Capítulo 87 - El sabueso

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Pensaba tomármelo con calma a la mañana siguiente, fingir que no sabía qué había ocurrido aquella noche y esas cosas, pero me interrumpieron en mitad de mi lectura sobre Historia contemporánea para llevarme a una sala que no había pisado hasta entonces, con una mesa metálica, bien sólida y consistente, a la que me esposaron.

Yo me quejé, claro. Aquello era inaudito. Estaba acostumbrada a que me trataran como a una loca, usando dardos tranquilizantes y camisas de fuerzas, pero ahora me estaban tratando como a una criminal. Que poco después entrara Eloy lo aclaró todo.

–¿Esto es cosa tuya? –le espeté sacudiendo las esposas.

–¿Te aprietan? –me contestó él rodeando la mesa para colocarse frente a mí.

–No es muy educado que digamos.

–Lo que no es educado es salir de noche para matar a alguien –replicó sentándose.

–¿Ah, no? Bueno, pues vale. ¿Pero por qué me dices eso?

–Porque anoche saliste –me acusó mirándome fijamente.

Yo le sonreí como si me hubiera contado un chiste.

–Ya me hubiera gustado a mí salir a dar una vuelta, me pareció escuchar jaleo.

–No juegues al despiste conmigo, Caprice, te he visto crecer.

–¿Eso significa que somos amigos? –propuse inocente.

–Eso significa que sé cuándo mientes.

–Pero si yo no miento, yo sólo tengo delirios –le contesté con suavidad, haciéndolo rabiar–. Pero cuéntame de dónde has sacado eso de que me he paseado –pedí interesada.

–Hay testigos.

–¿Me vieron? –me sorprendí genuinamente.

Eloy vaciló.

–Escucharon que otro interno se refería a ti.

–Otro interno, ya. Te refieres a otro loco –respondí condescendiente–. Muy fiable, sí.

Él entrecerró los ojos y se inclinó hacia mí.

–Es caso es que, antes de que nos avisaran de eso, a mí se me ocurrió pasar a mirar tu cuarto –desveló y a mí se me encogieron las tripas–. Considera que estaba preocupado por ti. Y resulta que no te vi.

Me controlé para no incriminarme y analicé las palabras de Eloy.

–No me viste... ¿tú solo? –repetí para confirmarlo–. ¿No había nadie más contigo? –planteé con cierto recochineo cuando percibí que así era–. Cuidado, Eloy, que aquí ver cosas que sólo uno ve acaba con pastillas y correas en la cama –le susurré procurando sonar demente.

El policía apretó los labios y se echó para atrás en la silla, concediéndome la victoria del primer asalto.

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Para esta escena larga (o sea, este chupito y los que siguen) me he inspirado en esos momentos de los thrillers en los que que el poli de turno tiene que ir a la cárcel a interrogar a un peligroso asesino, y el tipo allí encerrado, teniendo, como mínimo, la cadena perpetua, se las apaña para mostrarse sereno, dueño de la situación.

Por ello he buscado la banda sonora del Silencio de los Corderos, y casi me duermo con la música de los títulos iniciales. Por algún extraño motivo, a YT le ha parecido que lo más normal sería recomendar otra que nada tenía que ver como la siguiente. Y me he dicho: "mirad, vamos a bailar con Putin". Pero esto no me aceptaba la puñetera canción a saber por qué (Putin, Wattpad no te quiere), así que os pongo una a la que me he viciado últimamente (bueno, yo la escucho en nigthcore, que tiene más marcha para teclear)

Venga, puesta a enseñaros mi mierda, os paso también la que escucho (??)
Sabed que Lirio se escribe y se imagina a ritmo de cosas como éstas XD

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