Capítulo 4: Un Espejo de Cobre

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El Pabellón del Tesoro estaba realmente relleno de tesoros. Después de entrar, tus ojos se veían deslumbrado s por luces brillantes. Estantes de Jade bien ordenados rellenos de botellas, espadas, ornamentos y joyería. Meng Hao comenzó a respirar pesadamente mientras su corazón empezó a latir más fuerte. Se sentía como si la sangre de todo su cuerpo se hubiera ido a su cerebro. Se quedó plantado atontado.

En la corta vida de Meng Hao, nunca había visto tantas riquezas. Se sintió como si estuviera sumergido en ellas. Su cerebro daba vueltas, e inadvertidamente, en su pensamiento sólo estaba la idea de cogerlo todo y huir lejos.

"El valor de estos tesoros..." murmuró Meng Hao,"... "es incalculable. La compensación por trabajar para inmortales es increíble." Caminó pasando por las estanterías de jade, su expresión llena de excitación, inconscientemente, levantó su cabeza. Se preguntó si la tercera planta del Pabellón del Tesoro era igual que la primera, o si quizá hubieran tesoros incluso más valiosos.

"Inmortales.... Son muy ricos!" Meng Hao dejó escapar un profundo suspiro. De repente, sus ojos se centraron en algo extraño. En una de las estanterías vio un espejo de cobre.

Había trazas de corrosión en él, pero no parecía muy especial, ni un solo brillo, no se parecía a nada de ninguno de los tesoros que había alrededor.

Sorprendido, Meng Hao lo cogió y lo miró bien de cerca. Parecía bastante ordinario, como algo originario del mundo mortal. Nada de él parecía lo más mínimamente único. Y sin embargo, estaba en el Pabellón del Tesoro, por lo que asumió que tendría algo de valor.

"Realmente el hermano menor tiene buena vista". Dijo una voz detrás de él. Él no sabía que el hombre arrugado había entrado, pero se quedó mirando el espejo de cobre. Su voz, llena de orgullo, continuó, " el hecho de que hayas cogido ese espejo de cobre muestra que estabas destinado a cogerlo. Hay muchas legendas al respecto. Lo más extraño es que solo aquellos con buena fortuna y buenas acciones acumuladas en vidas pasadas pueden adquirirlo. Parece que eres justo de ese tipo de personas. Con este espejo, puedes mandar sobre el cielo y la tierra. Definitivamente tienes esa oportunidad." Conforme el hombre hablaba, él miraba una y otra vez. Su voz parecía contener algún extraño poder que forzaba a Meng Hao a escucharle.

"Este espejo..." Meng Hao lo miró de nuevo, con una expresión en su cara. No estaba cubierto con complicados grabados, sin embargo, la corrosión hacía que fuera complicado verlo.

"Hermano Junior, no mires al espejo por su suciedad. Deberías de saber que los verdaderos tesoros de una naturaleza espiritual, a menudo se esconden en cosas ordinarias. Cuanto más humilde parezca, más preciosos son." Meng Hao iba a volver a poner el espejo de cobre en la estantería cuando el hombre arrugado dio unos cuantos pasos para prevenirle. Miró seriamente a Meng Hao.

"Hermano, el hecho de que cogieras ése objeto muestra que estabas destinado a hacerlo. De verdad lo vas a devolver únicamente porque parece ordinario? He sido responsable del Pabellón del Tesoro por muchos años, y conozco el origen de todos los objetos de aquí. Hace muchos años, éste espejo causó una gran conmoción en el Estado de Zhao. Fue creado por un rayo de luz que cayó desde los Cielos. Después de adquirirlo, el Patriarca Confianza lo estudió en secreto, creyendo que era un tesoro de los Cielos. Al final, no pudo descubrir su misterio, y llegó a la conclusión de que estaba predestinado en caer en las manos de alguien que pudiera usarlo para pisotear el cielo y la tierra."

Dejó perplejo a Meng Hao escuchar el nombre del Patriarca Confianza. Él acababa de entrar en la Secta Exterior, y había muchas cosas con las que no estaba familiarizado. Empezó a dudar.

"El patriarca Confianza lo estudió, pero no pudo comprenderlo. Yo...."

"Tus palabras son incorrectas, Hermano, Deja a tu Hermano Mayor explicarte: la falta de éxito por parte del Patriarca en estudiarlo, prueba que hay algo único e inusual sobre el tesoro. Antes que tú, diez o más personas lo tomaron para estudiarlo, y aunque ninguno de ellos consiguió comprenderlo, ninguno de ellos se arrepintió de su decisión.

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