Parte 44

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Y súbitamente lo notó. Una repentina cálida y electrizante sensación se abría paso de forma palpitante en su pecho llenándolo de energía haciendo que sintiera algo parecido a un electroshock que le devolvía poco a poco parte de sus fuerzas.
Esperó unos segundos hasta recobrar la conciencia, esperando a que la realidad fuera cada vez más notoria y percibiendo los sollozos de Emma cada vez de forma más audible.

Cuando se sintió con fuerzas abrió suavemente los ojos mirando hacia su desnudo pecho.

La mano de Emma seguía sobre su corazón con una tenue aura violeta rodeandola. ¿Qué era eso? Quizás todavía estaba aturdido e imaginaba cosas. Parpadeó un par de veces y la bruma poco a poco desapareció, por lo que seguramente la vista le había jugado una mala pasada.
Todavía cansado, movió la cabeza suavemente para mirarla a ella, quien estaba acurrucada en el hueco entre su torso y su brazo con los ojos cerrados negando la realidad. Pudo ver unas finas y marcadas líneas negras y azules que recorrían todo su rostro haciéndola ver enferma. Preocupado por lo que le pudiera pasar se movió torpemente para medio incorporarse.

Emma, casi sin respiración, abrió los ojos como platos al notar como el cuerpo de Jules que yacía junto a ella comenzaba a moverse dejando ver a un Julian despierto y sano. Sin poder reaccionar ni articular palabra se sentó como pudo para observar como su compañero se volvía para mirarla. No podía ser, no era posible.

-Emma, mírate. – tenía el pelo revuelto y sucio, y sus ojos como el mar tormentoso la observaban con lástima y miedo a la vez. Pero era Jules. Era Julian el que le hablaba. No podía escuchar lo que le decía, su mente estaba atrapada en una especie de limbo entre la incredulidad y la alegría, era Jules; el mismo chico que siempre había estado a su lado. -¿Qué te ha pasado? – escuchó como el final incompleto de una frase mas larga.

¿Qué le habia pasado? Todo lo ocurrido era bastante difícil de explicar. Ver como su pecho subía y bajaba lentamente acompañando su respiración y saber que su corazón volvía a latir, la hacía sentir inmensamente feliz. Hacía apenas un minuto creía que lo había perdido para siempre, y ahora de repente lo tenía de nuevo con ella. En ese momento no tenía ningún interés en el cómo había sucedido, estaba vivo y era lo único importante.

-Estás vivo Jules…  -susurró ella con una sonrisa y los ojos todavía humedos.

El cuerpo le temblaba, pero no de frío sino a causa del batiburrillo de cambiantes emociones que surgían en su interior.

El sentimiento de vacío había sido remplazado por otro completamente opuesto. Se sentía llena, se sentía completa de nuevo. El dolor cada vez menguaba más aunque ella cada vez tenía menos fuerzas debido a la pérdida de sangre.

Pudo ver en su torso desnudo como la runa parabatai había cobrado otra vez su forma a la par que brillaba intensamente.

-Yo casi no puedo decir lo mismo de ti. –bromeó él. Siempre tan oportunos comentarios en momentos tan inadecuados. Se puso sobre sus rodillas para poder examinarla con detenimiento fijándose en la necrosa herida que le asomaba bajo el corto vestido. - Tu pierna…  - Rápidamente se movió sobre ella para coger la estela que estaba sobre la hierba al lado de Emma y levantándole ligeramente un poco más el desastroso vestido que ahora llevaba, le dibujo varias iratzes sobre el desnudo muslo acariciándole la piel. Cuando la herida comenzó a cicatrizar, le dibujó también una runa de aumento de sangre.

Ella le dejó hacer todavía incrédula de que Julian, su Julian, estuviera moviéndose como siempre y mirándola con esos ojos que hacía que ella sintiera ganas de sumergirse en el mar que tanto le aterraba.

-¿Qué te ha pasado en la piel?- le preguntó él, posicionándose a su lado, tocándole con cariño la piel de su rostro, recomiendo las finas y marcadas venas, dibujándo el perfil de su mandíbula con la yema de los dedos. Podía verse reflejada en sus ojos y como las venas que habían estado decorando sus pómulos iban desapareciendo ligeramente cada vez más.

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