Parte 32

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Emma entró en su habitación pegando un gran portazo. Se sentía furiosa y a la vez frustrada por no haber sido capaz de mantener la boca cerrada. No aguantaba ni un segundo más en el instituto, necesitaba salir de ese techo ya, al menos por unos días.

No tenía planeado como lo iba a hacer. De momento se conformaría con coger una muda limpia, a Cortana y su móvil.

Llamaría a Clary y se iría al día siguiente recogiendo sus cosas antes. Sí, ese sería el plan; mientras tanto esta noche podría pasarla en casa de Cameron o en alguna playa. Pensándolo mejor, enseguida se decantó por la playa; no tenía ganas de volver a reencontrarse con su exnovio.

Con rapidez, metió un par de prendas mal combinadas dentro de una pequeña mochila que colgaba de su perchero, se cambió la ropa de deporte por unos shorts vaqueros y una camiseta, y tras colocarse unas bambas se vio preparada para salir del instituto. Pasó momentáneamente por la sala de armas donde había dejado colgada a Cortana y de paso cogió un cuchillo serafín y una estela por si acaso.

Cortana iba a ser mejor compañía que cualquier persona.
Llegó corriendo hasta la playa dejando atrás encerrados en el instituto sus sentimientos y recuerdos intentando que no la acompañaran en esta nueva aventura. Y tras correr un poco más sobre la fina y húmeda tierra, finalmente decidió sentarse cerca de un acantilado desde el que observaba panorámicamente todo su entorno: el sol de mediodía decorando el cielo, el azul marino del mar rompiendo contra las rocas… todo ello acompañado de la suave brisa que le hacía respirar aire freso.

Pasó allí horas y horas hasta que el sol terminó por ponerse indicando que la noche empezaba. Secó sus lágrimas con las manos y sacó su móvil. 0 llamadas, 0 mensajes. Bien. Más allá de las diez de la noche y nadie la estaba buscando, nadie notaba su ausencia.

Iba a tumbarse para contemplar las estrellas cuando algo llamó su atención, a lo lejos, bajo la rocosa colina, en la lejanía de la playa ocasionalmente se vislumbraban unos destellos color oro.

Quiso hacer caso omiso pero su instinto como cazadora la obligaba a acercarse y comprobar de que se trataba. Se levantó y se colocó de nuevo su pequeña mochila, cogió a Cortana y en los bolsillos delanteros del pantalón se colocó el chuchillo serafín, que más bien era una pequeña daga grabada con runas y en el otro la estela. Ambas sobresalían pero eso ahora carecía de importancia.

Tal como avanzaba podía percibir que se trataba de volutas de fuego lanzadas seguramente por un brujo. Caminó más deprisa para acercarse más a la posición del brujo y entonces los vio.

Era un grupo numeroso de demonios iblis, demonios que estaban formados por un espeso humo negro que giraba lentamente formando la forma y tamaño de una figura humana.

Tenían rodeado a un brujo de pelo negro de aspecto latino que estaba acorralado ente los demonios y el mar.

No podía contarlos bien, pero sin duda eran más de una decena.

Por lo general eran bastante estúpidos pero Emma ante la duda de poder salir lastimada por un grupo tan grande se dio cuenta de que tendría que pedir refuerzos. Estaba en una playa bastante alejada del instituto pero si salían ya mismo con el coche quizás en varios minutos podrían personarse en el lugar.

Sacó su movil con facilidad marcó el número que mejor recordaba: Julian. Por enfadados que estuvieran, ante un grupo de demonios esto era algo que debían pasar por alto.

Habían terminado de cenar y los niños no tardarían en irse a sus habitaciones a dormir. Mark se había propuesto para ser él quien durmiera a Tavvy dejando así a Jules para que tuviera un momento de relajación.

Julian aprovechó y salió del instituto para quedarse sentando en los escalones de la entrada principal mirando un poco todo y nada a la vez. Sus pensamientos le perseguían una y otra vez pensando en que iba a perder a Emma incluso como amiga. Se enfurecía todavía más con Emma y consigo mismo.

Sabía que no se encontraba en el instituto, lo sentía, y que seguramente estaría corriendo por la arena de la playa descargando sus sentimientos, pero llevaba fuera todo el día y empezaba a preocuparse.

Sí, quizás había vuelto a ser muy duro con Emma, pero era ya el último recurso que le quedaba antes de ponerse a suplicarle que cambiara de opinión. Y Emma era muy terca, solo hacia falta que quisieras algo para que reaccionase haciendo justo lo contrario.

Sin esperárselo, la puerta se abrió para dejar salir a Erika.

Llevaba puesto un corsé de color azul marino con encaje que mostraba a la perfección su figura. Junto a éste llevaba puestos unos leggins negros ajustados que marcaban el contorno de sus piernas, las cuales parecieran más largas al lucir unos brillantes tacones.

Llevaba el pelo suelto, como siempre, un rasgo que a Julian le gustaba en las mujeres sobretodo en Emma, ya que de ese modo el sol reflejaba mejor sus diversos tonos.

Aún teniendo a una espectacular y sonriente Erika delante suyo no podía dejar de compararla con Emma.

-Hola Julian- saludó ella mientras se colocaba junto a él en el mismo escalón sentándose con delicadeza. Él la había estado observando desde que había abierto la puerta y cuando estuvo frente ella avanzó lentamente su rosto dándole un suave beso en los labios.

Era rutinario que se encontraran todas las noches en algún rincón del instituto y hablaran de mil y una cosas o últimamente se dedicaran a darse besos de vez en cuando.

-¿Va todo bien Julian?- le preguntó con una sincera sonrisa.

No. No va nada bien. Voy a perder a Emma y te voy a perder a ti también si mi cabeza no deja de pensar en ella” pensó su mente. Pero obvio no iba a ser sincero en ese aspecto con Erika. Simplemente asintió y le devolvió una forzada sonrisa que ella no notó.

Emma. Erika. Emma. Erika. Su mente estaba saturada por hoy.

Debía elegir y centrarse de una vez por todas. A Emma nunca la volvería a tener, estaba prohibido, y claramente ella no quería, tanto que estaba predispuesta a desaparecer de la vida de él aunque quisiera evitarlo.

Sin embargo Emma tenía razón, tarde o temprano cada uno reharían su vida junto a otra persona. Se equivocaba en lo de separarse como parabatai, pero tenía razón en eso.

Y allí estaba Erika, una chica guapa, simpática que parecía dispuesta a darlo todo por él.

-Erika, lo he estado pensando mucho… - paró en seco unos segundos para tomar aire pensando bien lo que quería decir. Ella le miraba expectante con el color ámbar reflejado en sus ojos. Tuvo que tragar saliva antes de poder continuar - y me gustaría dar un paso más en nuestra relación.

Por un momento Erika relajó su postura, dándose cuenta Jules de que había estado tensa desde que él había comenzado a hablar.

Sacudió ligeramente la cabeza cerrando los ojos intentando deshacer todos los pensamientos que en un segundo habían aparecido en su mente, pero seguidamente volvió a centrarse en Jules con un brillo especial en sus ojos y una sonrisa bastante pícara.

-Sé exactamente a lo que te refieres.

Se abalanzó sobre él rodeándole el cuello con uno de sus brazos buscando de forma pasional su boca. Jules recibió el beso sorprendido sin saber muy bien como debía reaccionar. Erika posó su otra mano sobre el pecho de Julian y fue deslizándola había bajado hasta llegar a la zona de sus vaqueros, por debajo de la cintura.

Mal. No se refería exactamente a eso con dar un paso más, era algo más en el aspecto sentimental que físico. Abriendo mucho los ojos intentó escabullirse de las manos y la boca de Erika para poder explicarse.

-Erika, no. También quiero ese paso,-  aseguró Jules viendo que Erika se alejaba de él completamente ruborizada y sentándose de nuevo a su lado. Sin embargo Julian se acercó más a ella cogiéndole las manos intentando que ella no se sintiera rechazada obligándola mirarle a los ojos. - pero me refería a poder considerarte mi novia. Oficialmente.

Lord of ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora