Capítulo 20: Villiers en Penumbras

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—¡Hay que buscar a los demás!—dijo Jackson.

Ambos íbamos corriendo por los pasillos para llegar a las habitaciones a ver cómo estaban los otros chicos. Primero fuimos a ver a Gracie. Abrí desesperada la puerta de la habitación y fui hacia su cama.

—Gracie no está—le dije.

Me dirigí al baño y tampoco estaba allí.

—Hay que ir a ver a los otros—dijo Jackson.

Ninguno estaba en sus habitaciones. Estaba al borde de la desesperación, si algo les pasara, será mi culpa.

—Alex, tranquilízate—Jackson posó ambos brazos en mis hombros para calmarme—Voy a ir a buscarlos y tú ve a buscar a Liz, por favor cuídate.

Ambos nos separamos. Llegué rápidamente a la habitación de Liz, di tres golpes en la puerta y no abría así que me metí. Allí estaba todo desordenado, como si hubiera habido una lucha. Se la llevaron también. Adam ni siquiera estaba en la casa, tampoco Byrnes, se habían ido a una conferencia y volvían mañana. Recorrí toda la casa y estaba vacía, no había rastros de nadie. Me dirigí al teléfono fijo y marqué el número de emergencia para comunicarme con los guardias de la entrada. No sólo habían cortado la luz, sino que también habían cortado el teléfono, no teníamos señal de Internet ni para llamadas en los celulares.

Me encontré a Jackson en el comedor quince minutos después, seguía sólo.

—No están—me informó.

—Tal vez se los llevó al bosque.

—Tal vez Amy sabe dónde está el laboratorio y los escondió ahí para que no los encontremos.

—No, ahí no están—respondí sin dudar.

Jackson me miró extrañado. Era imposible que estuviesen en el laboratorio.

—¿La casa no tiene un sótano?—cambié de tema.

Él se la pensó un poco antes de responder.

—El viejo estudio de Adam está bajo suelo—respondió.

Fuimos escondiéndonos en la oscuridad de los pasillos. Amy podría andar rondando por ahí en busca de nosotros y sólo teníamos el arma de Jackson. Yo sólo cargaba un par de cuchillos, fue lo único que alcancé a sacar. Tuvimos que dar la vuelta a toda la casa para llegar. El estudio se encontraba en la otra punta y para llegar había que entrar a una habitación que tenía cinco puertas, una de las cuales llevaba a otra habitación donde se encontraban las escaleras para bajar al estudio. ¿Cómo es que nunca llegué a esta parte de la casa? Si Jackson no me hubiese guiado, jamás hubiera encontrado el lugar. Bajamos las escaleras, no había luces allí abajo tampoco. Caminamos por un pasillo sin bajar la guardia y llegamos a una puerta metálica. Quise abrirla; pero Jackson se interpuso y me colocó detrás de él. Puso su mano en la manija y la fue abriendo lentamente. De la habitación salía una luz tenue, muy bajita. Sentimos gemidos salir de ella. Jackson abrió la puerta rápido y nos encontramos con todos los demás chicos allí, Liz incluida, encadenados alrededor de una columna y con las bocas tapadas con trapos.

Jackson escondió su arma antes de que la vieran y yo entré corriendo a la habitación. Amy no estaba allí. Al que primero le saqué el trapo fue a Francesco.

—Fran ¿Qué sucedió?

Jackson les iba destapando la boca a los demás. Paige y Abby estaban llorando.

—Alguien vino, nos tapó la boca, nos sacó de nuestras camas y nos arrastró hasta aquí—explicó rápido.

—¿Quién? ¿Vieron quién fue?—preguntó Jackson.

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