CAPÍTULO 30

198 15 32
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Retoco mis labios ahora de rojo para no romper la armonía con el uniforme de animadora. No miro mi atuendo en el espejo, me limito a salir con la creencia de que estoy perfectamente. Mis pasos son más lentos de lo normal, regresar a la cancha no es mi mayor sueño.

      Ahora entrenaremos bajo la atenta mirada de esos idiotas. Había chicas emocionados porque sería una forma de atraer a alguno de los jugadores, en cambio yo me debato entre cortarme la garganta o ir a comportarme tan vivificada como ellas.

     Son estos los momentos en los que le digo a mis padres ausentes: ¿Por qué me hicieron así? ¿Por qué me dieron tan buenos ejemplos? Romper una promesa me destruiría. Ni siquiera es discutible hacerlo. Mi padre solía decir que si quiero que la gente me cumpla, tengo que comenzar por cumplir yo. "Tú decides como quieres que los de tu alrededor sean, todo depende de cómo tú seas" Era excesivamente sabio a pesar del ambiente en el que se crió, tal vez el trato que le dieron le favoreció.

    Muerdo mi labio. Lo extraño. Los extraño. Anhelo ver de nuevo a mis padres pelear en guasa. Escabullirse en las noches para salir a divertirse. Que mamá se ponga de mi lado cuando peleo con James y papá se ponga de su lado, hombres contra mujeres. Me gustaría regresar a ese mundo donde por encima de todos mis problemas, había dos personas que me mantenían en su bote para que no fuera comida por los tiburones, pero ellos no evitaban que a veces me mordieran por mi idiotez de pensar que no me harían daño.

    Extraño mi vida anterior. A esos padres que se comportaban como adolescentes, rio entrecortadamente por su viva imagen. A un amigo que siempre me defendía de los chicos que se intentaban burlar de mí. A ese hermano que siempre me apoyaba en cualquier decisión que tomara, fuera mala o buena, no me juzgaba porque sabía que era lo que yo quería.

—Extraño a mi familia. —Estoy mirando el piso, con la gotera bañándome la cara. Recordar me hace débil.

—Yo también extraño a la mía. —Levanto la mirada para descubrirlo viéndome, preocupado—. Ven acá, preciosa. —No tardo en obedecerlo.

     Sus brazos se ciñen a mi cintura y los míos a su nuca. Me oculto en su cuello. Los sollozos que suelto no hacen más que atraer a un maldito hipo. Trato de parar, pero esa meta me dice adiós mientras se arrincona de mí. El control de mi dolor se está escapando de mis manos.

     Las manos de Tyler acarician mi espalda con delicadeza, generando chispas de calma que se van tan rápido como aparecen. Lo único que quiero en este momento es a mis padres. Codicio volver a poder besarlos y abrazarlos. Decirles que los amo. Que no quiero que se marchen sin mí, nunca. Eso es lo único que conseguiría llenar el vacío que dejaron, al menos por un tiempo.

     Los necesito aquí, a mi lado. Porque la chica fuerte que creía que era, se está perdiendo y no sé qué haré cuando ya no haya rastro de ella. Llegar a este nuevo lapso de mi vida es lo que me está demoliendo. Pudieron haberme hablado siempre con la verdad y yo no me estaría matando por evitar una guerra, incluso podría haberse impedido nuestra separación.

Malditos CazadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora