CAPÍTULO 65

104 8 16
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Me rio sin vergüenza del chico al que aventamos en medio. Está tan borracho que podríamos meterle un palo por el culo y a él ni siquiera le incomodaría. La situación se vuelve aburrida cuando cae inconsciente al sucio piso. Nos dispersamos de nuevo, desinteresados.

Tomo otra botella de tequila y trago directamente. Voy por la mitad, sintiéndome toda una heroína por mi gran talento para beber. No quiero que mi estado de borracha se vaya.

-¿Tú quieres ahogarte en alcohol? -Bajo la botella, entre cerrando los ojos al chico parado en la entrada de la cocina.

-¿Tú quieres probar que tan maciza es esta botella? -Rueda los ojos y camina a mí, con pasos ligeros. Podría volar si se lo propone, yo lo ayudaría, lanzándolo por la barranca.

-No deberías beber tan rápido, a menos que quieras que la fiesta se te termine antes de tiempo.

-Oh, ¿tanto te preocupa mi diversión?

Abro la boca, fingiendo sorpresa y, atrevida me comienzo a beber todo lo que queda del maravilloso contenido. El líquido se combina con mi desgastado elemento agua, así que enseguida recibo el mareo. Estoy de verdad alcoholizada, me encantaría no pensar tanto.

-Vas a chocar con...

-Uhh... -Me sofoco un poco, con el pico de la mesa en mi abdomen-. ¡Muévete, estúpida mesa! -La estúpida se ríe de mí, ah no, no es la mesa, es el chico al que le parecen chistosas mis blasfemias.

-¿Quieres ir a la alberca? -Le sonrío viendo su entrepierna. Quiero una visión mejorada, con la que pueda ver debajo de la ropa. Las aplicaciones en los celulares nunca me funcionaron.

-No tengo nada más interesante qué hacer.

Conmigo colgada de su brazo, llegamos al pozo con agua. Las luces iluminan su transparencia, mientras se crean débiles olas. Las palmeras protagonizan el potente viento y mi cabello se hace mierda con sus violentas corrientes.

Tambaleante, me quito mis zapatos para meter mis pantorrillas a la alberca. El agua está caliente, tanto como el sofocante clima. Poco a poco resbalo mi trasero por el borde, dispuesta a sumergirme.

-Para, después yo no seré quien te saque de ahí.

-No necesito que lo hagas.

Me impulso, cayendo hasta que mis pies tocan los cuadrados azulejos y el agua me saca dos cabezas. Trago agua sin pensar, así que se atora desastrosamente en mis pulmones. Agotar ese elemento no fue tan bueno. Desesperada, floto a la superficie y él me saca de un jalón. Con un apretón en el pecho expulso todo el mal de mi cuerpo.

-Tontita, las borrachas nunca deben entrar a una piscina. -Me retuerzo de la risa.

-Creo que me tragué un pez. -Tomo mi garganta.

Malditos CazadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora