No me sorprendió en absoluto llegar a mi habitación y encontrarme con Gracie acostada en la cama tapada hasta la frente.
—Ya creí que no llegabas, faltan menos de cinco minutos para el toque de queda y el guardia ya anda revisando las habitaciones—me regañó.
Trataba de disimular un poco mi felicidad; pero me era imposible. No paraba de pensar en lo que había pasado esta noche con Jackson, cuando terminamos y él me sostuvo en sus brazos hasta que tuvimos que separarnos gracias al maldito toque de queda.
—Deja que nos encuentren—dijo Jackson.
—¿Y que Natalie nos asesine cuando sepa que estrenamos su oficina?—reí.
—Corrección, sólo me asesinará a mí. Digamos que a ti sólo te dará un sermón—volvimos a reír.
Jackson me besó la frente y me acompañó hasta mi habitación.
Gracie me pidió que le contara cada detalle de esta noche. Le conté todo sobre la cena, la pizza y la vista. Evité contar algunos detalles. Así eran todas las noches, nos quedábamos charlando un largo rato y luego caíamos dormidas.
—¿Qué sucedió con Noah?—pregunté de repente.
Estaba tan absorta en mi felicidad que había olvidado por completo ese tema.
—Comió con nosotros en la cafetería, Francesco derramó su vaso de leche sobre mí y Jay comenzó a reírse. Me avergoncé tanto que salí corriendo—respondió triste—¿Por qué yo siempre tengo mala suerte?
—¿Eso fue todo?
—¡Ojalá!—se adelantó a responder enfadada—Noah me siguió, dijo que no tenía de qué avergonzarme porque fue un accidente y luego...—hizo una pausa—¡Me besó!—dijo asqueada—¿Cómo se atreve?—se refregaba la boca con sus manos exageradamente.
Negué con mi cabeza a pesar de que ella no podía verme, pobre Noah.
—¿Qué hiciste luego?—pregunté.
—Lo empujé hacia atrás, ¡estaba asqueada! Creí que era buen chico, sólo se burló de mí—suspiró.
Bufé y traté de pensar las palabras adecuadas para explicarle la situación a Gracie.
—Gracie, cuando a un chico le gustas no está mal que él te bese—expliqué un poco dudosa—Noah no se estaba burlando de ti.
—¿Ah no?
—No—dije obvia—Y si él te gusta deberías dejar de ignorarlo.
—¡Ay, Dios! He sido terrible con él.
Dios mío, esta chica no había visto a un chico en su vida. Gracie cayó dormida al instante, yo no podía pegar ojo.
Miré la pared detrás de mi cabeza, debajo de mi cama estaba escondido mi teléfono. Eso es lo que no me permitía dormir, como si el teléfono fuera a explotar en el momento menos pensado. Pienso en ese pobre espía que cayó en las manos de Brussard, tiene las horas contadas y su vida depende de que yo no meta la pata. Con movimientos silenciosos saqué el teléfono de su escondite. A decir verdad, es el peor escondite que se me pudo haber ocurrido. El teléfono estaba apagado, de seguro Jay podría rastrear de dónde provino la llamada. Si quiero su ayuda tenía que ser muy cuidadosa, Brussard vigila cada movimiento que hago.
A la primera hora del amanecer, como es usual, Francesco ya estaba molestando en el pasillo.
—¿Tú corazón sigue allí?—señaló mi pecho.
Lo miré con el ceño fruncido y asentí obvia.
—Sólo preguntaba, tal vez Jackson lo había destrozado y luego se lo había dado a los perros—se encogió de hombros y lo regañé con la mirada.
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El Campamento
Teen FictionAlexandra Crawford no es sólo otra adolescente, trabaja en servicio secreto. Torpe, optimista, osada, vulgar y bromista son algunos de los adjetivos con los que la describen pero hay uno que nadie tiene en cuenta: es astuta. Cuando ella creía qu...