CAPÍTULO 56

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—¿Por qué siempre tenemos que aparecer desnudos? —Santiago se volvió a quejar, completamente fastidiado por la situación. Miro a Victor, él sólo lo ignora.

—No porque seas anormal, serás capaz de cumplir todos tus deseos. Deberías dejar de quejarte si no quieres acabar con mi paciencia. Haces que desee haber dejado de sentir absolutamente todo.

—Para ti es fácil todo, no sientes vergüenza a que vean tu cuerpo descubierto.

—¿Acaso tu sí? —Víctor que iba dirigiendo la marcha, se voltea para mirar a mi hermano.

—No.

—Eso pensé. Ahora deja de estresar a Nancy.

       El resto del camino permanecemos en silencio. Santiago pareció olvidar por completo la muerte de su abuela cuando le dije que éramos medios hermanos, y dejó su lado depresivamente aburrido para despertar su lado fastidioso, ¿por qué? No sé.

      En este momento los dos nos encontramos desnudos. Santiago y yo tenemos un traje hecho de los granos de arena del desierto. Mientras que Víctor aún tiene su ropa. El envidioso se negó a decirnos como hacer tal cosa, así que él es el único que no batalla con nada. Tenemos suerte de que la arena sea familia de la tierra, o sino quien sepa que podríamos haber utilizado para cubrirnos.

       Una construcción de metal sólido se deja ver a la distancia. Es en forma de media esfera, como si la otra mitad hubiera quedado enterrada debajo de la arena. Por fin llegamos. A mí me hubiera gustado transportarme fácilmente ahí, pero Víctor nos obligó a caminar 1 kilómetro cómo personas comunes, ya que hay unos sensores que matan a cualquier cosa que entre de manera no humana, ni siquiera me quiso compartir cómo mierda hicieron eso.

—Víctor. —Voltea a verme, sin expresión alguna—. Tu playera está llena de sangre.

       Mira donde se encuentran sus pies.

—Mierda.

      Una gran explosión nos toma por sorpresa. Víctor es lanzado a mí, provocando que mi cuerpo y el suyo salgan disparados hacia atrás.

      Mis ojos se cierran sin mi consentimiento, después algo líquido se siente en mi pecho: la espalda de Víctor y su cuerpo todo lleno de sangre.

      Algo incomoda a mi espalda, dejándola adolorida, es como si algo hubiera sido enterrado ahí.

       Muerdo mi labio e intento empujar a Víctor de encima de mí para lograr levantarme, sin embargo ninguno de mis músculos responde. Abro mis ojos, topándome con la visión de un cuerpo a unos metros de mí. A penas y logro identificar quién es, gracias a que mi enfoque es borroso y que mi cuello esta doblado dejando mi mejilla pegada a la arena.

Malditos CazadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora