Capítulo 57: Despedida Familiar

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Recién me dieron el alta a la tarde. La cirugía ya no me dolía tanto pero aún así tenía que moverme con mucho cuidado para que no se me saltara ningún punto.

Todos los Dentolini habían venido desde Italia para reencontrarse con Francesco. Natalie los mantuvo al tanto de la situación todo el tiempo y la policía de Italia los estuvo protegiendo de cualquier otro posible ataque de Brussard.

La Sra. Dentolini era una mujer rechoncha y testaruda, alguien a quien no se puede molestar demasiado o podría sacarse de quicio—algo que Fran nunca ha terminado de entender—pero su carácter cambiaba con sus hijas, a quienes trataba con total dulzura, supongo que eran más tranquilas—El Sr. Dentolini era todo lo contrario, era pura sonrisa como Fran, parecía hacerle gracia las cosas que hacía su hijo, sólo que reprimía la risa cuando su esposa le largaba una mirada severa. Sin embargo, toda la felicidad que parecía tener la familia Dentolini se esfumó cuando preguntaron dónde se encontraba Gracie.

Gracie era como una hija para los Dentolini, la parte francesa de la familia. La noticia los agarró en seco, no había manera sutil de decirlo. Francesco se desmoronó en un llanto al que se le sumaron más llantos.

Durante la noche velaron los cuerpos de todos los fallecidos en la lucha contra Brussard. Charlize St. Clair fue la primera en llegar, vestía como reina y la prensa la atacó en la entrada del velatorio. Todo el mundo quería conocer más detalles sobre la historia de Adam, por lo que más tarde, Liz haría un documental. Perder a su hermano fue muy duro para ella pero así es como pudo Liz continuar con su vida. Tengo un punto de vista muy duro acerca de la muerte de Adam, algo que la antigua yo jamás hubiera pensado. Antes de que Adam se mudara a vivir con ella, Liz era una persona muy social, hacía fiestas en su casa, asistía a innumerables reuniones de la más alta sociedad de Inglaterra, nunca ha estado casada, aunque sí ha tenido varios novios de apellidos de renombre. Pero luego se convirtió en esclava de la locura de Adam y simplemente dejó de vivir. Ahora podrá retomar su vida, a pesar de que no será lo mismo sin la persona a la que más quería en este mundo.

El padre de Gracie llegó muy tarde y con prisa. No se parecía en nada a ella. El Sr. Dumont miró a la gente de su alrededor con un aire despectivo y se acercó al cajón de su hija mirándola seriamente sin derramar una lágrima. A pesar de lo duro que se veía, la Señora Dentolini no se molestó en disimular su mirada de desprecio hacia el hombre.

—¿Por qué no llora, mamá?—preguntó Rosella, la más pequeña de los Dentolini, señalando al señor Dumont.

—¡Qué va a llorar ese!—respondió bruscamente la Sra. Dentolini—Nunca se molestó en hacerse cargo de su hija.

—Gina...—el señor Dentolini miró seriamente a su esposa pidiendo más discreción.

—Al menos vino—dijo Francesco en un suspiro—Gracie siempre decía que su padre no asistía a nada.

El funeral fue a la mañana siguiente. Había demasiada gente como para encontrar a alguien.

Se hablaba del caso Brussard por todo el mundo, aparecían testigos que habían estado escondidos, gente desaparecida, incluso la familia de Joseph Cranston salió a hablar. Se destaparon muchas cosas, apresaron a cómplices y se habló del atraco a la prisión diciendo que el único miembro identificado fue Albert Greenberg, quien pasó a la lista de los atracadores más famosos de la historia al entrar a uno de los lugares con más trampas mortales del mundo. Del resto de nosotros no se habló, para no revelar nuestra identidad de espías. Gracias a la información que Adam nos dejó pudieron encontrar la Quinta Sección debajo de los calabozos, justo debajo de la celda en la que Beck estaba. Entrar ahí tomó tiempo, estaba sumamente protegida, más que los calabozos en sí.

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