Parte 27

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-Me sigues amando?

Mark quiso negarlo. En su condición de medio hada podía mentir, pero nunca se había sentido cómodo haciéndolo. Además tras años en la tierra de las hadas, viviendo y comportándose como ellas, no se le daba bien en absoluto.

Kieran Avanzó los pasos que los separaban hasta que casi podían respirar uno el aliento del otro. Buscó en los ojos de Mark algún indicio que le hiciera pensar en que este pudiese sentirse incómodo o fuera a rechazarlo. No lo encontró. Sin esperar más a su deseo, acercó sus labios a los de Mark en un suave y tenue beso de dulzura y cariño cogiéndole con ambas manos el cuello de la chaqueta que vestía el ahora cazador de sombras. Mark cogiéndole fuertemente de ambos lados del rostro se apretó más al príncipe profundizando en el ansiado beso que le devolvía de nuevo a lomos de su antiguo blanco corcel. Sentía la humedad de la tierra en la que siempre se tumbaba a contar las estrellas nombrándolas como a sus hermanos, aferrado al abrazo de Kieran.

Ambos se pasaron varios minutos besándose, recorriendo y explorando de nuevo cada milímetro de la boca del otro. El corazón de Mark volvía a latir nuevamente con alegría y vida, haciéndolo consciente del tiempo que llevaba alejado de aquellos sentimientos. Kieran. Sin duda ni su corazón, ni su mente, ni su cuerpo lo habían olvidado; y efectivamente había notado su ausencia.

"No" se dijo Mark. Había elegido.

Poco a poco fue soltando su agarre y relajando el beso hasta que ambos se separaron.

-Kieran, no puedo volver. - tomó aire pensándolo mejor, para expresar completamente como se sentía aunque eso supusiera hacerle daño a Kieran o a si mismo. - No quiero volver si no me necesitas.

Kieran lo Miró nuevamente apreciando la sinceridad en las palabras de Mark, y evitando mostrar un ápice de sus sentimientos.

-Siempre estaré en deuda contigo. - dijo separándose de Mark y volviendo hacia su corcel que permanecía en la misma posición esperando a su amo. - Mi corazón sigue y seguirá siendo tuyo. - continuó sin dirigir la mirada a su antiguo compañero. Subió con facilidad a su fiel caballo y comenzó su camino levantándose del suelo hacía el cielo hasta que desapareció.

Mark, que se había quedado sin palabras  observando su marcha, retomó su camino hacia el interior del castillo.

-Puedo preguntar cual es el motivo de vuestra desagradable visita. -comenzó hablando el rey con una voz de tono meloso a la par que denotaba crueldad en sus palabras, mientras ocupaba su lugar en el trono.

Emma impresionada y con un ligero temor se quedó examinando el asiento sobre el cual los observaba el rey en una posición imponente. Estaba hecho de un conjunto de espadas forjadas de plata y oro con joyas como rubís y zafiros decorando sus empuñaduras junto con unos palos blancos que no podía distinguir bien… No eran palos, eran huesos tanto con aspecto de animal como de aspecto humano dado la diferencia de tamaño. Huesos y espadas estaban unidos con ramas quemadas de árboles que se retorcían de maneras inimaginables dándole forma a un aterrador trono.

Él Rey los fulminó a todos con la mirada sin demorarse mucho en examinar a alguno de ellos.

Emma parecía dispuesta a tomar la palabra y ser ella quien llevara la voz cantante, cuando pensó que quizás esa misión no le correspondía a ella, sino más bien a alguno de los dos Centuriones a los que acompañaba.

A decir verdad, ninguno de ellos excepto Diego y Erika deberían estar allí en aquél momento, puesto que ahora los cazadores de sombras no podían inmiscuirse en temas en los que estuviera involucrado el mundo de las hadas; sin embargo, dado él odio expresado por el Rey hacía la Clave y el mundo de los cazadores, pensaron que cuantos más acudieran mejor resolverían la situación.

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