CAPÍTULO 57

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—Despierta, preciosa. —Siento sus labios presionándose en mi hombro. No me muevo, sólo reniego con la boca. No hay nada que me obligue a levantarme aún, es súper temprano.

—Déjame dormir. —Escucho su risa.

—Tenemos que ir al ginecólogo, ¿lo has olvidado?

      Ya estoy despierta y sentada en el colchón. Ginecólogo... no hay razón para ir al ginecólogo, estoy perfectamente libre de bebés.

—Buena manera de despertarme. —Lo miro un poco fastidiada, yo quería seguir soñando.

—No es una mentira. —Frunce el ceño—. Estás embarazada, ¿en serio no lo notaste? —Miro la curva en mi vientre, tengo panza de embarazada.

—Estoy embarazada... —Abro mis ojos todo lo posible.

—¿No te alegra? —Parpadeo completamente sorprendida. Tyler me mira con sus ojos apagándose, sin sentirse tan feliz como al inicio.

—¡Claro que me alegra! ¡Tendré un mini Tyler! —Ahora no puedo con la emoción. ¡Estoy embarazada!

—Me habías asustado, preciosa. —Me abraza el vientre, una muestra de afecto de lo más linda a mi parecer. Sus dedos acarician mi panza con delicadeza—. Te amo. —Sonrío más sin poder contenerla y giro un poco mi cuello para poder mirarlo—. Hasta que me arranquen el corazón, ¿recuerdas?

—Recuerdo. —Acercamos nuestros labios, cerca de los suyos susurro—: Yo también te amo.

       Se ilumina con amor antes de acercar sus labios más a los míos para sellar nuestras palabras. Todo es tan perfecto ahora.

      Siento que caigo y justo mis ojos se abren con rapidez. La negrura de una habitación, me recibe de lleno. Noto un cobertor cubriendo mi cuerpo, manteniéndome caliente. Fue un sueño, un maravilloso sueño.

      Vuelvo a cerrar los ojos, con la intención de seguir con mi mente perdida en esa alucinación. Creo la imagen del sueño, Tyler besándome... nos dejamos caer en la cama. Suspiro con frustración, no es lo mismo, ahora no lo siento, tristemente es sólo una ilusión de muy mala calidad.

      El movimiento de algo se siente atrás de mí, giro con velocidad, preparada para encontrarme con una amenaza.

—Estas desnuda. —Mis ojos se vuelven rojos para lograr identificar a Víctor. Él en cambio, no ve nada.

—¿Cómo lo sabes? —Toco mi cuerpo, para sentir la piel desnuda.

—Porque nos has transportado a alguna otra parte, y cada que lo haces olvidas en el aire tu ropa.

—¿En qué momento...?

        Enseguida inspecciono a mi alrededor, tratando de encontrar algo que me dé a entender el lugar dónde estoy. No recuerdo haberme transportado a ningún lugar, lo último que recuerdo es abrazar a Víctor fuera de la construcción de metal en el desierto.

Malditos CazadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora