Fui la primera en salir de la comisaría y Jackson salió unos minutos después, no venía con buena cara y para mi sorpresa no me dijo nada cuando se acercó a mí.
—¿Acaso te golpearon que estás tan callado?—reí.
Al parecer Natalie lo tiene cortito a Jackson, lo mismo pasaba con Brussard. Aunque Natalie y Jackson parecían tener un lazo mucho más estrecho del que yo tenía con mi director.
—Enterarme que tengo que trabajar con alguien torpe es como un golpe—respondió frío.
—Y yo tengo que trabajar con un mujeriego que toca el saxofón y se adora a sí mismo, prefiero tirarme de un noveno piso.
—No soy un mujeriego.
—No, peor, eres un narcisista—caminé hacia adelante dejándolo solo en medio de la ciudad.
No tuvo mucho sentido alejarme de él, dado que Jackson conocía este lugar mejor que yo. No tenía idea hacia dónde iba o siquiera dónde estaba parada.
—¿A dónde vas?—me alcanzó.
—Iré con Gracie y Fran—respondí mirando hacia todas partes tratando de ubicarme.
Jackson me miró gracioso.
—¿Y al menos sabes cómo llegar?—se burló.
—Encontraré la forma.
Jackson levantó una ceja. Su presencia me alteraba.
—Está bien, pero ¿no crees que sería un poco raro que dijeras que ibas a ir a comprar regalos porque te sentías mal y volvieras a los veinte minutos sin nada en las manos?—me preguntó.
El infeliz tenía razón.
—Bien, no volveré con ellos—levanté mis brazos rendida—¿Y tú qué excusa pusiste?
—Ninguna, no necesité excusas y ¿sabes por qué? Porque cumplí las reglas de no encariñarse con nadie—me miró a regañadientes.
Rodé mis ojos y él continuó hablando.
—Aún nos quedan dos horas para volver al punto de encuentro. Hay un mall aquí cerca donde podemos comprar los regalos.
—¿Podemos?—pregunté incrédula. Él torció levemente la cabeza y me miró confundido—No, tú me dices dónde queda y yo voy sola.
Dos minutos con Jackson eran irritantes, no me imagino dos horas enteras con él.
—Vamos, tampoco soy tan malo. Y ahora que sabes de qué lado de la ley estoy, podríamos ir a lugares más divertidos que a los que nos lleva Liz—sonrió.
No podía creer que hace unos días pensaba que Jackson era un vándalo y resulta que era espía. En eso sí me equivoqué en grande, pero sigue siendo un vándalo para mí.
—No hace ni dos minutos que armaste un escándalo porque no querías saber nada conmigo—repuse.
—Nada con trabajar contigo—me corrigió—Yo trabajo solo. Pero dejemos el trabajo de lado, volvamos a hace unos días cuando no sabíamos quiénes éramos y casi nos llevábamos bien.
Lo miré incrédula y empecé a reírme.
Jackson me llevó a un centro comercial que era enorme. No estaba en la parte de la ciudad que solíamos transcurrir con Liz y aquí asistía gente de clase media. Liz siempre nos llevaba a los lugares más elegantes y nos señalaba unos centros comerciales que eran carísimos.
Este era muy pintoresco, la parte de abajo era todo patio de comida, arriba estaban los negocios, el cine, librerías, alguno que otro restaurante, que Jackson me dijo que esos eran más caros que el patio de comida. Luego había una sala de juegos que por lo que alcancé a ver desde fuera era gigante, pues tenía hasta una montaña rusa en miniatura y luego continuaba hasta el fondo.
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El Campamento
Teen FictionAlexandra Crawford no es sólo otra adolescente, trabaja en servicio secreto. Torpe, optimista, osada, vulgar y bromista son algunos de los adjetivos con los que la describen pero hay uno que nadie tiene en cuenta: es astuta. Cuando ella creía qu...