Meng Hao se quedó tieso, mirando a Wang Tengfei. De repente podía sentir la mirada de todos los discípulos que estaban en la plaza. Los Cultivadores de pie junto a él se alejaron, se creó un área abierta alrededor de Meng Hao.
Un sentimiento de soledad llenó su corazón, como si el mundo mismo estuviera a punto de abandonarle. Era como si la simple palabra de Wang Tengfei le hubiera empujado al filo de la existencia.
Nadie dijo una palabra. Los discípulos de la Secta Externa simplemente miraron a Meng Hao. Wang Tengfei era famoso. Sus palabras resonaban en los corazones de todo el mundo.
Nadie estaba sorprendido de lo que estaba ocurriendo: las noticias de ayer se habían expandido y mucha gente había adivinado qué iba a ocurrir este día.
Los ancianos de la secta permanecían inmóviles encima de la plataforma alta, observando a Meng Hao.
"Las reglas de la Secta son que lo que tú tomas te pertenece," dijo Meng Hao, forzando las palabras una a una cada vez. Sabía que comparado con Wang Tengfei, su voz era ridículamente débil y pequilla, y que podía ser atacado. Pero aún así, habló.
Sabía que si daba la botella de calabaza de jadeita, la daba a Wang Tengfei y hacía algunas súplicas llorosas, entonces Wang Tengfei no podría rechazar su disculpa. No en frente de tanta gente. Podría pedir algunos castigos, pero seguramente dejaría a Meng Hao con su base de Cultivo.
Tal vez, si suplicaba y se arrodillaba, admitiera que se había equivocado, aceptara la humillación e incluso se insultar a sí mismo, entonces podría estar completamente fuera de peligro.
Pero Meng Hao nunca haría tal cosa! Podían llamarle estúpido y loco, pero nunca lo haría!
Incluso cuando se encaraba hacia una terrible calamidad, nunca suplicaría. Nunca se humillaría, nunca se tiraría al suelo y rogaría. Nunca!
Ese era su espíritu, su integridad. Algunas cosas en el mundo son más importantes que la vida o la muerte, y ese noble, indeformable, irrompible espíritu es la dignidad!
Esto era por lo que había hablado primero, una palabra cada vez. Incluso ante un oponente tan grande como una montaña como lo era Wang Tengfei. Incluso aunque el hacerlo le encarara a una terrible calamidad. Incluso aunque el mundo entero estuviera en su contra, estando solo, sin nadie en quien apoyarse. A pesar de todo... todavía tenía su dignidad. Levantó su cabeza y habló.
Ese era Meng Hao!
Sus palabras parecían galvanizar toda la energía en su cuerpo. Muerte? Qué es la muerte? Y qué si solo había vivido hasta ver los 17! Puedes humillarme, puedes arruinar mi cultivo. Pero nunca me harás ceder! Nunca podrás romper mi espíritu!
Su voz había sonado en el silencio, limpia y distinta, tal vez llena con cierta soledad. Mientras hablaba, su amargura era evidente, pero quizá, sólo Meng Hao pudiera comprenderlo. Sus manos cerradas en puños. Nadie más podía sentirlo, pero con las palabras de Wang Tengfei había llegado un ataque invisible que había intentado forzar que Meng Hao se colapsara.
Su cuero parecía como si estuviera a punto de desintegrarse, sus huesos a punto de romperse. Sintió una presión masiva intentando forzarle a arrodillarse. Su cuerpo se sacudió, pero apretó sus dientes y se quedó de pie, ignorando el dolor de sus huesos.
"Ese tesoro es mío" dijo Wang Tengfei con una sonrisa amigable. "Pertenece a quien quiera que yo se lo dé. Yo no te lo he dado, por lo que no tienes ningún derecho a tenerlo." Sus palabras parecían amigables, pero estaban llenas de amenaza, todo el mundo lo podía escuchar claramente. Sonriendo, caminó hacia delante, levantando su mano y moviendo un dedo en dirección de Meng Hao.

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I Shall Seal the Heavens
FantasyMeng Hao, un joven estudiante erudito como todos los mortales un día descubre que todos los relatos sobre los inmortales son ciertos y él tiene la posibilidad de ser uno, o ser un esclavo... aunque para esto deberá pasar por muchos peligros, seres m...