Parte 21

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-¡Ambriel! ¡Gadreel!- gritó los nombres de sus chuchillos para que éstos se iluminaran cobrando vida.

Hundió hasta el mango ambos serafines en dos rapiñadores que, saltando sobre ella, estaban a punto de atacarla por los costados. Fue tal la brutalidad del ataque que no pudo evitar emitir un gritó de triunfo mientras las empuñaduras se llenaban de icor quemándole la piel de las manos. Le resultaba indoloro. Tenía gotas de salpicaduras decorándole e hiriéndole el rostro, pero seguía firme en la batalla.

Mientras sucedía esto, Julian, disconforme por el hecho de que Emma le hubiese prestado su espada en lugar de los cuchillos, había cogido a Cortana y le había seccionado la cabeza del cuerpo a varios atacantes.

Consiguió llegar hasta Emma queriendo ausentarse por unos segundos para examinarle las heridas y curarla. Ya quedaban pocos rapiñadores, pero no se podían permitir el lujo de tomarse ese respiro. Juntos, como parabatai, hicieron frente a la lluvia de ataques de los rapiñadores acabando con ellos con precisión e impasibilidad.

El ataque quedó totalmente repelido cuando Erika, en menos de cinco segundos, lanzó tres golpes certeros con su cuchillo acabando con los últimos rapiñadores que quedaban, llegando a acabar con dos de ellos de una sola vez. Sin duda era una gran guerrera.

En cuanto la batalla terminó, Julian no pudo evitar acercarse a Emma para socorrerla en sus heridas, a pesar de que sabía que ella nunca aceptaría que éstas le causaban ni una ligera molestia. Pero apenas dio un paso hacia ella, cuando notó como Erika corría hacia él para terminar dándole un fuerte abrazo. Éste no pudo hacer otra cosa que devolverle el apretón con el rostro hundido en el castaño pelo de la centurión. Pudo vislumbrar a Emma que los miraba con dolor, mientras a su lado se colocaba Cristina siendo ésta finalmente la que se dispuso a dibujarle un par de iratzes cerca de las manos.

-Te has quedado sin armas Julian... no sabes el miedo que he pasado por ti.-dijo apartándose Erika para mirar a los ojos azulados de Julian. Le pasó una mano por su rizado cabello castaño oscuro para detener su caricia en su cuello sosteniéndolo antes de avanzar su rostro para posar sus labios sobre los de él.

Era un inocente beso, que Emma notó como un cuchillo sobre su pecho. Así que esto es lo que se sentía al ver a la persona que más amas en los brazos de otra persona. Notó la rabia, el dolor y la impotencia en su interior queriendo emanar en forma de saladas lágrimas, pero se obligó a reprimirse.

-Emma, ¿éstas bien? – preguntó Cristina cuando ya había terminado las iratzes viendo como ésta lucía afligida.

-Si- dijo Emma desviando la mirada de su parabatai para fijarse en las runas dibujadas en sus muñecas. Sin duda Cristina tenía precisión al dibujar las runas, pero no tenía la gracia natural y el talento que poseía Jules.

-Gracias Emma. – era la voz dulce de Julian que estaba situándose frente a ella tendiéndole de nuevo la espada de su padre. Estaba tan sumida en sus pensamientos que no había notado en que momento se había separado de Erika para dirigirse hacia ella.

-No hay de qué. –habló secamente y con enfado.

Diego se situó con el resto del grupo con las manos en la cintura y gesto de molestia.

-Los rapiñadores asesinan en nombre de submundos. – Inquirió disgustado hablando con todos y con nadie a la vez- Alguien había planeado este ataque.

Sin duda estaba frustrado, a pesar de que por su parte había solventado muy bien el ataque de los rapiñadores. Por lo general no son muy inteligentes, pero, siendo un número tan grande y ante la poca previsión, habían resuelto con éxito la batalla.

-O quizás han sido convocados por algún brujo. – Sugirió Emma mirando a Diego, todavía con el pelo intacto y sin ninguna gota de sudor; como si no hubiera participado en la lucha. Ella por el contrario, tenía la trenza despeinada con el pelo pegándose en el rostro por el sudor y la ropa con salpicaduras de icor.

-Sea lo que sea, la Clave no va a estar contenta. –Habló Erika cogiendo de la mano a Julian y mirando a su compañero. Erika, la cual también parecía disgustada y frustrada, no lucia tan impecable como Diego. - No hemos conseguido información.

-No ha sido culpa nuestra.- Indicó rápidamente Cristina.

-Lo sé,- dijo Diego- pero deberíamos haberlo presentido.

Todos se quedaron cruzándose las miradas en silencio sin saber muy bien que hacer o que decir con respecto a lo sucedido, para que finalmente fuese Jules quien hablara:

-Aquí ya no podemos hacer nada. – miró a su alrededor – Recojamos las cosas y volvamos al instituto. Es tarde y todos necesitamos una ducha.

...

En el trayecto de regreso al instituto Diego decidió ser el que tomará el control del coche, a lo que todos accedieron puesto que parecía ya bastante frustrado por lo sucedido con el hada como para perder el tiempo discutiendo. A pesar de esto, Emma estaba disconforme ante el hecho de que Diego no parecía encontrarse en las mejores condiciones para llevar el mando del vehículo. Cuando ésta se dispuso a ocupar el lugar del copiloto, Cristina le pidió el favor de ser ella quien se sentara junto al centurión, puesto que sabía que si alguien era capaz de hacerle sentir mejor seguramente fuese ella.

Eso significaba que estaría en los asientos traseros junto a Julián y Erika, justo cuando creía que ya había tenido suficiente de éstos por hoy. Pero obviamente le concedió dicha petición a su amiga, en parte porque tenía razón, y también porque se sentía en deuda con ella por haber estado tan ausente durante las últimas semanas.

Se pasó el mayor tiempo del viaje mirando por la ventana trasera el oscuro paisaje de la madrugada tan solo iluminado por la tenue luz emitida por las farolas acompañada con la luz propia de la luna menguante.

-Creo que después de lo de esta noche a la Clave no le va a quedar más remedio que darnos la autorización para acceder al reino de la luz. - Habló Diego desde el asiento de delante de Emma cuando ya vislumbraban a lo lejos el instituto. A pesar de que la Clave se disgustaría por no haber obtenido información de Sasne, estaría ansiosa por descubrir porqué está estaba tan temerosa. Además era la segunda vez en un mismo día que dos hadas nombraban al rey no seelie.

-Ya lo creo.-suspiró Cristina dándole la razón. -Ha sido una larga y agitada noche. - añadió pensativa mirando ella también el paisaje.

Emma iba a hablar para comentar algo así como "Por lo menos hemos tenido una buena batalla" cuando se percató de que Julián y Erika viajaban en silencio con las manos entrelazadas. Recordó en su mente el momento en el que los labios de Jules y los de Erika se juntaban. Había sido un suave beso, pero aun así le dolía en el pecho pensar en ello.

Finalmente, decidió no comentar nada y volver a su silencio mirando el paisaje, pero antes de hacerlo observó que las manos de Erika y Julián no habían estado entrelazadas, si no que Jules tenía la palma de la mano extendida sobre su rodilla y ella con sus dedos sobre ésta le dibujaba círculos. No, no estaba dibujando formas aleatorias. Quiso negárselo hasta que vio que Julián volteaba a su mano y comenzaba a escribir en la palma de la centurión.

No se lo podía creer, estaba utilizando con Erika el lenguaje que usaban ellos desde niños, escribiendo el uno en la piel del otro mensajes ocultos que no querían que los adultos escucharan.

Lord of ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora