Parte 48

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El brillo del sol sobre el cielo azul entrando por la ventana en forma de rayos hizo que Emma no tuviera más remedio que abrir los ojos molesta por el exceso de claridad que inundaba la habitación . Estaba recostada en el pecho de Jules con las piernas desnudas entrelazadas a las de él. No pudo evitar sonreír ante este hecho pensando que era la primera vez que compartía cama con su parabatai de esta forma, ya que por norma general, tras años discutiendo sobre quien ocupaba más sitio en el colchón, siempre guardaban cada uno su respectivo espacio sin tocarse. Sin duda era mucho mejor dormir así.

Había dormido tan cómoda y profundamente, que a pesar de que tan solo habían pasado pocas horas desde haber caído rendida, se encontraba totalmente reparada, no había sufrido por sus pesadillas aunque tampoco recordaba haber soñado nada.

Levantó la cabeza para mirar el rostro de Jules que seguía todavía inmerso en sus sueños. Las largas pestañas sobre sus mejillas le destacaban el ligero salpicado de pecas que le decoraban el rostro. Lucía tan dulce que tan solo tenía ganas de besarlo y abrazarlo, como si fuera un delicado tesoro que debiera proteger de todo mal que le acechara.

Verlo así tan tranquilo, hizo que una pequeña punzada surgiera en su pecho pensando que casi se le veía igual que ayer en sus brazos mientras las iratzes no funcionaban. Lo único que la tranquilizó fue escuchar el sonoro latido de su corazón así como reparar en el movimiento de su pecho meciéndose por las lentas y pausadas respiraciones.

Sabía que tendría pocos instantes más con él antes de tener que volver a enfrentarse a la realidad. Lo más sensato por su parte sería irse ahora que el todavía yacía durmiendo, pero no se sentía dispuesta para tener que alejarse de él.

Sin resistir más su impulso, se colocó sobre él, dándole un pequeño beso sobre los labios. Pensó que así se despertaría, pero él apenas se inmutó. Su respiración se cortó momentáneamente para instantes después volver a retomar un ritmo tranquilo y profundo.

Eso no iba a hacer que se diera por vencida. Volvió a juntar sus labios contra los de él esta vez presionando con intensidad, sin volver a obtener respuesta por su parte. En cuanto se alejó para mirarlo notó como los labios de él reprimían una mueca similar a una sonrisa.

Si quería fingir estar dormido con ella no le iba a funcionar. Pensó en lamerle la oreja tal como le hizo éste en una ocasión, pero en lugar de eso comenzó a darle pequeños besos sobre la línea del cuello siguiendo el camino que bajaba por su pecho.
Jules había dejado de respirar pero todavía se resistía a abrir los ojos y, no fue hasta que Emma llegó a la parte baja de su abdomen cuando reaccionó:

-¡Vale, Emma! -dijo al fin cegado por la luz, mientras enfocaba sus ojos en la joven con una divertida risa – Tú ganas.

Ella se contagió de su risa y subió para encontrarse con sus labios dejándose llevar nuevamente contra la boca de Julian sin importar ni el lugar en el que se encontraban ni la hora que fuera.

-Quiero más. – bromeó con una risa que dejaba ver sus alineados dientes. Sin duda si que quería más de él, pero sabía claramente que ante la situación en la que se encontraban no era posible.

Ni siquiera debería plantearse el hecho de iniciar nuevamente el romance con Jules. "Está prohibido Emma".,"Es tu parabatai", "Recuerda la maldición" las frases surgían en su mente pero ponía todo su empeño en eliminarlas.

-¿¡Más!? -preguntó asombrado abriendo mucho los ojos que ahora lucían como si llevara horas despierto. - Apenas hemos dormido tres horas. -dijo sobre sus labios rodando para quedar él sobre Emma. Comenzó a darle húmedos besos bajo la línea de la mandíbula -Y seguro que ya hay alguien despierto…

Sus palabras decían justo lo contrario de que lo mostraba con sus gestos, ya que sus intenciones estaban muy del lado de seguirle el juego a Emma.

-Puedes dibujarme la runa de sigilo a ver si funciona en este caso – rio ante su propia sugerencia al tiempo que juntaban sus bocas y sus lenguas se enroscaban al encontrarse. Las manos de él bajaron hasta sus muslos haciéndole flexionar las piernas. Allá donde sus yemas rozaban su piel una chispa electrizante recorría la zona haciéndola derretir en pequeños jadeo.

-Julian – habló la voz de Mark desde él otro lado de la puerta antes de golpear con los nudillos la madera. Ambos se separaron mirándose con los ojos muy sobresaltados ante el miedo de ser descubiertos.

Los dos miraron por un momento la puerta y seguidamente volvieron a encontrarse con las miradas sin apenas respirar ninguno de los dos.

Julian se levantó precipitadamente de la cama haciéndole un gesto silencioso a Emma en señal de que se vistiera mientras él recogía los pantalones que estaban en una esquina de la habitación.

Ver a su parabatai en la total desnudez sin duda era algo que estaría dispuesta a admirar cada segundo de su vida, pero ahora no podía permitirse el hecho de perder apenas un segundo en otra cosa que no fuera colocarse algo de ropa. Buscó con la vista, pero lo único que encontró fue el ajustado vestido negro que, sin duda tras el estado en el que quedó ayer, iría directo a la basura, pero que además le costaría un poco de trabajo colocarse.

-Julian,- susurró lo más bajo que pudo para que Mark no la escuchara pero lo bastante fuerte para que Julian se percatara.- No tengo ropa.

Éste la miró momentáneamente mientras se colocaba directamente los vaqueros que había recogido sin tan siquiera vestirse con ropa interior. Sus ojos se cruzaron y ambos supieron inmediatamente lo que estaba pensando el otro:

Quizás Mark se daría por vencido tras llamar un par de veces, pero sin duda no se iría sin antes comprobar que en la habitación no se hallaba nadie.

-Jules, ¿estás ahí? -volvió a insistir golpeando nuevamente la puerta esta vez con mayor fuerza.

Desde el interior de la habitación pudieron percibir como el pomo de la puerta oscilaba ligeramente en señal de que Mark había apoyado la mano sobre este, sin duda con la intención de entrar si no recibía respuesta.

Jules se dirigió a uno de los cajones del armario y sin apenas mirar las prendas, le lanzó a Emma un bóxer gris bien doblado, y un ancha camiseta bastante arrugada de color turquesa.

-¡Dame un momento!-gritó Jules antes de que Mark se decidiera a entrar. - Me estoy poniendo una camiseta - se excusó.

Emma rápidamente se colocó las prendas, quedando el bóxer oculto por la camiseta que le tapaba hasta el inicio de sus piernas. Su respiración estaba alterada y tenía los nervios a flor de piel, tanto que sentía casi la necesidad de hiperventilar.

Tan pronto como bajó su camiseta sus ojos se clavaron en el pomo de la puerta que había comenzado a girar. No le daba tiempo a ocultarse, ni tan solo le daba tiempo a mirar a Julian quien parecía en estado de shock a pesar de que ya se encontraba vestido. Se sintió tan atrapada que no pudo hacer otra cosa que maldecir a Mark por su impaciencia.

-¿Desde cuando eres tan pudoroso con tu hermano mayor? – preguntó Mark con una divertida sonrisa mientras abría la puerta.

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