CAPÍTULO 59

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Narra Tyler

—¡Tyler! —Mi tía se abalanza contra mí, con ese aire maternal que tiene a falta de nunca haber sido madre. No le regreso el abrazo, pero su entusiasmo no desaparece cuando me suelta. Su sonrisa de "Mi vida es perfecta" me provoca nauseas, más que en cualquier otro momento.

—¿Dónde está mi tío?

        Lo busqué en la sala, sin embargo estaban todos menos él, y ahora que estoy en su oficina, me encuentro con mi tía la solterona de la familia.

—¿Guillermo? —Asiento—. Mmm, estaba aquí con Rox. Pero cuando llegué... ¡Oh, cierto! —Sus ojos se iluminan junto con su mente, ella es la única de la familia que siempre se negó a ser cazadora, evitó su destino porque siempre se consideró torpe, aunque mi madre solía decirme que no me dejara guiar mucho por la apariencia de su hermana.

—Aja... ¿qué es eso que recordaste?

—Me dijeron que si te veía te dijera que te esperaban en la bodega tres. —Satisfecho, giro para ir hacia allá, pero su mano sostiene parte de mi camiseta, deteniéndome—. ¿Estás bien? —Sus claros ojos me transmiten una preocupación asfixiante, no me gusta que ellos se preocupen por mí o se metan en mis asuntos.

—No te importa. —Tironeo mi playera y me suelto sin siquiera voltear, pocas veces es entrometida, desafortunadamente suele ser esas veces que no quiero hablar con nadie.

—Sabes que tu padre no hubiera deseado que siguieras las reglas, ¿verdad?

—No sabes nada de él, siempre lo hicieron a un lado.

        Logro salir de ahí sin otra detención. No tiene derecho a mencionarlo, ni siquiera lo conoció, para los cazadores convivir con un controlley es tan malo como nacer sin un escudo. Por ello no aceptaron a mi padre. Así que aceptar a Mike en mi vida, sin importarme que fuera controlley, fue como algo que le debía a mi padre. Ahora aceptar a Nancy, sería una traición después de lo que ella provocó.

      Mi familia actúa como si yo no pasara por enfrente de ellos, pero sé que me ponen más atención de la deseada, cuidando cada estúpido paso que doy. No me voy a tropezar y abrirme la cabeza.

       Salgo al patio trasero, es inmenso, me pregunto qué tantos secretos se esconden en esta casa gigante, nunca termino de explorarla porque nunca duro mucho tiempo aquí. La bodega tres tiene su número correspondiente en un rojo opaco que resalta en su pared blanca. Me detengo abruptamente para evitar chocar con dos de mis primitos que se corretean disparándose con pistolas reales, si son lo suficiente idiotas, terminaran matándose y ni el chaleco antibalas los salvara.

—¡Hey! Denme esas pistolas. —Miro como su padre los mira con seriedad y extiende sus manos para recibir las armas.

        Los niños, asustados se las entregan. No es la primera vez que hacen de las suyas, esas pistolas eran del tatarabuelo de mis tíos, pero a ellos les parece un juguete. Mi tío saca una navaja de su bolsillo y sin vacilar, deja una cortada sangrienta en las mejillas de sus hijos.

Malditos CazadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora