Parte 4

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La noche estaba bastante avanzada cuando el estruendoso ruido de una llamada entrante en el móvil sacó de sus pesadillas a Julian. A tientas en la penumbra rebuscó con el brazo en la mesilla de noche su móvil, pero en su intento solo logro tirarlo al suelo obligándole a incorporarse para recogerlo.

Con una luz que le deslumbró que emanaba de la pantalla, logro reconocer el nombre del contacto.

Diana.

Sentado en la cama, se tomó unos segundos antes de contestar para aclararse la voz y mirar la hora en el reloj. 6:23 de la madrugada. Genial. Apenas había dormido más de cuatro horas. Descolgó.

-¿Diana? ¿Pasa algo?-respondió con la voz ronca y aprovechó para apartarse del rostro su pelo rizado y bostezar.

-Hola Julian, disculpa que te despierte. - Diana al contrario que él tenía el tono de voz despejado aunque se le notaba ligeramente alterada.- Tengo un aviso. Han encontrado el cuerpo de un brujo en el parque que hay cerca de la Universidad de Los Angeles. Yo no estoy en la ciudad. ¿Podéis ir varios a ver qué ha pasado?

-Creía que habias dicho que te ibas a casa. - le reprendió Julian.

El silencio se hizo cortante como el filo de una navaja al otro lado de la línea.

-¿Puedes ir? - volvió a preguntar Diana con un tono de voz bastante desagradable dejando claro que estaba molesta por el comentario.

-Claro, -suspiró agotado- ahora despierto a Mark y en unos minutos salimos para allá.

-Gracias. Estará esperándoos la bruja que lo ha encontrado, se llama Rose. Avísame de todo cuando vuelvas al instituto.

-De acuerdo. -contestó Julian antes de ser consciente de que Diana ya había cortado la comunicación.

Pesadamente se levantó de la cama estirándose, sintiéndose ligeramente engarrotado. Se dirigió al baño para aclarase la cara y despejarse un poco. Se mojó también el pelo para peinarse, puesto que antes había resultado en vano; haciendo que fuera consciente de que seguía con su torso desnudo cuando le caían algunas frías gotas de agua en el pecho recordándole que tenía que recoger la chaqueta del equipamiento y su camiseta del estudio.

Rápidamente salió de su habitación y se dirigió por el pasillo hacia la habitación de Mark. La noche era oscura y se notaba que había bajado varios grados de temperatura el ambiente, pero aun así él no sentía el frío. Golpeó con un ligero toque con los nudillos la puerta de Mark.

-Mark- susurró fuertemente sin llegar a ser el timbre de su voz normal. Tras unos segundos en los que no obtuvo respuesta, volvió a golpear más fuerte y esta vez con su tono de voz normal volvió a llamarle.- Mark.

Sintió varios pasos con el crujir de la madera y escuchó tras unos instantes como desde el otro lado se deslizaba el seguro que bloquea la puerta de la habitación y se abría dejando al descubierto a una bella y adormilada Emma. Julian no pudo evitar notar como el latido de su corazón se hizo más sonoro con su presencia. Tenía el pelo revuelto y vestía con unos ajustados pantalones shorts de color gris, junto con una camiseta blanca a juego en la que estaba escrito "¡Good night!" en el centro, con igual tono de gris que sus pantalones.

Emma, con los ojos achinados por el sueño y frunciendo el ceño, se restregó con una de las manos los ojos en un intento de aclararse la visión.

-Jules.- Susurró ella mientas bajaba la vista y recorría con la mirada su torso desnudo. Tragó saliva. En seguida notó que era verdad que Julian había perdido peso. A pesar de que seguía teniendo sus grandes y definidos músculos, era evidente que había perdido volumen. Intentando desviar la mirada de él, miró hacia el fondo de la habitación, donde se encontraba Mark bajo las sabanas todavía profundamente dormido.

Volvió a mirar a Julian directamente a los ojos viendo que había pasado de un rostro cansado por el sueño a lucir con una dura expresión de molestia.

