Parte 38

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---Siento mucho, muchísimo la tardanza, no volverá a pasar, pero con la situación de mi padre me ha sido complicado, por no decir casi imposible, actualizar. Aquí dejo un nuevo capítulo! Espero que os guste 😘😘---

Emma continuó sin detenerse hasta llegar a su habitación, pensando en que había escogido el camino equivocado cuando lo que pretendía era interponer la mayor distancia entre ella y los Blackthorn.

Tal como entró en su habitación, cerró la puerta y se tumbó en la cama hecha un ovillo. No tardaron en aparecer las lágrimas que había estado reteniendo hasta el momento.
Comenzó a llorar sin poder reprimirse. Tenía la desagradable sensación de que eso la hacía parecer débil, pero no podía controlarlo.

En su mente seguía recibiendo flashbacks sobre todo lo acontecido esa noche, y las lágrimas siguieron brotando de sus ojos por un buen rato desconociendo la razón. Era el cúmulo de todo: de haber visto a  Julian con los labios pegados a  los de Erika, provocando que su corazón se parara momentáneamente al fraccionarse; de que éste la hubiera besado de la forma en la que lo hizo, despertando de nuevo el fuego en su interior que ella trataba de sofocar; de no sabía como mirar a la cara a todos los que habían presenciado el momento ya que no había explicación alguna para justificar lo sucedido.

Seguía inmersa en todos sus pensamientos cuando alguien llamó a la puerta. Sabía de buena mano que Julian había salido del instituto e incluso aunque no lo hubiese hecho, no sería él quien viniera a hablar inmediatamente con ella, no después de todo, no después de haberle dicho que lo odiaba...

-Emma ¿podemos hablar? -  preguntó la voz de Mark desde el otro lado de la puerta.

Ya de por si, Emma agradeció que al menos hubiese preguntado ya que Mark tenía por costumbre entrar en los sitios sin pedir permiso. Una vieja costumbre del mundo de las hadas.

-No, Mark, no es un buen momento. - le respondió Emma con la voz entrecortada por sus sollozos.

Hundió su rostro en la almohada intentando reprimir sus lágrimas con la esperanza de que Mark se diera por vencido. Pero eso no iba a ocurrir, Mark no solía darse por vencido.

-Emma, te estoy escuchando llorar y no es lo que necesitas. Sabes que no voy a irme. - sí, Mark cuando quería podría ser muy perseverante. - Voy a entrar. - le advirtió, ya girando el pomo de la puerta para entrar en la habitación sin darle apenas un segundo a Emma para poder replicarle. 

Lo escuchó entrar dentro de la habitación, cerrando de nuevo la puerta detrás suyo y avanzando por la estancia hasta situarse al lado de la cama. ¿De qué querría hablar Mark? ¿Estaba enfadado? ¿Sorprendido? ¿Una mezcla de ambos sentimientos? Finalmente, tomó asiento de forma suave junto a ella.

Pensó en levantar la vista para mirarle y así salir de dudas, pero reprimió la idea. No soportaba que nadie la viera llorar, era algo que verdaderamente odiaba; y a pesar de que con Mark se sentía en confianza, no se sentía cómoda de que alguien la viera en esas circunstancias.

Pasaron varios minutos en silencio a la espera de que Emma se tranquilizara, al final poco a poco ésta logró calmarse y silenciar sus sollozos. Cuando se sintió más preparada, siendo consciente de que la presencia de Mark en su habitación no terminaría hasta que hablase con él, levantó la cabeza para sentarse contra el cabecero de la cama, llevándose de forma rápida las manos a la cara para que él no pudiese ver lo enrojecidos que tenía los ojos.

-¿Por qué quieres hablar conmigo? - habló al fin Emma con tan solo un hilo de voz que podría confundirse casi con un susurro.- Lo he fastidiado todo.

Mark se acercó hasta quedar frente a ella, y con dulzura le obligó lentamente a que apartase las manos de su rostro para descubrir su mirada, cruzándose con los ojos de Mark que la miraban expectante con una sonrisa dibujada en los labios.

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