Gracie ya se había dormido hacía un buen rato. Me levanté de mi cama, me puse las zapatillas, mi chaqueta negra, agarré mi bolso y salí de la habitación. A los cinco minutos ya me encontraba recorriendo el bosque. Trataba de observar todo con detalle, con mis lentes de visión nocturna ¿Cómo habrá hecho Jason para encontrar la llave? ¿Y dónde está ahora? Me imagino que la llave debe estar en ese cuarto secreto, más no he podido volver a encontrarlo. La casa era demasiado grande y tenía muchas habitaciones, los ductos eran un completo laberinto.
Cuando ya había recorrido unos cien metros de bosque empecé a notar que algunos árboles tenían marcas, como una pincelada verde que fácilmente podría confundirse con una hoja a simple vista. Comencé a seguir las marcas y lo único que logré fue volver al mismo lugar, como si fuera una trampa. Me saqué los lentes y me apoyé en un árbol a pensar mi próximo movimiento.
Escuché un ruido proveniente de alguna parte. Me pegué al árbol, estaba muy oscuro y no veía nada. Mis lentes estaban en el suelo y podría hacer ruido si me movía, hay muchas ramas en el suelo que delatan al más mínimo movimiento.
Oí pasos, cada vez estaban más cerca. Eran pasos firmes, de hombre. Mantuve la calma y lentamente coloqué mi mano en el muslo de mi pantalón, donde traía una navaja. Me asusté cuando escuché el sonido del martillo de un arma en mi oreja izquierda. Rápidamente rodeé el árbol por la derecha y me tiré sobre mi atacante. No le vi la cara, tenía capucha. Levantó su arma y logré sacársela. Ahora yo le apuntaba, aunque no le iba a disparar ya que no estaba habilitada a usar un arma. Recién en el último año de la Academia nos dejan usar una, porque ya somos mayores de edad.
Mi atacante se sacó la capucha en un movimiento rápido y seco. Apunté con mi linterna a su cara y él corrió el rostro enceguecido. No podía creerlo, aunque creo que siempre lo supe.
—¡¿Jackson?!—pregunté sorprendida.
—¡¿Tú?!—me miró igual de sorprendido que yo.
—¡¿Qué haces aquí?!—preguntamos al unísono.
—¿Podrías dejar de apuntarme con el arma y salir de encima mío?—Jackson me empujó a un lado y se levantó del suelo.
Me levanté del suelo y me sacudí la ropa. Ambos nos quedamos inspeccionándonos.
—¿Quién eres?—le pregunté fría—¿Y por qué tienes un arma?
—¿Por qué me atacaste?
—¡Me estabas apuntando!
—¡Tú sacaste una navaja!
—Espera, eres tú—lo miré asustada.
Él pudo matar a Jason. ¿Sino que hace en el bosque, donde supuestamente está el laboratorio, con un arma y en medio de la noche?
—¿Que yo soy qué?—preguntó recalcando cada palabra.
—¿Por qué tienes un arma?
—Estoy autorizado—mostró su identificación.
La leí "Servicio Secreto de Inglaterra"
—Soy agente secreto—explicó como si el tema fuese más que obvio.
—No, yo soy agente secreto—le mostré mi identificación.
¡Brussard! Se supone que iba a estar sola en esto.
Ahora todo tenía sentido, el por qué alguien como Jackson vendría a un campamento para ricos, el por qué siempre es tan distante de todo el mundo, sus instintos, su forma de observar todo y a todos. Tiene arma, lo que significa que estaba cursando el último año de la Academia.
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El Campamento
Teen FictionAlexandra Crawford no es sólo otra adolescente, trabaja en servicio secreto. Torpe, optimista, osada, vulgar y bromista son algunos de los adjetivos con los que la describen pero hay uno que nadie tiene en cuenta: es astuta. Cuando ella creía qu...