Capítulo 11: La Habitación de Adam

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Hoy decidí ir a buscar la habitación secreta. Me recorrí todos los pasillos de la casa e incluso entré a algunas habitaciones. Llegó un momento en el que ya no sabía dónde estaba parada.

—¿Alexandra, no?—escuché una voz apagada detrás de mí.

Al dar la vuelta me encontré con Adam y su mirada oscura. Asentí con la cabeza sin atreverme a pronunciar palabra.

—¿Buscas algo?—volvió a preguntar.

—Estaba buscando el baño y creo que me perdí—mentí.

Él me miró inexpresivo y luego una sonrisa apagada se dibujó en su rostro. Tragué saliva nerviosa.

—Les pasa a todos—contestó frío—Ven, te guío.

—No hay problema, la acompaño yo—gracias a Dios y al cielo apareció Gracie para salvarme.

Adam asintió con la cabeza desapareció por uno de los pasillos. Dibujé un "gracias" en mis labios.

—A mí también me da miedo estar sola con él—susurró mientras nos dirigíamos al baño—Vamos a estar con Francesco en el jardín.

—Los alcanzo enseguida—respondí y me metí al baño.

Cuando cerré la puerta detrás de mí, miré por el rabillo de la puerta para asegurarme de que Gracie ya no estaba a la vista. Una vez que ya no la veía, salí del baño. Siempre usaba el baño de mi habitación, nunca los que estaban en los pasillos. Cuando salí caminando por el pasillo, alguien me tocó el brazo y me sobresalté, pues creí que era Gracie.

—¿Dónde estabas?—preguntó Jackson.

—Quería ir al baño—respondí obvia.

No le diré la verdad de a dónde iba, Brussard me prohibió explícitamente compartir información con Jackson. Él me miró un tanto desconfiado y luego me llevó a su habitación.

No habíamos hablado desde ayer, no se había dado la oportunidad. Aún no olvidaba eso que me había dicho y si fuera más valiente, me atrevería a preguntarle por qué quería besarme.

—Francesco se fue, podemos estar tranquilos—dijo cerrando la puerta.

Lo primero que miré fue el armario. Por ahí llegué a la habitación. Tal vez si me vuelvo a meter por ahí, vuelva a encontrarla.

—¿Algo nuevo?—pregunté.

—Nada—bufó—Ni de los St. Clair ni de Jason.

—Cuando tú viniste a investigar a los St. Clair, Jason aún trabajaba aquí. Lo conociste, supongo

—Sí, ni siquiera sospeché de él, era bueno con todos y se notaba que sabía mucho de enfermería—recuerdo que Jason tenía un reconocimiento al más especializado en primeros auxilios, me gustaba tanto eso de él—Jamás lo vi en nada raro, se llevaba bien con Adam y Liz lo adoraba. No paraba de quejarse cuando él renunció—explicó.

—Él no renunció, lo hicieron desaparecer—observé.

—¿Crees que los St. Clair lo hayan fingido?—me encogí de hombros y me coloqué una mano en la barbilla—El tema es que al día siguiente de su partida encontré a Liz y a Adam discutiendo. Hablaban de la muerte de Jason, estaban preocupados porque lo encontraron en su río. Los St. Clair creyeron que era mejor que los chicos de Villiers no supieran nada y así no querrían irse. Al otro día me metí en la habitación que era de Jason y no encontré nada salvo esto...—sacó un libro de dentro de su mochila y me lo tendió—Encontré esto escondido detrás de la pared del armario. Ahí fue cuando empecé a sospechar de si él realmente había renunciado.

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