Parte 50

396 21 0
                                    

Llegó hasta su habitación lo más rápido que sus delgadas piernas le permitieron, dejando la puerta entreabierta sin detenerse ni a cerrarla.

Su respiración todavía estaba agitada. Definitivamente ahora que se encontraba sola se daba cuenta del tremendo error que había cometido liberando sus sentimientos hacia Julian. No era justo ni para Mark, ni para su parabatai, ni para ninguno de los Blackthorn tener que sufrir las consecuencias de sus actos por no haber sabido actuar con responsabilidad y dejarse llevar por su egoísmo. Pero lo necesitaba. Por primera vez en un largo tiempo se había sentido bien consigo misma, bien con el mundo, olvidándose de todo los peligros que siempre los acechaban.

Todavía veía la decepción en el color oro y azul de los ojos de Mark, lo defraudado que estaba con ella. Él también estaba metido en el problema, quizá al principio no hubiese sido del todo consciente, pero en cuanto ella se sinceró después del beso, éste había decidido ayudarla con todo lo que estuviera en su mano. ¿De qué servía que le ayudara si luego ella lo echaba a perder perdiendo el control de sus emociones?

Sabía lo que debía hacer. La maldición seguía ahí. Por mucho que eso les rompiera a ambos, debían separarse nuevamente, la idea de irse a Nueva York o quizás a cualquier otro instituto del mundo parecía cada vez más sensata.

Abrió su armario para buscar una ropa distinta que ponerse, ya que aunque le encantase vestir con prendas de Julian, seguro que todos se extrañarían de que fuese recorriendo los pasillos del instituto de esa manera.

Cogió una camiseta básica negra con tirantes, cuando se detuvo mirando la foto de sus padres que guardaba en el centro del armario. Unos días después de la muerte de Malcom, cuando al fin se sintió preparada, deshizo el gran mural con todas las pistas y fotos y las guardó en una caja de cartón que ahora se encontraba escondida en uno de los cajones. Tan solo había dejado la foto de ellos sonriéndose, un momento de felicidad inmortalizado en una simple fotografía.

Desde que ellos se habían marchado de su vida, había estado tan sumida en su venganza que no había reparado en que no estaba preocupándose por su felicidad ni por sus sentimientos hacia Jules. Convirtió aquel hecho en el objetivo de su vida, y creyó que encontrar al responsable de sus muertes la haría sentirse mejor, pero acabar con Malcom no la alivió, la maldición parabatai seguía sin dejarla disfrutar de su felicidad a pesar de haber encontrado a la única persona que podría proporcionársela. Y ahora estaba Annabel...

Nunca podría sentirse bien consigo misma, los momentos de bienestar y tranquilidad eran tan escasos que apenas le daba tiempo a saborearlos y el buscarlos parecía acabar perjudicando siempre a alguien. Quizás no estaba hecha para ser feliz.

Posó las palmas de sus manos sobre sus ojos cerrados intentando clamar su mente, que no paraba de darle vueltas a una multitud de pensamientos.

Notando la aspereza de la piel de sus palmas sobre sus párpados, recordó los momentos en los que se encontraba sentada sobre la hierba del descampado con Julian entre sus brazos mientras Annabel reía tratando de arrebatarlo de su lado para siempre.

La había frenado. Había sido capaz de hacerle frente con un poder que ella desconocía, con un poder que Julian le había otorgado enamorándose de ella. Quizás éste era el poder al que debían enfrentarse, el poder para el que no estaban preparados.

Separó las manos de su rostro y se quedó mirando momentáneamente los surcos que se dibujaban en la palma de su mano, recordando la sensación que experimentó cuando de estos surgió la extraña bruma violeta. ¿Sería capaz de volverlo a hacer?

Entrecerró los ojos para  enfocarse en la piel de sus manos marcando las arrugas de expresión de su frente durante unos segundos. No pudo evitar pensar en el momento cuando creyó que Jules moriría, la sensación de vacío que esto le provocó y como la invadía un deseo inmenso de protegerlo con su propia vida. Estando en ese pensamiento, levemente se comenzó a crear un aura entre sus dedos.

Lord of ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora