Capítulo 37: La Azotea

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Luego del almuerzo Natalie citó a Jackson a su oficina. Se tardaron mucho tiempo en esa reunión, espero que no se haya metido en problemas por estar todo el día conmigo. Natalie parecía ser muy exigente con el entrenamiento de sus alumnos. Cuando salió parecía contento.

—¿Te dijo algo?—le pregunté preocupada.

—No, me llamó por otra cosa—respondió tranquilo—Ven, quiero llevarte a un lugar.

Jackson me llevó a una azotea que daba a la zona de carga. Se veían camiones yendo y viniendo de un lado a otro, y del otro lado de la azotea se veía la ciudad a lo lejos, esa era mi parte favorita.

—¿Sueles venir mucho aquí?—le pregunté.

—Sólo cuando quiero estar solo, por eso nadie sabe sobre este lugar—su mirada estaba perdida en los edificios borrosos que se veían a lo lejos—Bah, sólo Noah que una vez me siguió.

—Me cayó bien, parece ser muy bueno—comenté.

—Lo es, siempre lo molestamos porque es un año menor que todos nosotros, tiene tu edad en realidad, pero para nosotros es un niño—explicó Jackson—Él te admira; pero no le digas que te lo dije.

—¿Me admira? No tengo nada de especial—suspiré.

—Eres muy valiente, Alex—volteó hacia mí.

No lo soy, soy débil y nadie más que Noah debería saberlo, él estuvo ahí en la escuela espiándome. Vio muy bien que no sé defenderme.

—Jackson...

—De hecho te traje aquí para hablarte de algo—ahora sonaba preocupado—Es sobre la reunión que tuve con Natalie, pero allá abajo no te podía decir nada porque podrían escucharnos—le hice un gesto para que continúe hablando—Creen que en el diario de Jason dice dónde se encuentra el archivo de Brussard. Y lo están buscando.

—¿Qué les dijiste?

—Pues nada, ellos aún creen que jamás lo encontramos. De todas formas, allí no decía nada ¿cierto?

Desvié la mirada hacia el cielo, estaba empezando a caer el Sol.

—Alex ¿No decía nada?—insistió.

—Era un cuaderno muy complejo, tenía demasiadas cosas ocultas—Jackson se agarró la cabeza y golpeó la pared con su pie.

—Pero si Jason quería que lo destruyéramos era porque la respuesta no estaba allí—dije para tranquilizarlo.

—¡No puede ser que ese cuadernos nos siga trayendo problemas!—espetó.

—Dejemos que sigan buscando, si cambiamos la versión de los hechos ahora, estaremos en graves problemas—trataba de convencerle.

—El problema no soy yo, es Becca, trataré de convencerla pero...—suspiró—Mejor lo hago ahora, antes de que hablen con ella.

Jackson salió corriendo de la azotea. No creo que Becca tenga ningún problema en mandarme al frente.

Me quedé en la azotea, no tenía ganas de bajar. Aquí me sentía más libre que allí abajo. Siento como si ese cuaderno me persiguiera, cuando creo haberme deshecho de él, vuelve a aparecer causando más problemas. Aunque aún existe una posibilidad de que Adam St. Clair tenga el archivo, pues algo tiene que ver en todo esto creo yo.

—Vi a Jackson bajando y supuse que también estarías aquí—escuché la voz de Noah y me sobresalté. Él estaba en la puerta y se me quedó mirando algo temeroso.—¿Puedo...—señaló la pared del balcón a mi lado.

—Claro.

Noah se apoyó a mi lado. Nadie se imaginaría que Noah era espía, parece tan normal, no tiene músculos marcados, su mirada era tan dulce que transmitía paz. No me lo imagino con un arma o golpeando a alguien.

—Jackson viene muy seguido aquí, le gusta estar solo. Creo que encuentra su tranquilidad golpeando la pared —comentó y comencé a reír—Aunque sí es tranquilo, desde aquí no se escuchan los ruidos.

Entre los dos se produjo un silencio en el que pude comprobar que era verdad lo que me decía. Veía los vehículos pasar por abajo cargados de cosas, pero era una imagen sin sonido.

—Así que todo este tiempo estuviste conmigo—dije por fin.

—Así es, protegiéndote de los espías de Brussard. Estaban por todas partes, en la escuela también, como alumnos, en la cafetería, de conserjes, la psicóloga...

No tuve tiempo ni a imaginar que los espías de Brussard también estarían entre mis compañeros de la escuela.

—¿La psicóloga?—pregunté sorprendida.

De ella jamás me lo habría imaginado, lleva años trabajando para la escuela. Noah me contó que Brussard la tenía amenazada para que me sacara información, ya me parecía raro que me obligara a hacer terapia. También me contó quiénes eran los otros espías, no logré reconocerlos; pero sí recordaba bien a uno, el conserje. Stephanie me decía que ese hombre la asustaba porque siempre nos estaba observando, creía que era un pervertido. Pensar que le dije que dejara de ser tan paranoica. No quiero ni pensar a la cantidad de espías que debieron haber atrapado el resto de los chicos.

—Gracias, aunque eso no alcanza con todo lo que han hecho por mí—murmuré.

Debieron de estar todo el día evitando que los espías de Brussard se metieran entre mis cosas, incluso evitaron que se metieran a mi casa. Claro que un gracias es poco, a estos chicos les debo la vida. Si no fuera por ellos, Brussard ya me habría agarrado hace tiempo, si hubiera encontrado los planos, el álbum de fotos... Mi habitación era la evidencia perfecta que él necesitaba para capturarme.

—¿Cómo la estás pasando aquí?—preguntó Noah.

—Pues no paran de decirme lo valiente que soy—dije como si me molestara.

—¿Qué tiene de malo?—preguntó y lo miré de reojo.

—Tú estuviste en la escuela conmigo, sabes que ni siquiera me sé defender—bufé.

—¿Tú crees que Mindy o alguna de esas chicas habría hecho lo que tú hiciste?—me preguntó. Me la pensé un poco y terminé negando con la cabeza—Sólo son chicas malas que te tienen envidia.

—¿Envidia? ¿A mí?—sonreí sarcástica—Te equivocas.

—Comencé a seguirlas luego de notar que te tenían en la mira permanentemente, creí que eran otras infiltradas y terminé metido en un chismorreo de mujeres. Sé que no debería haber escuchado, pero supongo que sí tenía un poquito de curiosidad—rio—Escuché que te odian porque ese tal Adrian gustaba de ti, de ahí venía todo el drama—explicó con una sonrisa de orgullo—Pero no es el único—murmuró.

¿A qué se refería con que Adrian no era el único? Él no se explicó y yo no le pregunté.

—¿Es decir que todo lo que me hicieron fue por Adrian?—pregunté asqueada y él asintió con la cabeza—¿Y tú lo sabías?—fue más una afirmación mezclada con enojo. Él volvió a asentir con la cabeza—¿Y no hiciste nada? Viste cómo me humillaban en los vestidores...

—Alex—me interrumpió—Para cuando yo llegué ese día, ellas ya se habían ido. Y de todos modos no podía acercarme a ti, si nos hubieran visto juntos se arruinaba el plan. Sólo son chicas tontas de secundaria.

—Tienes razón—dije arrepentida—Tu misión era cuidarme de los espías, no de unos adolescentes estúpidos.

—Tú sí puedes defenderte, si no los paras seguirán molestando ¿Qué cosa tan mala podrían hacerte? Sé que está prohibido usar nuestras habilidades cuando no estamos en una misión; pero no pasa nada si las usas al menos una vez para defenderte. No te estoy diciendo que les rompas la cara—sonreí aliviada.

El cielo comenzó a tronar, aún no llovía; pero no faltaba mucho.

—Es mejor que me vaya a casa—dijo Noah mirando el cielo—Esto se pondrá peor.

—Sí, yo ya iré bajando antes de que empiecen a preguntar por mí.

Noah se dirigió a la puerta y se detuvo allí. Luego dio media vuelta y dijo:

—Por cierto, Adrian...—hizo una mueca de asco que me hizo sonreír—Te veo mañana.

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