Parte 18

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-Em –le llamó la atención Mark viendo que esta se mostraba distraída- mira a ver quién hay en el piso de arriba. Yo voy a la sala de entrenamiento y a la del ordenador a ver quién hay por aquí.

Ella enseguida cogió camino subiendo las escaleras, desapareciendo de la vista de Mark que la había estado observando sonriente. Sin duda cada vez estaba más cómodo con Emma y con la idea de que ella fuera su novia. Aunque de momento lo único que sentía eran cariño y atracción física. No conseguía llegar a tener ese extraño sentimiento que había tenido con Cristina, la única que se había colado ligeramente en su mascullado corazón que todavía latía al compás del nombre de Kieran.

Avanzó por el pasillo yendo directamente al salón, puesto que era más probable que a esas horas de la noche los niños estuvieran mirando algo en el ordenador y no entrenando.

Tal y como se acercaba a la puerta podía sentir el notorio silencio del ambiente, dudando por un momento de que hubiese alguien dentro de la sala. Aun así, solo por asegurarse, decidió abrir la puerta para examinarla.

Estaba semi vacía, tan solo se ubicaban en el sofá del fondo Cristina y Diego sumergidos en un intenso beso mientras sus manos rebuscaban en el cuerpo del otro. No tardaron en separarse al escuchar que la puerta se había abierto sintiéndose los dos avergonzados, sobre todo Cristina que desviaba la mirada de Mark evitando a toda costa cruzarse con sus ojos.

Mark se quedó sin habla durante unos segundos por el shock, no solo por el hecho de haber interrumpido una escena tan íntima, sino también por volver a visualizar como Cristina besaba a Diego. Mark sabía en su interior que estaba siendo injusto sintiendo ese resquemor hacia la joven cuando precisamente él había dejado claro que su presente era Emma. Aún así no podía evitar sentir celos de que fuera otro el que besara sus labios o el que tocara su morena piel.

-Disculpad, -dijo Mark todavía aferrado fuertemente al pomo de la puerta - no pretendía interrumpir. – Deseó que Cristina le mirara para descifrar la expresión de su rostro pero ésta se negaba a enfocar sus ojos en él. Tragó saliva antes de volver la mirada hacia Diego quien miraba con una ligera confusión quizás con la necesidad de saber el porqué de la irrupción de Mark. - Julian está haciendo la cena, cuando queráis podéis venir. –aclaró.

Y dicho esto, cerró de nuevo la puerta dejándose caer sobre la pared durante unos instantes antes de regresar a la cocina, para intentar organizar el batiburrillo de sentimientos y pensamientos que nadaban en su interior.

...

Acababa de empezar a hacer la cena cuando apareció dentro de la cocina Mark con un aspecto aturdido rascándose de forma nerviosa el nacimiento del cabello con una de sus manos en la nuca.

Casi sin mirar a Jules, se dejó caer en una de las sillas con la mirada perdida y la cabeza gacha, sumergido en sus pensamientos.

Jules no pudo evitar sentir compasión por su hermano mayor, aunque físicamente esto último fuera bastante dudoso. Sabía que había estado intentando comportarse como otro cazador de sombras normal adquiriendo de nuevo el lenguaje mundano, y que en parte el estar con Emma le había beneficiado mucho. Pero aun así muchas veces se notaba el claro anhelo que sentía su medio hermano por el mundo de las hadas y la cacería.

-Mark, -le llamó Julian la atención. Éste dirigió su mirada hacia su hermano pequeño con las cejas levantadas con curiosidad esperando el porqué de su llamada- ¿estás bien?

Se dejó caer totalmente sobre el respaldo de la silla y levantó sus brazos acomodándolos tras la cabeza a la par que resoplaba. Jules examinó a su hermano y se alegró de ver que físicamente se le veía mejor aspecto y más musculo. Los cazadores de sombras crecían rápido si se nutrían bien y entrenaban y a la vista estaba que el Mark que ocupaba la silla era prácticamente el doble del maltrecho Mark que llegó herido al Santuario hacía ya casi un mes.

-Si... - contestó pesadamente alargando el monosílabo- es solo... - y ahí cortó la frase para volver a acomodarse con los codos en la mesa mirando como Jules seguía cocinando. -Da igual, no tiene importancia. Así que Erika, eh... -le dijo en un tono burlón moviendo las cejas repetidamente con una radiante sonrisa.

-Por el ángel, Mark... ¿En serio quieres hablar de chicas? ¿No somos mayores para eso?- dijo sonrientemente Julian pensando que era una actitud infantil.

Mark no rió, de hecho se entristeció. Viendo la reacción de su hermano con la curva de los labios bajos, Jules no puedo evitar copiar su mismo gesto.

-Supongo que sí, -respondió Mark con la voz ronca y cautelosa - es solo que nunca tuvimos la oportunidad de hacerlo.

Una punzada dentro del pecho le inundó de tristeza. En cierta manera se les había arrebatado la posibilidad de actuar así, de hacerse preguntas sobre chicas y hablar de sus novias... Así pues, ¿Por qué no recuperar el tiempo perdido?

Porque él no quería hablar con Mark de Emma. Con la información que tenía y las suposiciones que tenía en su imaginación era más que suficiente.

En cierta manera fue consciente de que su enfado con Emma también había repercutido en su relación con Mark, puesto que apenas habían hablado desde que éste inició su noviazgo con Emma, a pesar de que él era ajeno a sus sentimientos por ella.

-Si Mark, Erika. –respondió finalmente Jules mostrándole a su hermano claras intenciones de continuar con la iniciativa charla.

-Hay que ver cómo has crecido, Jules. –respondió Mark más animado con la cabeza dirigida hacia el techo de la cocina. -Todavía te recuerdo como el joven niño que iba con su amiguita Emma a todas partes, y ahora ya eres todo un cazador de sombras con novia.

Jajaja, ¿con novia? Pensó Jules en su interior sin saber por qué Mark daba por hecho que Erika era algo más que su amiga. Se pasaban muchas horas juntos e incluso, en dos ocasiones, se habían dado un ligero beso siendo solo un leve toque de labios. Pero de esos juegos de niños a considerarla novia, había un paso.

-Para empezar, Erika no es mi novia; -aclaró Jules- y está claro que a Emma ya no la recuerdas como a una niña.

Con alguien a quien recuerdas como una inocente niña no podías tener la relación que Jules suponía que tenía Mark con Emma.

Ninguno de los dos fue consciente de que ella casi iba a entrar en la sala cuando decidió en ese instante quedarse rezagada oculta en un lateral de la pared fuera de la cocina escuchando. Si, era de mala educación, pero con la buena educación no se iba a enterar de las cosas que decían sin estar ella presente.

-Tú no lo debes ver por todo el tema parabatai, pero Emma es una chica increíble. Es una joven cariñosa a la par que valiente; aventurera y protectora. –dijo Mark centrando todos sus pensamientos en su novia intentando olvidar a Cristina, mientras Jules seguía con la mirada fija en su tarea.

Que me vas a contar a mí, pensó éste sabiendo que mejor que él a Emma no la conocía nadie.

-Además- continuó- es una mujer muy hermosa y tiene un cuerpo que...

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