Parte 19

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-Además- continuó- es una mujer muy hermosa y tiene un cuerpo que...

-¡Mark!- le cortó Julian antes de saber cómo terminaba la frase. No quería saberlo, él ya era consciente de todas las virtudes de Emma tanto a nivel físico como interior.- Oye, sé que te han dicho que Emma ha tenido varios novios y sé que parece fuerte, pero no le hagas daño. Si ella sufre, lo sabré. – se señaló encima de la camiseta justo donde tenia grabada en la piel la runa parabatai, la runa permanente que Emma dibujó en él.- Y no importa que seas mi hermano, no juegues con ella. –dijo en un tono vagamente intimidante sin poder evitar que se le escapase una sonrisa al ver a Mark reírse mientras él le señalaba de forma acusatoria .

-Tranquilo hermanito, mis intenciones son buenas. –Rió éste levantando ambas manos en señal de rendirse, ocultando totalmente que fue Emma la que quiso iniciar una relación ficticia con él.- Y volviendo al tema de Erika... ya que no es tu novia,- dijo alargando las palabras mientras llevaba la vista hacia el techo- ¿Cuándo le vas a pedir que lo sea?

-De momento no se lo voy a pedir,-aclaró Jules- solo nos hemos dado un par de besos tontos como niños...

Cortó la frase cuando visualizó la silueta de Kit y Ty en el umbral de la puerta de la cocina, con este último mirando a un lateral.

-¿Emma que haces ahí parada?- preguntó Ty con inocencia y curiosidad.

Emma podía sentir que toda la sangre del cuerpo se le acumulaba en rostro adquiriendo un tono rojo bermellón provocando que le ardieran las mejillas. Estaba tan inmersa escuchando la conversación de los dos jóvenes que no se había percatado de que Tiberius y Kit habían llegado hasta su posición.

Con toda la dignidad que pudo, que en esos instantes era escasa, se descubrió de entre las sombras del pasillo mostrándose ante Julian y Mark que la miraban estupefactos.

-Nada.- contestó antes de entrar en la cocina, coger de la encimera el sándwich de queso que Jules le había preparado y hundirse en su asiento sin cruzar la mirada ni la palabra con nadie durante su trayecto.

...

Los cazadores más adultos y los centuriones fueron los primeros en disfrutar de la cena, para de esta forma dejar a los pequeños cenando mientras ellos se marchaban a la misión. Durante la corta cena, Emma se había mantenido absorta en sus pensamientos. Y para sorpresa de ella, cuando los niños se sentaron para cenar, se les unió el tío Arthur, el cual momentáneamente sufría un tramo de lucidez.

Julian agradeció éste hecho debido a que no tenía la suficiente confianza con Erika como para contarle la verdad, y le empezaba a faltar imaginación para excusar la notoria ausencia de su tío por los pasillos del instituto. Aun habiendo un adulto al cuidado de los niños, tanto Jules como Mark insistieron en quedarse a supervisar a los niños y acostarlos a todos, ya que al día siguiente deberían retomar las clases, pero finalmente fue el mayor de los hermanos el que se quedó a su cuidado.

Iban por la solitaria y oscura carretera hacia la universidad de los Angeles con la esperanza de que el hada hubiese recibido el mensaje que la citaba a reunirse con ellos. Al mando del Toyota estaba Julian quien se mantenía en silencio mirando la carretera aunque esporádicamente miraba por el retrovisor el reflejo de Erika que se situaba en uno de los asientos de atrás. Junto a ella se encontraban Cristina y Diego quienes se habían mantenido cogidos de la mano durante todo el trayecto.

Emma en el asiento del copiloto no podía evitar sentir que estaba demás en esta misión, que iba a ser un simple y aburrido interrogatorio. Quizás habría sido mejor idea quedarse junto a Mark en el instituto. Podrían haber entrenado o subir al tejado a contemplar las estrellas y contarse nuevamente historias.

Por suerte, el recorrido se hizo ligeramente corto, y al estacionar cerca de la zona donde anteriormente habían encontrado a Rose junto al cadáver de su amigo Theodor, vieron una silueta oculta cerca de los árboles que les observaba de manera nerviosa e inquieta.

Rápidamente, todos se bajaron del coche, y fue Diego quien, para disgusto de Emma a la cual le gustaba encabezar las patrullas, lideró el grupo hacia la delgada silueta.

En cuanto reconoció las vestimentas típicas de los cazadores de sombras y centuriones, salió de la oscura arboleda una joven hada cuyo cabello negro se iluminaba en destellos verdosos debido a la luz de la luna, que estaba bastante alzada esa noche y alumbraba de manera audaz. Tenía el cabello semi ondulado no más largo de la altura de sus omóplatos, y vestía con un fino y corto vestido que dejaba ver su desnutrido cuerpo. Emma sintió frío tan solo de verla.

Los miraba con unos ojos grandes y oscuros, con el miedo reflejados en ellos. Estaba claro que se había estado escondiendo de algo que verdaderamente le aterrorizaba.

-¿Sasne?- preguntó Diego con la voz pausada y las manos en alto, como quien se acerca a un cervatillo acorralado que parece dispuesto a huir corriendo de un momento a otro.

-Centuriones. –afirmó ella con una aguda voz que a la vez que resultaba estridente también era melódica. El pecho le subía y bajaba rápidamente debido a su respiración acelerada y nerviosa. Sus ojos inquietos no paraban de moverse mirando a todo su alrededor deteniéndose solo unos instantes en ellos.

-No venimos a hacerte daño.- añadió el mexicano con toda la veracidad que había en esa afirmación.

No iban a hacerle daño siempre y cuando no ocultara información a los miembros del Escolamántico y los ayudara, si no el hada sería castigada acorde a la decisión impuesta por la Clave.

-Necesito protección. –indicó hablando como si solo se dirigiera a Diego.

Este hecho disgustó ligeramente a Erika, quien se encontraba al lado de Diego y quien también se sentía relevante en la conversación.

-Primero cuéntanos que hacías la otra noche merodeando por el lugar de un crimen.- pidió en voz de queda la centurión cruzándose de brazos en un intento de imponer autoridad.

El hada dudosa y asustada miraba a ambos centuriones mientras seguía con la respiración agitada.

-Debéis ayudarme, es vuestro deber.- jadeó en un tono de súplica.

Emma no pudo evitar sentir lástima al verla en un estado tan vulnerable. En sus ojos hinchados por la falta de sueño se podía reflejar la sensación de horror que seguramente sentía por dentro. Quizás deberían llevarla al santuario y continuar allí la conversación.

-Contesta a la pregunta. – insistió de nuevo Diego ansioso por resolver la situación.

Lord of ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora