Capítulo XXXVII "El mismo tema. Otra vez"

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Tu mirada penetrante tus ojos carmesí el silencio de tu alma en agonía

El irritable silencio me provocaba escalofríos, no solo la mirada penetrante de Takeshi era lo que me ponía nerviosa. Trataba de tomarme el café caliente sin botar ni una sola gota, pero no cumplí, mi pierna ya estaba toda mojada y quemada por culpa te mi tembladera.

–No tienes que seguir molesto–murmuré viendo el humo que salía de la taza. Takeshi rió.

–Claro, no tengo que seguir molesto–respondió sarcásticamente–El niño prodigio te besó, pero eso no es lo peor...Sino que tú te dejas manipular.

–Eso no es cierto–dije a la defensiva.

–No, claro que no–puso los ojos en blanco.

Era la primera vez (desde que me fui de casa de Light) que Takeshi y yo teníamos una conversación. Lo máximo que nos habíamos dicho eran tres frases, y dos eran por parte de él: "Lo hubiese matado", "Esa silla que se cayó, no fue culpa mía" Yo le contesté con un Aja. Lo que viví con Light no me dejó para nada contenta.

O puede que esté equivocada.

Dejé la taza sobre la servilleta encima de mi escritorio. Me troné los dedos y me puse a escribir, la misma rutina de todos los días, pero era verdad que me sentía diferente, me sentía...Como si hubiese traicionado a alguien. Como si me hubiese traicionado a mí misma.

–Es mejor que dejemos de pelear–le dije bajando la mirada. Me toqueteaba las manos sudorosas jugando con el reloj que traía puesto.

–Es fácil decirlo–Takeshi se golpeaba con la punta de sus dedos la frente levantando las cejas de forma preocupada–Para ti es fácil decir cualquier cosa.

–Ya exageras.

–No exagero–se levantó de golpe del sofá pateando el suelo–Light Yagami es un monstruo, tú misma lo dices.

– ¡Lo sé, idiota! –Le grité parándome– No eres el único que piensa que está raro.

Nos miramos con el ceño fruncido. Él apretaba los puños y se mordía los labios, sus ojos rojos le daban un aire más aterrador pero aun así, mantenía esa ternura que lo caracterizaba, seguía siendo el Maeda Takeshi que llegaba a la universidad sonrojado con esa bandita roja en su mejilla, que hasta el día de hoy, la sigue teniendo.

Takeshi se relajó cayendo al suelo de rodillas. Se jalaba los cabellos con las manos y no pude reaccionar. En eso se parecían L y él: nunca sabía qué hacer cuando estaban presentes o cuando algo les estaba pasando. Si no tuviera esa manía, hubiese podido salvar a L.

–Creo que sí–se sonó la nariz sin destaparse–Estoy exagerando.

Me acerqué a él pero solo me quedé viéndolo desde arriba.

–Necesito hacer algo–añadió levantándose con cuidado. Alcé las cejas sorprendida.

– ¿De qué hablas?

–Tengo que irme–se puso de espaldas y tan solo me miraba de reojo–Un Shinigami tiene más preocupaciones.

Extendí mis brazos pero Takeshi salió por la puerta antes de que pudiera pestañear, – ¿Es mi culpa? –Pensé cruzada de brazos. Me encogí de hombros dando un fuerte suspiro; me quedé sola otra vez.

La poca luz de la habitación me cegaba, tenía ganas de apagarla pero me volví a sentar sin ánimos de hacer nada. La luz pestañeaba y sabía que me iba a entrar un dolor de cabeza, –Tengo que ir con ellos–Me recordé. Tendría que volver a ver a Matsuda, a Aizawa y a los otros dos que por lástima, nunca recordaba sus nombres.

Moño Dulce-L Lawliet (Death Note) #DNWattys2016yOCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora