Parte 3

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Se quedaron hablando, cuando Clary se acercó a Emma y disimuladamente arrastró de una mano hacia una esquina apartada de la habitación.

-Emma, ¿puedo hablar contigo?- susurró.

Emma podía ver las ligeras arrugas de expresión en el rosto de ella además de una pequeña sombra en las ojeras bajo sus tenues y múltiples pecas. A pesar de que se le seguía viendo hermosa, sus grande ojos verdes se veían cansados. Definitivamente algo lo suficientemente grave le estaba rondando la mente a Clary. Emma se dedicó simplemente a asentir con la cabeza.

-Ahora venimos- anunció Clary con una falsa sonrisa interrumpiendo la conversación que el resto estaban teniendo. Jace dirigió su mirada hacia ella con una ligera preocupación en ellos. Clary se limitó a seguir sonriendo mientras arrastraba a Emma de un brazo fuera del despacho, dejando que el resto siguiera con su conversación sobre la posible visita de los hermanos silenciosos y Helen.

El pasillo estaba tenuemente iluminado y terriblemente silencioso. Emma se apoyó contra la pared quedándose frente a Clary.

-Clary que…

-Jace me ha pedido que me case con él. – interrumpió Clary precipitadamente.

-¡Por el ángel Clary! ¡Te vas a casar! - Emma sonrió con júbilo y casi se puso a dar saltos de alegría pero Clary no reaccionaba igual. Lucía seria y realmente preocupada. Emma se quedó parada ante su reacción sintiéndose de repente confusa.

-¡Clary! ¿Pero qué te pasa? –le dijo casi gritándole. Supo que debía controlar su tono antes de continuar - Deberías estar feliz ¿no? ¡Te vas a casar con Jace!

-Ya…- se le formo una mueca en los labios y termino mordiéndose el labio inferior.- es que todavía no le he dicho que sí- siguió entre dientes.

- Pero si es tu sueño Clary, estáis hechos el uno para el otro. Sois la prueba viviente de que el amor existe.- A Emma se le iluminó la mirada pensando en Clary y Jace. Siempre había esperado encontrar a alguien con el que compartir la misma relación, y al final lo había encontrado, pero era su parabatai y no solo estaba prohibido si no que terminarían matándose. Clary seguía mirándola angustiosamente.- ¿Qué es lo que pasa?

-Estamos tan bien ahora… que me da miedo que las cosas cambien si damos un paso más, además seguro que después de eso vendrían niños y… y… es solo que no me veo preparada.- se quedó mirando el suelo con tristeza y preocupación.

-¿Y qué dice Jace respecto a eso?

-No hemos hablado del tema desde que me lo pidió y está muy raro conmigo.

-Cuéntaselo, no me vengas con replicas. Cuéntaselo.

-Tienes razón eso haré.- dijo Clary soltando un largo suspiro. Se acercó a Emma y la volvió a abrazar mientras le daba un beso en la mejilla.

Salió Jace seguido de Diana que anunció que se marchaba ya a su casa. Se quedó parado mirándolas y sonriendo. Cuando ellas se separaron él le cogió la mano a Clary y la miró.

-Clary, es tarde, ¿nos vamos?

-Claro.- dijo ella más animada. Se volvió hacia Emma con una amplia sonrisa- Te llamaré.

Cuando Clary y Jace se fueron a través del portal, el tío Arthur se retiró al desván por un fuerte dolor de migraña. Diana ya les había dado de cenar a los niños y los había tumbado en sus respectivas habitaciones.

Los cuatro se fueron a la cocina a cenar donde varias cajas con comida china esperándoles en el centro de la mesa.

Mientras Cristina se dirigía a coger platos y cubierto, Mark miraba el contenido de las cajas y Emma tomo asiento a su lado. Miró a Julian, que se dirigía hacia la nevera y cogía una de las botellas de agua.

-Me voy al estudio- anunció, dirigiéndose a Mark.- ¿Puedes mirar luego que Tavvy esté bien?

- Claro Jules. Pero deberías comer algo. –le dijo Mark haciendo una mueca- Apenas comes últimamente y se nota que físicamente has perdido peso.

Julian puso los ojos en blanco y salió de la cocina sin mediar ninguna palabra más. Necesitaba ir a su estudio ya. Cuando llegó, se quitó la chaqueta del equipo y la camiseta quedándose con el torso desnudo. Se sentó en la banqueta y se quedó mirando fijamente a un lienzo en blanco. Llevaba con ese lienzo así desde la noche en que había visto a Mark y Emma en la cama.

Cada vez que cerraba los ojos la veía sentada arreglándose el vestido y mirándole a él con un sentimiento que identificó como pena. Pena. Emma sentía pena por él.

Desde entonces cada vez que miraba a Emma no la reconocía, ni siquiera estaba seguro de a quien tenía delante cada vez que la veía. Le dolía dentro del pecho, se sentía desgarrado. El verla le hacía sufrir, era como si hubiese estado en el borde de una colina, hubiese dado un paso de más y haber aterrizado contra el suelo.

No paraba de rebuscar en su cabeza defectos de ella, solo buscaba cosas para poder odiarla. Pero él la amaba. A pesar de su traición no podía dejar de amarla.

Anhelaba que ella se riera con las bromas que él le hacía, que escribiera mensajes secretos con sus dedos sobre él o que viniera por las noches a su habitación a dormir y quitarse mutuamente las pesadillas.

Pero no, ahora dormía todas las noches con Mark, los había visto salir juntos varias mañanas de su habitación. Se sentía enfermo solo con pensar en que Mark estaba pasando sus manos por el cuerpo de Emma, manos tocando todos los centímetros de la suave piel de ella, donde él la había tocado en la playa. No debían ser las manos de Mark, ¡tenían que ser las suyas!

Con rabia se levantó de la butaca, y tiro sus pinturas al suelo y el caballete con el lienzo. Furioso se dirigió hacia el baño de su habitación y se mojó con agua fresca el rostro. Se quedó mirándose en el espejo, viéndose realmente horrible y con unas marcadas ojeras bajo sus ojos.

Nunca podría ser como Mark. Y con este pensamiento se tumbó en su cama todavía con los pantalones del equipo de combate y se quedó mirando el techo de su habitación hasta que sus ojos se cerraron y la oscuridad le sumergió.
...

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