Parte 46

534 30 8
                                    

Niégalo si puedes.

Emma se quedó helada ante las palabras de Jules. Era verdad y no podía negarlo. Estaba demasiado cerca como para pensar en algo distinto a él. Tan solo separó ligeramente los labios para retomar las respiraciones ante la falta de oxigeno.

Notó como Julian tragaba saliva ante el nerviosismo antes de poner de nuevo los labios contra los suyos en un tierno, casto y sincero beso.

Su mente le decía que tenía que frenarlo, rechazarlo nuevamente, volver a romperle el corazón aunque eso significara apartarlo de su lado otra vez. Por el contrario su corazón estaba agotado... cansado de tener que ser responsable y guardar sus sentimientos y sus impulsos por la estúpida maldición, de tener que decirle no una y otra vez viendo como éste se hundía cada vez más.

Era demasiado tarde, era inútil intentar frenarse puesto que no lo iba a conseguir; su mente había desconectado. ¿Qué mas daba si se destruía a si misma, si ella no quería vivir en un mundo sin Jules? Sabía que lo que estaba pasando estaba mal, pero quería ser egoísta por una noche y pensar solo en ella y en lo que anhelaba su corazón. Ya lo había perdido una vez esa noche, no estaba dispuesta a tener que volver a renunciar a él; hoy no.

Emma abrió los labios dando permiso al encuentro de sus lenguas, sin poder evitar llevar las manos hacía el cabello de él enredando los dedos entre sus rizos. Era una de las cosas que le encantaban, poder pasear libremente sus manos por el suave pelo de Jules.

Julian ni tan solo preguntó a que se debía el cambio de actitud; la correspondió inmediatamente posando sus manos con urgencia en las caderas de ella acercándola con más fuerza hacia su cuerpo y en un rápido movimiento los empujó contra la puerta de la habitación de él haciendo que a Emma se le escapara un gemido por la sorpresa.

Deslizó lentamente las manos desde su cabello hasta la parte trasera de su cintura, notando en el camino todos y cada uno de los marcados músculos de la espalda de él, tirando hacia ella para notar más su cercanía mientras que él bajaba las manos hasta rozar la parte desnuda de sus muslos con las yemas. Sin apenas esfuerzo la cogió pasando las manos por su trasero, levantándola y haciendo que sus rostros quedaran alineados. Emma enroscó las piernas en su cintura mientras rodeaba su cuello con los brazos.

Sus bocas no se separaron ni un segundo para coger aire a pesar de que ambos los necesitaran. Era extraño que una sensación tan cálida y reconfortante fuera algo erróneo, algo equivocado.

Julian, sin llegar a soltarla, llevó una de sus manos por detrás de la espalda, buscando con premura el pomo de la puerta que abriría su habitación. Tan pronto como la puerta cedió se introdujeron en el cuarto y Jules la empujó con el pie haciendo que se cerrase. Volteó a Emma de espaldas a la cama y la soltó sobre esta.

Se quedó sentada admirando el torso desnudo y bien esculpido de Julian quien se mantenía de pie en el borde de la cama anonadado mientras la observaba con cierta incredulidad. Sin apartar la vista del joven, intentando no darle más rodeos a sus pensamientos y a su conciencia, dirigió sus manos hacia la cremallera lateral del ajustado vestido para bajarla notando de inmediato como los ojos de Jules se abrían como platos clavándose en sus fluidos movimientos. Cuando terminó de abrir el vestido, llevó las manos hacia sus bordes inferiores levantando y deslizándolo por su cuerpo para terminar tirando la prenda al suelo y quedando así completamente desnuda frente a Jules, que se veía claramente nervioso y parecía haber perdido el habla.

Los ojos de él brillaban con la tenue luz de la luna que entraba a través de la ventana. Emma fue consciente de que estaba temblando pero no por el frío puesto que dentro de la habitación el ambiente era más bien cálido; sino porque aunque ya había estado con más chicos, ellos no eran como Julian.

Lord of ShadowsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora