CAPÍTULO 24

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—¿Ya estás mejor? —Me acerco cargando su té favorito. Se ha quedado seco después de llorar tanto. Me contagió su dolor a tal punto de que me mantuve goteando por los ojos todo el tiempo.

—Eso creo. —Me recibe el té antes de que me siente. Me acomodo con mis glúteos en mis talones.

—¿Me vas a decir qué pasó? —Resguardo su mano bajo la mía—. Sabes que siempre estaré para ti. —Trato de mirarlo comprensiva, sin presionarlo.

—Mis padres... —Sella sus ojos a propósito, reteniendo las lágrimas—. Hoy a las cinco de la mañana me llamaron para decirme que... murieron. —Dejo de respirar, ver y parpadear, sorprendida. Recupero mi vision. Sonríe con ironía, ajeno a mi estado—. Como si yo fuera a creer que murieron así como así. Lo comprobé cuando hace un momento volvieron a llamar, esta vez fue mi tía, ella me explicó que los cazadores los mataron. Habían salido al cine de la plaza, dejando a MIka al cuidado de ella. Los desgraciados arrebataron más de veinte vidas, entre ellas las de mis padres. —Siento que ahora su mano puede despedazar mis dedos si no suaviza la presión. Aprieta la mandíbula. Tenemos algo en común, a ambos nos arrebataron a las personas que nos amaron incondicionalmente. Me veo en el compromiso de consolarlo como él hizo conmigo esa noche—. ¡Joder! Los putos cazadores mataron a mis padres. ¡No les importó dejar a una niña de cinco años huérfana! ¡No les importó nada! ¡Nada más que sus estúpidos intereses! —Me obligo a ponerme a su altura cuando él se para—. No estuve ahí cuando mis padres fueron asesinados. Ellos sabían que mis padres estaban enfermos y se aprovecharon de ello, los asesinaron utilizando una estúpida enfermedad a su favor. Y yo no pude hacer nada... Yo me fui de la casa sin importarme lo mal que estaban... Yo los abandone... Yo...

—Tú no tienes la culpa, Mike.

—Claro que sí. Si yo hubiera estado ahí...

—¡Si hubieras estado ahí probablemente también habrías muerto! ¡Y Mika quedaría sola! ¿Qué te asegura que habrías sido capaz de luchar en contra de decenas de asesinos? No eres un superhéroe, Mike, como yo tampoco lo fui. Tú me lo dijiste.

—Tienes razón.

—Por supuesto que la tengo, en este momento tu cordura trata de alcanzarte y aquí estoy yo para ayudarle a treparte. —Tomo sus dos manos.

—Pero...

—No, basta de querer cambiar lo que ya sucedió.

—Es lo único que puedo pensar.

—Mike, por ahora me tienes a mí como tu maldito caballo, así que deja todo ese puto masoquismo y súbete a mi hasta que consideres que puedes volver a pisar la tierra llena de piedras.

—¿No te tengo para siempre?

—Sabes que es imposible cumplir un para siempre. —Sonrío fugazmente—. Superaras esto, lo sé. Cuando menos lo pienses ya estarás siendo mejor de lo que eres ahora.

Malditos CazadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora