CAPÍTULO 33

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Me quedo observando la agilidad que tienen las chicas para subir una sobre otra, elevando el su altura a una pirámide de cuatro plantas. Alex me nombró co-capitana, de esa manera se desplazó a Rox, ahora ella escala ocupando mi lugar en la estructura triangular. Acepto que estoy atemorizada, nunca he sido la de la cima.

      La capitana no quiere subir porque podría caer y matar a mi sobrina, así que aquí estoy yo para hacer de sacrificio. Con cuidado, voy apoyando mis pies, para asegurarme de no pisar muy fuerte ninguna cabeza. Después de laboriosos minutos, alcanzo el vértice superior. Controlando mi inseguridad, adquiero una postura recta.

      Ni siquiera sé cuál es mi propósito. Pero si me ponen a saltar terminaré con el mismo aspecto de la kétchup después de desplomarse.

—¡Déjate caer! —Cuando pensé que me apreciaba me sale con estas cosas—. ¡Y tienes que dar piruetas mientras lo haces! ¡No pierdas la postura! ¡Y recuerda mantener bien estiradas tus rodillas y brazos!

      Arrastran dos colchonetas a donde se prevé mi aterrizaje. Que consideradas, de verdad que se preocupan por mi seguridad emocional.

—No seas chillona, Nancy —me susurré.

      Temblorosa, me encargo de atascar mis pulmones de aire. Abro mis brazos a mis costados, cierro los ojos y me desnivelo para que la gravedad haga lo demás. Doy dos giros perfectos. Por instinto mis rodillas se extienden, induciendo a que me sostenga de mis piernas así al probar las colchonetas. Error. Mi cuerpo se desmorona. Mis rodillas no tardan en rabiar, la idiotez me hostiga. ¿A quién se le ocurre no flexionar después de saltar de una altura tan alta?

       Evado mis lágrimas. Voy a morir.

—¡Nancy!—Alex se acerca con las demás chicas, la pirámide no tarda en deshacerse.

—¿Estás bien? —Una chica me mira impactada.

—Divina. —Cierro mis ojos. Alguien está martillando mis rodillas. Alarmada las examino, pero no hay ni un martillo en ellas.

—No estás bien. —Me levantan. No me dejan apoyarme sobre mis estropeadas extremidades—. Pudo ser peor.

—Sólo necesito ir al baño.

       Cuando dejan mi trasero en el lavamanos, hipnotizo a Molly y Rox, obligándolas a dejarme sola con Alex. Mi amiga se encarga de explorar el área, comprobando que está vacía. Creo una gran esfera de agua entre mis dos manos. Brilla al estar cerca de mi lesión.

—¿Y qué pasa con Tyler?

       Hoy es viernes, más de una semana desde la noche en que hablamos. Nuestra relación cambió. Ahora besarnos es cosa natural, y eso me excita tanto a veces que él es el único capaz de detenerse antes de que mi reacción sea angustiante.

Malditos CazadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora