CAPÍTULO 51

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Con esfuerzo comienzo a respirar, es como si dos tapones obstruyeran el camino de mis vías respiratorias. No puedo seguir intentando hacer llegar más aire a mis pulmones ya que una mano toma mi brazo sin una pizca de cuidado y me obliga colocarme sobre mis insensibles pies. No puedo ver ni siquiera una mancha.

—¿Así de rápido te vas a rendir? ¡Y yo que pensaba que tú me darías más diversión que los otros controlley! —Casi comienza a reírse abiertamente de mi fatal estado.

    Las ganas de golpearlo me embargan, me desespero al no poder hacer nada con mi inconsciente cuerpo. Me daría con poder darle un escupitajo en toda su asquerosa cara, pero no puedo, mi entidad se niega a que cumpla con ese deseo.

—Ya me estás aburriendo, por favor, puedes hacer algo más interesante que hacerte la muerta.

     Como me gustaría estar fingiendo en lugar de verdaderamente sentir las energías de mi cuerpo completamente caídas. Es horrible la sensación que recorre mi piel, siento que en cualquier momento puedo dejar de existir.

     Un pinchazo jala una vena directamente desde mi corazón. Dos venas son estiradas con brutalidad y logro sentir como agua comienza a salir de mis poros, me inundo en un líquido fresco.

     Reconozco esta sensación, la logro identificar a pesar de que la vez que me sucedió yo era inundada por los cuatro elementos, no sólo por uno.

—Ya me estoy cansando de esto. ¡De verdad que esto no es la diversión que esperaba! ¿¡Hacerte la víctima!? ¿Con que intención? ¿Esperas que no te ataque por ese simple hecho?

      No me preocupo por su desesperación, sé de sobra lo que viene después de este dolor. Inicia un hormigueo y sé que más agua está siendo liberada de mi cuerpo, sé que más pureza está exigiendo libertad.

—Está brillando, ¿se supone que esto le pasa a los controlley?

—No, esto lo está provocando ella. Quiere matarnos, pero yo no lo permitiré.

       La fuerte punta de un pie, choca brutalmente en mi estómago y mi cuerpo sale volando varios metros de altura. No me detengo hasta que mi espalda impacta en el muro que no se encontraba lo suficiente lejos para darle al aire la oportunidad de disminuir la velocidad de mi cuerpo al salir disparado, para que suavizara el golpe. Aprieto mi boca para evitar que un gemido de dolor salga de ella. No quiero darles el placer de oírme sufrir, es algo que ni mi orgullo ni mi dignidad me dejaría hacer.

—¡Grita! ¿Qué estás esperando? ¿Que te truene la cabeza?

       Oigo el seguro de una pistola siendo quitado y una pequeña gota de alarma me recorre el cuerpo, pero trato de alejarla. No debo permitir que el miedo me haga hacer más tonterías, al menos no en estas situaciones.

Malditos CazadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora