Por suerte ya no tenía clases, habían terminado hacía un par de semanas. La Academia siempre terminaba más tarde, por los exámenes finales. Esa tarde rendía mi último examen, el de psicología. Beck había sido el primero en terminar y salió del salón apurado. Luego salí yo y sólo quedaba Stephanie ahí dentro.
Cuando salí del salón, iba a bajar las escaleras y me encontré a Beck con otro chico. El otro chico era Jay Thompson, era el mejor amigo de Jason. Apenas me vio, Jay siguió bajando las escaleras.
—¿Hablabas con él?—le pregunté a Beck tímida, pues no nos habíamos dirigido la palabra desde ayer a la tarde.
—No, a ese no le paso ni la hora—respondió Beck hosco.
Jay Thompson, a diferencia de Jason, era un imbécil. La novia de él, Lily Stevens, creó un rumor de que Beck y yo éramos los novios Mr. Cerebro y Señorita Torpe. Claramente la estupidez los unió. Por otro lado, a él no lo soportaba nadie, un grupo de chicas presentó quejas por acoso y el Director lo suspendió un mes entero por eso, fue el mes más tranquilo que presenció la Academia. Nunca entendí cómo Jason podía ser su amigo, él era un caballero.
Stephanie bajaba las escaleras y cuando vio que estaba con Beck, me miró con mala cara.
—Tengo que contarles algo—les dije.
—Vayamos a la cafetería—dijo Beck.
Stephanie nos siguió de mala gana. Una vez que llegamos a la cafetería, nos sentamos en una mesa apartada de la gente. No había casi nadie aquí, todos terminaban el examen y volaban lo más rápido posible de la Academia.
Les conté absolutamente todo lo que presencié fuera de la oficina de Brussard el día anterior.
—Está pasando algo muy raro—concluí.
—No me digas, siempre pasan cosas raras aquí—dijo Stephanie obvia.
—Pero esta vez es distinta—terció Beck—Brussard está preocupado. Es más, creo que se siente amenazado.
—¿Amenazado?—pregunté.
—¿Cuándo lo has visto perder los estribos?—observó.
—Bueno, Jason era su favorito, se comprende que esté depresivo—me encogí de hombros.
La puerta de la cafetería se abrió y un guardia entró por ella. No solían haber guardias en la cafetería. El hombre comenzó a caminar directo hacia nosotros y se me aceleró el corazón. Debería haberme dado cuenta de que Brussard sabría que anduve escuchando detrás de su puerta. Encima por un tema tan delicado, el castigo que me podría comer por esto.
—¿Alexandra Crawford y Beck McCullers?—preguntó el hombre.
—Somos nosotros—respondió Beck.
—El Director los quiere en su oficina—informó el guardia. Luego dio media vuelta y se fue.
Los alumnos que estaban allí comenzaron a murmurar cosas sobre nosotros. Yo siempre tenía que meter la pata. Aunque Brussard también estaba llamando a Beck, si fuera por lo de ayer, me llamaría a mi sola.
Cuando llegamos a la oficina de Brussard y abrimos la puerta, sentimos una oleada de frío que salía de ahí dentro y una horrible sensación de nervios me recorrió todo el cuerpo. Siempre se sentía frío cerca de Brussard, por algo lo apodaron Muñeco de Nieve, era gordo y frío.
—Cierren la puerta—dijo monótono. Veía su cabeza redonda detrás de una pila de papeles.
Tomamos asiento frente a él. Brussard apartó la pila de papeles para poder mirarnos y se me quedó viendo con los dedos entrelazados. Él sabía que Benjamin Crawford era mi abuelo y por eso mismo siempre me trató con un poco de rencor. Tenía buenas notas, sólo por eso él no me detestaba.
ESTÁS LEYENDO
El Campamento
Teen FictionAlexandra Crawford no es sólo otra adolescente, trabaja en servicio secreto. Torpe, optimista, osada, vulgar y bromista son algunos de los adjetivos con los que la describen pero hay uno que nadie tiene en cuenta: es astuta. Cuando ella creía qu...