-Despierta a Mark y dile que me busque en la sala de armas. Es urgente. -le espetó secamente, mientras se volvía sobre sus talones avanzando por el pasillo.

Emma salió precipitadamente de la habitación intentando hacer el menor ruido posible, sobre todo al cerrar la puerta. Aceleró el paso tras Julian susurrando su nombre, sin que él se detuviera a esperarla. Sabía perfectamente que la estaba escuchando pero que le estaba haciendo caso omiso. Corrió suavemente hasta que lo alcanzó y cogiéndolo de un brazo lo obligó a detenerse. Se giró encarándola a la vez que fruncía el ceño y apretaba los labios esperando una explicación.

-No voy a despertar a Mark si no me dices que pasa.- vaciló Emma colocando una de sus manos en la cintura.

-Hay un aviso- contestó sin más, como si con esas tres simples palabras lo explicara todo.

-Bien, te acompaño.

-No. -voceó cruzándose de brazos y con un aspecto más molesto que antes. No sabía que alguien que ya lucía verdaderamente enfadado pudiese parecerlo todavía más. Con la voz más calmada prosiguió.- Quiero que venga Mark.

-Si te sirve Mark, te sirvo yo.- Emma también cruzó los brazos bajo su pecho a la defensiva.

Ambos estaban de pie, uno frente al otro, mirándose fijamente con los brazos cruzados, retándose mutuamente. Finalmente, Julian resopló resignado y relajó su expresión y bajó los lados a ampos lados apretando los puños.

-No tengo ganas de discutir. Vente.- y se volvió de nuevo y continuó su viaje por el pasillo.

Emma se fue directa a su habitación quitándose rápidamente el pijama y equipándose con el traje de combate de cuero. Se dirigió a su aseo, como pudo se desenredó el pelo y lo anudó con habilidad y rapidez en una larga trenza rubia. Cuando llegó a la sala de armas, Jules ya no estaba dentro; seguramente ya debía de estar en el interior del coche con el motor encendido esperándola. Cogió un par de cuchillos serafín que guardó en su cinturón y se colgó en la espalda a Cortana. Lista.

Sabía que ahora tendría un momento a solas con Julian tras una semana en la que él la había evitado por todos los medios.

"Si, ahora no tendrá más remedio que estar conmigo", pensó Emma.

Tal y como suponía, cuando salió por la puerta principal del instituto, Jules estaba frente a ella, listo en el coche. Avanzó decididamente y se sentó de copiloto.

...

Llevaban más de medio camino recorrido con un largo e incómodo silencio. Le gustaba volver a estar sentada de nuevo en su antiguo asiento, con los pies en el salpicadero, como siempre había sido. Aunque a la vez todo era raro. Se incorporó en su asiento y se volvió a hacia Julian. Si no hablaban ahora no sabría si tendría otra ocasión para hacerlo de nuevo, al menos no en un corto periodo de tiempo.

-Este silencio me mata. - resopló. Julian se mantuvo callado, manteniendo la velocidad y sin apartar la mirada de la carretera, como si ella no hubiese hablado. Emma se volvió hacia el frente y empezó a jugar con sus manos dejando salir a flote se nerviosismo.- Somos parabatai, Jules, somos para siempre ¿lo sabes?

Él por primera vez reaccionó levantando una ceja y mirándola con el semblante serio en un rápido vistazo antes de volver a centrarse en la carretera. De nuevo, silencio.

-¿Vamos a estar así siempre? -preguntó en voz alta Emma ahora dejando entrever que con su actitud la estaba enojando. - Vamos a tener que hablar y solucionar esto tarde o temprano.

Se quedó mirando a Julian notando que él se estaba mordiendo el labio inferior y apretando las manos sobre el volante. Se había estado mordiendo de nuevo las uñas.

-¿Quieres hablar? –Respondió.- Habla. Soy todo oídos.

Lord of ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora