Parte 25

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Había pasado ya una semana desde el incómodo incidente entre Mark y Emma. Ésta se había pasado la mayor parte de los días dedicándose a entrenar sola, saliendo a correr o simplemente sentandose junto al gélido mar observando el vaivén de las olas durante largas horas. Dormía hasta tarde, comía a deshoras y entrenaba hasta avanzada la noche para no cenar acompañada a pesar de la insistencia de todos. Tampoco salía de patrulla, siempre alegando que se no se encontraba en condiciones, a pesar de que Mark y Julian sabían que no era más que una excusa pero aun así ninguno de los dos quiso decirle nada, tan solo le dejaban su espacio.
Emma no quería ver a Julian, se sentía mal al verlo después de haber actuado como lo hizo la fatídica noche. Y, a pesar de que por parte de Mark parecía no haber problemas, ella se sentía incapaz de dirigir su mirada hacia él sin recordarlo completamente desnudo. Ni siquiera dormían juntos como antes era habitual. Todo era excesivamente extraño con todos los miembros de la casa. También se notaba distanciada de Livvy, Ty, Dru y Tavvy a quien consideraba como su familia, como si fuera ella la extraña en el hogar. Quizás sería buena idea buscar un nuevo hogar al cumplir los dieciocho y alejarse de los Blackthorn y, aunque normalmente los parabatai viajaban durante un año juntos, definitivamente pasar más tiempo con Julian no era ni de lejos la mejor idea.
Rutina. Soledad. Rutina. Soledad… Tan solo había cambiado su rutina durante el ultimo día: se levantó tarde, con náuseas y vómitos, haciéndola sentir tan apática que apenas quiso levantarse de la cama. La mala suerte parecía perseguirla, obligándola a relevar a Tavvy con su gastroenteritis. Pero hoy no iba a poner más excusas, incluso aunque esta vez fuera verdad que no se encontraba del todo bien, se obligó a salir de su habitación y juntarse con el resto del grupo. La pasada noche había oído hablar a Diana comentando que la Clave por fin les había concedido la autorización para poder acceder a la Corte de la Luz  y dirigirse al Rey no seelie. A pesar de su malestar no podía perderse la oportunidad de acceder a ésta misión.
Cuando terminó de comer subió corriendo a su habitación para poder cambiarse y ponerse su equipación. En cuanto terminó y comenzó a bajar las escaleras se encontró con la silueta de una joven pelirroja que reconocería a distancia. Nunca se percataba de lo mucho que la echaba en falta hasta que la veía de nuevo. Bajó los escalones de dos en dos para encontrarse con la muchacha que la recibía con los brazos abiertos a la espera de un abrazo.
-¡Clary! –gritó Emma lanzándose a sus brazos.
Clary se tambaleó con el impulso de Emma abalanzándose sobre ella, pero enseguida le devolvió el fuerte abrazo. Sin duda eran buenas amigas, aunque más bien sentía que Clary le tenía un cariño especial, la había cuidado y protegido siempre que le había sido posible, como una hermana mayor. Ahora mismo era la persona con la cual se sentía más cómoda. Quizás, debería preguntarle si podría pasar un tiempo en Nueva York para aclarar su mente y decidir las cosas analizándolas fríamente.
Se separó de Clary tras el largo abrazo con la clara intención de hacerle la petición, cuando se les unió Erika para saludar a Clary con excesiva simpatía. Tras ella seguían Jules, Mark, Cristina y Diego con un aspecto impecable como siempre. Perfecto. Daba rabia ver como siempre lucía tan bien de manera natural.
No sabía como iba la relación entre Julian y Erika, ni quería saberlo. Aunque lo más seguro era que ya eran pareja de manera oficial.
“Te tiene que dar igual Emma, recuerda que en unos meses no tendrás que soportarlo más” se repetía en sus pensamientos.
De todas formas, su conversación con Clary se tendría que aplazar para otro momento en el que estuvieran solas.
-¡Venga va! – animó al resto del grupo Diego, el perfecto.- ¡No nos demoremos más! Tengo ganas de llegar ya.
Clary se tomó unos segundos para analizarlo de arriba a bajo.
-Guau!- dijo impresionada levantando las cejas a la vez que dejaba escapar una ligera risita. - Sin duda el espíritu de Jace seguirá entre nosotros.
Emma no pudo evitar contagiarse de la diversión.
Clary empezó a dibujar rápidamente en una de las paredes creando un portal que empezó a brillar para transportarlos hasta la Corte de la Luz.

-¿Lo de que a este lugar se le llame Corte de la Luz es una especie de broma del submundo?- habló Julian mirando a su alrededor nada más dar su primera pisada fuera del portal .
Efectivamente el paraje que se encontraba delante de ellos era muy diferente de lo que cualquiera se podría llegar a imaginar al escuchar "Corte de la Luz".
-Cuando Jace y yo fuimos a ver a la reina seliee todo era belleza, vegetación viva y color. -dijo en voz alta Clary reflexionando y recordando su visita al reino de las hadas hacía ya varios años- En cambio este sitio me recuerda más a Edom.
El lugar estaba desierto y devastado, parecían encontrarse en una especie de valle sobre el centro de un antiguo edificio en ruinas, quizás destruido por un terremoto, un incendio o quien sabe que.
Lo único que quedaba en pie eran una serie de columnas de estilo dórico que a duras apenas se sostenían y una escalinata que desaparecía entre las múltiples y rocosas montañas, las cuales todavía emanaban un ligero humo como si acabaran de sofocar un gran incendio.
Todo tenía ese mismo aspecto, arboles cenizos quemados sin una sola hoja que los decorara, charcos oscuros que no reflejaban siquiera el color de sus prendas, tan solo el negro quemado. Arena árida, sombría, luctuosa. En el ambiente en general era lo que se respiraba: tierra muerta.
-Vamos, no esta lejos la sala del trono. – animó Mark, a la cabeza del grupo dirigiéndolos por encima de las ruinas en dirección a la escalinata. - Antes no era así me dijeron. -Comenzó explicando con melancolía al resto mientras comenzaban a subir las derruidas y empinadas escaleras. - Se respiraba vida, júbilo y alegría. Pero eso fue antes de que las hadas se dividieran en seliee y unseliee. Desde entonces este mundo es así como lo veis. Quizás solo han pasado un par de años aquí, quizá una década o un siglo… quien sabe como y que velocidad a transcurrido el tiempo aquí. Es por eso que al rey no seliee le llaman el señor de la sombras.

-¿El señor de las sombras? Eso no nos lo explicaron en el Escolamántico. – añadió Erika que escuchaba atenta a Mark al igual que el resto de ellos.

-Sí, porque donde reina no se encuentra ni luz ni belleza. Solo sombras y oscuridad.

No era de extrañar, era sin duda el sitio más lúgubre y siniestro que ninguno de ellos había visto, salvo Mark, que ya había estado aquí anteriormente y Clary a la cual,al haber visitado Edom, este sitio le resultaba vagamente similar. Sin duda más oscuro y más quemado, sin demonios que les ataquen, pero al fin y al cabo similar.

-Vaya… ¿no saben que estamos aquí?- preguntó Clary con curiosidad. - Meliorn siempre salía a recibirnos.

-Si lo saben, lo que pasa es que creen que no somos dignos de ello. – respondió Diego el perfecto de manera seca mientras seguía las pisadas de Mark, dado que un paso en falso podría provocar una nueva grieta en la escalinata y ninguno de ellos sabía cual podría ser el resultado.

-No después de la Guerra oscura. -añadió Erika.

Todos guardaron silencio los pocos minutos que faltaban para su destino. Seguían a Mark situados tras él en fila de uno haciendo el mismo recorrido, aunque sin duda no tenían la misma gracia que él para caminar por aquellas escaleras, ya que sus pies conocían bien donde se debían posar tras años de recorrerlas.

Por fin, en el centro de un valle similar a lo que podría haber sido el cráter de un volcan, vislumbraron, al final de la escalera, sobre un plano y seco paramo, un pequeño y tétrico castillo. Poco antes de llegar, un jinete a lomos de su caballo salió de la entrada principal para dirigirse hacia ellos.

Apenas se le podía distinguir. Pero Mark lo reconoció sin dudar un segundo y se quedó petrificado haciendo parar en seco al grupo. A lomos del robusto y musculoso caballo negro moteado de blanco, destacaba su brillante pelo azul. Kieran.

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