Capítulo Final

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Se encontraba ya a pocos pasos de llegar a su habitación. Había logrado calmar su llanto pero la extraña sensación que le había provocado la noticia de saber que estaba esperando un bebé permanecía hiriéndole en su interior. 

Se sentía culpable por como había tratado a Julian cuando había chocado con éste al salir del despacho. Él no tenía la culpa de lo que estaba ocurriendo, la única culpable era ella y no era justo que Jules pagara por ello. 

Se sintió mal también por no querer al ser que ahora mismo crecía en su interior; pero no estaba preparada para ser madre, estaba segura de que sería pésima ejerciendo esta labor; no como Julian, de quién tenía la certeza que sería un gran padre solo con ver como había ejercido dicho papel con sus hermanos menores. 

Un hijo de Jules. Si fueran más mayores… si no fueran parabatai… Si esto fuera verdad seguramente se alegraría de ser la privilegiada que esperaba un bebé de Jules. Pero no podía cambiar la realidad. 

Entró en su habitación limpiándose los restos de las lágrimas que todavía regaban su rostro, cuando sin poder remediarlo se quedó mirando su reflejo en el espejo que tenía colocado en la parte superior de su cómoda. 

Tan solo se veía reflejado su tronco superior, así que se alejó varios pasos hasta que logró ver su imagen de cintura para arriba. Sus manos fueron directas hacia su abdomen. Se veía plano como siempre había lucido, obviamente era demasiado pronto como para poder experimentar algún cambio físico en su cuerpo. Pero ahí estaba, una vida intentando formarse en su interior. 

Mirando su reflejo vio una sonrisa dibujada en su rostro. ¿Por qué sonreía? Esto no era lo que quería. Pero lo haría, si todo iba bien y terminaba creciendo, nunca dejaría que nada malo le  sucediera; aunque la amenaza de la maldición parabatai estuviera presente en el ambiente de forma constante. ¿Le perjudicaría al bebé? ¿Le haría daño con la magia que ahora era capaz de crear? Y si Julian lograba crearla, ¿podría acabar haciéndoles daño? 

Todavía les quedaba la incertidumbre de saber si Julian también poseía o no ese poder, puesto que quizás él todavía no había encontrado el sentimiento al que ella recurría para buscar el poder. No había nada oscuro ni en él ni en Ty, Annabel se equivocaba. 

Se esperaba que si no ellos, quizás sus vástagos tuvieran un mayor potencial.” Recordó las palabras de Annabel. 

Volvió su mirada de forma precipitada a su abdomen justo bajo sus manos que todavía estaban posadas en él, cortando repentinamente su respiración.  ¿Sería eso posible? No. ¿O si? ¿Era la magia parte de la maldición parabatai o realmente la magia procedía del ser que portaba en su cuerpo? Eso explicaría por que Jules no había sido capaz de crear nada. Aunque quizás fuera que no estaba preparado para ello. 

Estaba agobiada y abrumada por todas las preguntas y pensamientos que empezaban a infundirle un cierto temor en su interior y lo que menos necesitaba era encerrarse en su habitación notando el peso de las paredes sobre ella. Rápidamente salió de ésta y se apresuró por el pasillo cogiendo el camino que daba directo al tejado del instituto. 

Al abrir la puerta se dio cuenta de que éste ya estaba ocupado por una persona que se encontraba sentada al filo del tejado con la piernas colgando; Mark. No se molestó en mirarla a sabiendas de que él era consciente de su presencia. 

Quizás lo mejor sería darse media vuelta y salir del instituto camino a la playa, pero ya que se encontraba allí, decidió quedarse y sentarse junto al joven que seguía ausente mirando las nubes que se formaban en el cielo azul. 

-¿Quieres hablar?- preguntó sin mirarla Mark en cuanto ella se sentó. El brillo del sol reflejado en sus ojos le daba mayor color a los tonos dorado y azul. 

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