Después de la batalla en el Mar Norte y de su renacimiento en las profundidades del lago, el Qi de Muerte había sido completamente dispersado. Conforme caminaba a través del viento y la nieve, ni una pizca emanaba.
El hecho de que el Qi negro, que le había rodeado por más de un mes, ahora se hubiera ido, hizo que el ritmo de Meng Hao fuera un poco más pausado mientras se movía por al nevada.
La nieve caía más y más pesadamente, haciéndola parecer como si esta fuera la última y más pesada nevada del año. Los copos de nieve parecían ser empujados por la venidera estación, cayendo desde el cielo tan rápido como les fuera posible.
La nieve le cubría, hasta que al final alcanzó la cueva en el Monte Daqing en la que había estado años atrás. Se sentó con las piernas cruzadas, mirando hacia el mundo de nieve y escuchando los lamentos del viento.
La noche llegó.
La nevada bloqueaba el cielo nocturno, haciendo imposible ver las estrellas. La única cosa visible eran los interminables copos de nieve que cubría al terreno.
Una pequeña fogata ardía en frente de Meng Hao, iluminando los alrededores con una parpadeante luz de fuego. La luz caía en su rostro mientras estaba sentado allí pensando.
Cerca de cuatro años habían pasado.
Hacía casi cuatro años desde que se había unido a la Secta Confianza. Había empezado como un joven y había crecido hasta ser un hombre joven: tenía ahora veinte años.
Por bastante tiempo, Meng Hao se sentó allí, mirando hacia sus manos. Estaban limpias, sin una mota de suciedad en ellas. Pero Meng Hao sabía sin lugar a dudas que estaban manchadas con sangre.
Había matado muchas veces en los pasados cuatro años. Al principio, le había causado una tribulación mental. Ahora, aunque no pudiera decir que le hubiera aturdido, al menos había llegado a aceptarlo. Se había adaptado. Era como si alguna fuerza invisible del cielo y la tierra hubiera cambiado su espíritu, su destino y su futuro.
"En qué me convertiré al final..." Meng Hao miraba hacia la nieve de fuera de la cueva, pero no contenía respuestas.
El tiempo pasó lentamente y pronto se acercaría el alba. Todo estaba de color negro. La única cosa presente era el sollozo del viento y el frío de la nieve. La fogata en frente de Meng Hao se fue apagando lentamente, siendo la cueva consumida por la oscuridad.
Meng Hao estaba sentado allí, en la oscuridad, y un sentimiento de profunda soledad llenó su corazón. El sentimiento se hacía cada vez más fuerte, hasta que parecía como si fuera a consumirle.
"Padre, madre, donde estáis..." Su voz era suave mientras pensaba en sus padres. Les añoraba mucho.
"Gordito, que estás haciendo justo ahora?" Meng Hao suspiró conforme una imagen aparecía en su mente de Gordito limando sus dientes.
"Hermana Xu, Hermano Chen, estáis en el Dominio Sur... eso es genial..." Miró hacia la oscuridad de la noche fuera de la cueva, casi como si pudiera ver el Dominio Sur. Una expresión ausente llenó su rostro.
"Leer cientos de libros es como viajar diez mil caminos... Un día dejaré el Estado de Zhao e iré al Dominio Sur." Una mirada de determinación apareció en sus ojos. El Estado de Zhao estaba muy al filo del Dominio Sur. La mitad del Dominio Sur estaba muy pero que muy lejos.
Recordaba el mapa que había visto del Continente Nanshan. Había un basto desierto entre el Estado de Zhao y el centro del Dominio Sur, así como varios países.
Dado su actual nivel de su base de Cultivo, si él intentaba viajar planeando, le tomaría una increíble cantidad de tiempo.
"Si solo pudiera convertirme en un Cultivador en la etapa de Fundación Establecida!" Un fuego parecía arder en sus ojos, un fuego que contenía un fiero deseo. Estaba deseando ser capaz de volar por el cielo y de alcanzar la etapa Fundación Establecida.
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I Shall Seal the Heavens
FantasyMeng Hao, un joven estudiante erudito como todos los mortales un día descubre que todos los relatos sobre los inmortales son ciertos y él tiene la posibilidad de ser uno, o ser un esclavo... aunque para esto deberá pasar por muchos peligros, seres m...