Capítulo 22: La Verdad

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Alex

Me desperté sobre el suelo de una habitación blanca, había estantes con medicamentos y utensilios médicos. Ya sé dónde estoy, es el depósito detrás de la enfermería. Me dolía la pierna, había apoyado todo el peso de mi cuerpo sobre ella. Fue cuando intenté levantarme que me di cuenta de que mi mano derecha estaba esposada a la pata de una estantería. Me recosté sobre el estante y observé el lugar en busca de una salida. Pero no habían salidas cercanas, ni ventanas, sólo estantes repletos de medicamentos. Ni que los niños de Villiers se enfermaran tan seguido como para tener una farmacia. Recuerdo que leí que Villiers resguardaba la salud de los niños en el folleto que Brussard me dio.

No tengo idea de qué hora es, deben ser las cinco de la mañana tal vez. No sé cuánto dormí.

Amy había tomado todas mis armas y no tenía cómo salir. Tomó mis anillos, mis cuchillos, mis trabas de pelo, todo con lo que pudiera escapar. No hice mucho esfuerzo para salir, no me podía sacar las palabras de Jason de mi cabeza "Deja que Amy te atrape" Todo estará bien...

Unos quince minutos después, escuché el sonido de una puerta abrirse. Cerré los ojos fingiendo estar dormida. Escuchaba pasos acercándose, sonaban pesados, como si estuvieran cargando algo.

—Ella sigue dormida—dijo Amy.

Había alguien más con ella.

—¿Dónde coloco al chico?—preguntó. La otra persona no respondió.

Escuché que apoyaban a alguien sobre el mueble de enfrente y también lo esposaron como a mí. Una vez que ya no sentí ruidos en la habitación, decidí abrir los ojos. Me encontré con Jackson atado en la estantería de enfrente.

—Jackson—susurré aliviada.

También estaba sedado, pues tenía los ojos cerrados y no parecía escucharme.

—Jackson—susurré otra vez, pero él ni se mosqueó. Los estantes no estaban muy separados entre sí, así que pude arrastrarme hasta poder tocar a Jackson—Jackson—volví a llamarlo y toqué su brazo, otra vez sin respuestas. Aproveché la situación y me quedé observándolo, ya que cuando estaba despierto no podía mirarlo tan detenidamente. Jackson era flaco, paliducho y poco carismático, no es lo que la sociedad consideraría un hombre ardiente, pero para mí era hermoso, a quién le importan los músculos, la sonrisa o el bronceado cuando tenías esa cara angelical—¡Despierta!—le di una bofetada no muy fuerte, no quería matarlo tampoco.

Jackson gruñó y movió su cabeza, poco a poco iba recuperándose. Abrió sus ojos y lo primero que vio fue a mí, sonrió cuando lo hizo. Esa sonrisa se le borró cuando intentó levantar su mano y se dio cuenta de que la tenía esposada.

—¿Dónde estamos?—preguntó alterado.

—Debajo de la enfermería—me recosté otra vez sobre mi mueble—¿Recuerdas algo?

—Iba a buscarte y alguien me agarró de atrás, no lo vi—explicó—Luego apareció Amy y me inyectó algo en el cuello.

—Anestésico para caballo—le informé.

Él me miró con los ojos abiertos como platos y yo lo miré risueña. Luego me miró de reojo y comencé a reír.

—¿Cómo puedes bromear?—preguntó alterado y me encogí de hombros—¡Míranos!—levantó su brazo esposado.

—Ya intenté escapar, es imposible—expliqué—Salvo que tengas fuerza sobrenatural y rompas la cadena...

—¡Alex!—me regañó.

—Mira, si quisieran secuestrarnos o hacernos algo, nos habrían atado ambas manos y ambas piernas, nos habrían tapado la boca y de seguro ya nos estarían torturando; pero nada de eso ha pasado... ¡Así que cálmate un poco!—espeté.

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