Capítulo 20: Entrando en la Montaña Negra

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En un solo segundo, todo el mundo en la plaza empezó a mirar a Gordito, haciéndole sentir que un viento frío recorría su espalda. Su cuerpo se estremeció, y miró con cara lastimosa a Meng Hao, con una sonrisa débil en la cara.

"Meng Hao, sálvame..." Quería lanzar la píldora lejos, pero por alguna razón no podía abandonar su mano. Estaba tan asustado que la gente empezó a rodearles, sus dientes rechinaban.

Conforme las luces se desvanecían, temblaban violentamente. Entonces las luces se fueron, y el hechizo restrictivo desapareció. Antes de que Gordito pudiera decir nada, Meng Hao envió una luz explosiva de su base de cuarto nivel de Cultivo, entonces cogió a Gordito por su túnica y salió corriendo.

"Dame la píldora," dijo Meng Hao en una voz baja. "Ve hacia la Cueva Inmortal y escóndete!" Sin dudarlo, Meng Hao le dio la hoja de jade de la cueva. Gordito le dio la Píldora de Espíritu Seco como si fuera una patata caliente.

El cuerpo de Meng Hao salió en un flash con el Gordito a cuestas. Detrás de él, sonaban y rugían sonidos que salían de diez o más personas que corrían en persecución de ellos.

"Maldita sea, este Meng Hao, no puedes escapar!"

"Entrega la Píldora de Espíritu Seco. Como discípulo compañero, mostraré algo de piedad y no te mataré. De otra manera, pasarás un mal rato tratando de escapar de la muerte!"

Meng Hao no paró por ni un segundo. Después de salir de la frontera de la Secta Externa, apartó a Gordito de él. Gordito era una persona de hacer y actuar, pero no era un estúpido. Tan pronto como aterrizó sobre su pie, soltó un chillido miserable.

"Ladrón de Píldoras!" gritó, agarrando el papel de jade bien fuerte, tratando de no parecer sospechoso. Corrió hacia la Cueva Inmortal a toda velocidad.

Escuchando eso, los perseguidores le ignoraron y continuaron detrás de Meng Hao.

"Huye hasta el confín de la tierra si quieres, pero no sobrevivirás las próximas 24 horas!"

"Estás en el cuarto nivel y todavía no me das la píldora!?! Entre los diez o más perseguidores, muchos estaban en el cuarto nivel de Condensación Qi, y solo dos de ellos estaban en el quinto nivel. El resto estaban en el tercer nivel, obviamente esperando ser capaces de tomar ventaja de la situación.

Auras frías de espadas silbaron por detrás de Meng Hao conforme unas diez espadas voladoras descendían hacia él como lluvia. Pero estaba determinado a guardar la Píldora de Espíritu Seco y rehusaba deshacerse de ella.

"Solo tengo que aguantarlo por veinticuatro horas, entonces la píldora será mía," dijo, con sus ojos brillantes de determinación. "Entonces, finalmente seré capaz de avanzar hacia el quinto nivel de Condensación Qi." Había aumentado su velocidad. Después de pasar tanto tiempo cazando bestias demoníacas en las montañas salvajes, su máxima velocidad no disminuyó, estando mucho más familiarizado con las regiones montañosas que los otros discípulos. Debido a ello, dejó la Secta Externa, corriendo hacia las montañas.

Mirando hacia atrás, como se aproximaban las auras de las espadas, Meng Hao golpeó su bolsa para producir una píldora medicinal que tragó inmediatamente. Entonces envió sus propias espadas voladoras hacia atrás.

Bang, bang, Bang. Varios árboles fueron golpeados por las poderosas espadas voladoras y explotaron en piezas, algunas de las cuales volaron hacia otro lado, mientras que otras alcanzaron dolorosamente a Meng Hao. Absorbiendo el impulso de la explosión salió disparado por varios metros.

Después de que pudo aterrizar en el suelo, cuatro Serpientes de Fuego y tres Globos de Agua salieron disparados hacia él. Dos de las Serpientes de Fuego eran casi unos dieciocho metros de largo y tan gruesas como una persona, y emitían un intenso calor que hacía que los árboles cercanos se prendieran. Éstas parecían ser trabajo de los discípulos de quinto nivel, quienes eran los más rápidos del grupo. Sus pies no parecían tocar el suelo mientras que volaban hacia él como el viento. Miradas salvajes llenaban sus caras. En ese momento, ninguno tenía ni la más mínima compasión con respecto al os demás. Por lo que a ellos concernía, la única competición era entre ellos dos. Meng Hao no contaba para nada.

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