, enterrándome en el sexo.

      Tal vez me rompan el corazón, pero ¿y eso qué? Yo sólo quiero sentir esas dichosas mariposas en el estómago que me hagan querer vomitar, pero que solo una persona sea capaz de seducir. Quiero ser capaz de despilfarrar mi orgullo sólo por estar con esa persona. Quiero sentir celos de ver a ese chico hablando con otra. Quiero que cuando este cerca de él me sienta valida y amada, o al menos perdida en un remolino de sentimientos no correspondidos. Quiero vivir el enamoramiento aunque sea por sólo una temporada.

Malditos CazadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora