Parte 34

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Increíble. Alucinada no, lo siguiente. Jules la había dejado desamparada. "Ocupado" le había respondido. ¿En serio, Jules? ¿Ocupado? Precisamente él mejor que nadie sabía que no le pediría ayuda tras discutir si no fuera un asunto importante.

"Pero quizás esté metido en algo importante", intentó pensar Emma de manera objetiva aunque su ira se lo impedía.

Por suerte para Emma, Mark siempre estaba dispuesto a ayudarla.
Guardó rápidamente su móvil en uno de los bolsillos de la mochila que llevaba colgada y agradeció infinitamente a su instinto de haberse llevado a Cortana y un cuchillo serafín con ella.

Llevó las manos hacia sus bolsillos para comprobar que la estela y el serafín se encontraban en su sitio y sin más dilación desenfundó a Cortana dejando su brillante inscripción a la vista.

De alguna manera el brujo fue consciente de que cerca de su posición se encontraba la cazadora dispuesta a sacarle del apuro. Era un hombre de mediana edad, tez morena con cabello negro. Estaba intentando contener a los demonios humeantes lanzándoles rayos dorados que impactaban contra las siluetas humanas que formaban las criaturas. Sin duda alguna buscaban algo del brujo, pero Emma estaba decidida a acabar con ellos.

Empezó a correr por la arena hasta dónde se encontraba el numeroso grupo y comenzó a abrirse camino moviendo a Cortana de lado a lado hasta colocarse junto al submundo.

Él tan solo le dedicó una mirada que duró menos de dos segundos en la que pudo ver el agradecimiento en los ojos de éste, antes de volver a atacar con lanzas de fuego dorado a los demonios que los volvían a rodear de nuevo.
Los demonios los acorralaban en forma de medio círculo llevándolos al inicio del océano haciendo que el mar mojara sus pies cuando se adentraba hacia la arena. Espalda contra espalda tanto Emma como el brujo hacían cuanto podían por deshacerse de los demonios Iblis. Sus ojos ardientes se clavaban en ella haciéndola enfurecer.

Allá donde cortaba con su espada haciendo desaparecer al demonio que se encontraba allí, otro ocupaba de nuevo su posición. Sin duda en cuanto Mark llegara sería de gran ayuda, y esperaba que por el bien suyo y del desconocido brujo, su compañero no se demorara en aparecer.

Por un momento vio como las figuras de humo con sus ojos amarillentos retrocedían despacio ante ellos. Al principio pensó que se rendían, pero entonces fue consciente de una presencia tras ella.

Dándose la vuelta rápidamente, se quedó anonadada durante unos instantes viendo como una enorme figura oscura salía del mar en forma de una monstruosa serpiente.

Durante su instrucción como cazadora había leído sobre ésta criatura, pero tras años sin que nadie la hubiese visto, ya empezaba a creer que era una de las tantas fábulas inventadas. Hasta ahora. Leviatán. Así nombraban a la bestia marina que se encontraba ante ella, según decían, creada por uno de los demonios mayores.

Todo cazador de sombras sabía exactamente que era Leviatán, puesto que era el monstruo terrorífico que aterrorizaba a los niños en alguno de los cuentos infantiles, y que, personalmente, alguna vez le había amenazado en sus pesadillas.

En un movimiento que sus ojos apenas pudieron percibir, la gigantesca serpiente enroscó el final de su cola rodeándola con fiereza alrededor de su cuello. Antes de poder mover a Cortana para seccionar el cuerpo de la serpiente, ésta se sumergió hacia las profundidades del océano arrastrando a Emma con ella haciendo que la espada de su padre se le resbalara de la mano justo antes de hundirse.

La criatura que nadaba a gran velocidad hacia el interior del agua salada, le impedía sacar la cabeza para poder coger aire, e incluso si eso le fuera posible, el agarre de la serpiente en su cuello era tan fuerte que le oprimía las vías respiratorias.

No podía respirar y no tenía nada con lo que poder liberarse del agarre en su garganta a excepción de sus uñas que en esos instantes eran escasas debido a que el nerviosismo y la ansiedad de las ultimas semanas la habían llevado a mordérselas hasta la carne. Clavó sus dedos en la piel escamosa de la criatura intentando soltarse, pero sus esfuerzos resultaban en vano. Cada vez le dolía más la garganta y le faltaba notablemente el aire haciendo que se mareara por la falta de oxígeno. Ya ni si quiera le picaban los ojos por el salitre del agua. Abrió la boca intentando buscar aire de forma desesperada, sin embargo su tráquea estaba tan oprimida que ni siquiera fue capaz de tragar agua. Podía sentir el vaivén de su cabeza, sus oídos taponados retumbando y como sus ojos vencían en un intento de provocarle un desmayo.

Fue entonces cuando notó como su estela se deslizaba de su bolsillo delantero perdiéndose bajo la arena del mar, recordándole que justo al otro lado tenía la pequeño cuchillo serafín en forma de daga guardado que también amenazaba con caerse de su bolsillo.

Sin poder esperar ni un segundo más estiró su mano encontrando la empuñadura y pesadamente, con las escasas fuerzas que logró reunir hundió la daga en el cuerpo de la serpiente a sabiendas de que en el intento podría terminar haciéndose daño en su cuello. Cualquier cosa era mejor que morir ahogada sin haber podido hacer nada para defenderse.

Hundió su arma una, dos y una infinidad de veces más haciendo que las escamas de la serpiente se desgarraran emanando una especie de sangre negruzca que se diluía con el agua. No paró de clavar la daga hasta que la criatura empezó a soltar su agarre y por fin pudo liberarse instantes antes de quedar inconsciente.

Cuando la serpiente la liberó, subió de forma agónica hasta la superficie, donde tomo una bocanada de aire que la hizo sentir como traída de nuevo a la vida. Todo había ocurrido demasiado rápido a pesar de que para Emma había parecido una eternidad. Desde la superficie del mar todavía podía ver la ciudad con lo cual nadando llegaría en tan solo unos minutos.

Horror. El miedo se volvió a apoderar de su cuerpo. Apenas había podido percatarse del hecho de que estaba sumergida en el origen de sus pesadillas mientras intentaba zafarse de Leviatán. Temblando y con la respiración y el pulso descontrolados , comenzó a pegar brazadas de forma desesperada intentando llegar lo más rápido posible a la playa. Su mente la hacía sentirse perseguida por todas las monstruosas y terroríficas criaturas que la acechaban en sus peores pesadillas, llevándola a un estado de absoluto terror parecido a una alucinación. El agua impactaba contra sus ojos dejándola parcialmente ciega mientras trataba de avanzar hacia las luces desdibujadas que la guiaban hacia la costa.

Nadó lo más rápido posible hasta llegar a la arena donde, todavía temblando por el miedo, intento poner la mayor distancia entre ella y él mar.

Completamente desfallecida, pasó varios minutos en los que todavía pensó que moriría por no poder controlar su respiración. Poco a poco su pulso se hizo más constante hasta llegar a regularse y su aliento se comenzó a calmar haciéndola consciente del dolor que el agarre de la serpiente le había provocado en el cuello.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba sola. Tanto los demonios Iblis como el brujo habían desaparecido. Esperaba que éste hubiese podido zafarse de ellos pero en su interior tenía la mala sensación de que eso no habría sido posible. Sobre la arena tan solo quedaban Cortana y la pequeña mochila con sus pertenencias.

Lord of ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora