Capítulo 55: Un Paso Adelante

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Una vez, en clase, un profesor nos preguntó si éramos felices. Nadie levantó la mano. En mi caso iba a hacerlo pero mi mano volvió a pegarse sobre la madera de mi pupitre. Pues en ese momento me puse a pensar en mi vida, mis padres estaban divorciados, me costaba la escuela, tenía que hacer un duro entrenamiento porque tuve el destino de nacer con padres espías. Eso implicaba no tener redes sociales, no tener tiempo libre, no tener muchos amigos y estar cuidándome la espalda la mayoría del tiempo. Y luego me pregunté ¿soy feliz realmente si ni siquiera puedo tener una vida normal? Pero luego me quedé pensando el resto del día en mi pregunta y supuse que en algún momento de la vida me iba a sentir realmente feliz y en otros no, pero todo dependía de cómo yo lo tomara. Pues llegué a la conclusión de que no es ahora cuando decidimos si fuimos felices o no, sino al final de nuestra vida, cuando estamos por dar nuestro último respiro. Ahí es cuando lo sabemos.

Así fue justo como me sentí antes de perder la consciencia debido a la cantidad de sangre que había perdido. Tuve suerte, la bala no dañó ningún órgano pero aún así tuve que luchar por vivir. Sabía que todavía no era el momento de morir, tenía asuntos pendientes. Necesitaba hablar con mi mamá, pedirle perdón por ocultarle toda esta situación, que fue por su bien. Pero más que nada, descubrí que Adam no asesinó a Brussard sin antes asegurarse de que su nombre quedara manchado por el resto de la historia.

Abrí los ojos de golpe, como cuando despiertas de una pesadilla. La habitación del hospital me recordaba a aquella habitación en la que una vez me colé vestida de enfermera para visitar a Jay en coma. Este recuerdo me hizo creer que había vuelto a Nueva York, mi hogar. Me puse triste por un momento porque eso significaría que todos mis amigos estaban muy lejos ahora mismo. Distinguí a lo lejos una imagen de la reina, jamás había estado tan feliz de ver a esa mujer, pues supe que seguía en Inglaterra.

Me recosté con dificultad sobre el cabezal de la cama, tenía vendado el lugar donde la bala había dado. No había notado que los costados de mi cama estaban llenos de globos y peluches, sobre la mesita de luz había algunas cartas apiladas. Las recogí y comencé a leerlas una por una.

La primera era de Lucas y Bill: "Feliz Navidad" fruncí el ceño y abrí la carta para leer su contenido, inmediatamente comenzó a sonar una canción navideña "Lo sentimos, no habían tarjetas que dijeran ¡Sánate pronto de tu herida de bala! Pero espero que éstos Santa Claus te animen—Bill. PD: Jackson está de mejor humor desde que llegaste aquí, ¡Por favor, vive!" "Un pajarito me contó que adoras los peluches, espero que te guste (el blanco que está sobre la silla a tu derecha)—Lucas"

Observé a mi derecha y vi un unicornio blanco con un cuerno multicolor de más o menos un metro y medio donde habían atado los globos. Ya me imagino a Sam, mi hermano más pequeño, montándolo.

La segunda carta era de Noah, era un papel amarillo sin brillos ni un Santa Claus parlante pero la caligrafía era mejor: "Alex, no hace mucho nos conocemos pero en poco tiempo lograste hacerte querer. Me gustaría que siguiéramos siendo amigos—Noah. PD: Lucas y Bill olvidaron una calibre 38 dentro del unicornio (no preguntes cómo) No dejes que nadie toque el peluche, gracias"

"Prometimos que íbamos a superar esto juntos. No quiero perder otra amiga—Fran. PD: mira la pizza sonriente que te regalé" Era un almohadón con forma de pizza que tenía una sonrisa hecha de pepperoni. Un regalo original, debí imaginarme que sería de Francesco.

"No soy bueno escribiendo ni expresándome pero tenías razón, eres mi única amiga y la persona más genial que he conocido—Beck"

"Sé que empezamos con el pie izquierdo pero eres insoportablemente... agradable. Recupérate pronto—Jay"

Me sorprendió no encontrar una carta de Jackson ni nada que avisara que era de él, tal vez prefería dármelo en persona.

Natalie entró en la habitación con su usual uniforme y su cabello castaño rojizo recogido en una media cola, las puntas le caían en bucles. Venía con una gran sonrisa en su cara.

—Veo que alguien ya despertó—dijo con voz dulce—¿Cómo te sientes?

—Bastante adolorida; pero estas cartas me alegraron el día—sonreí.

Natalie se acercó a mí y me tocó la frente para comprobar si no tenía fiebre. Luego negó con su cabeza.

—Es por los puntos que tienes en la herida, no puedes hacer fuerza—respondió y se quedó contemplando todos los peluches y demás regalos que había en la habitación—Los chicos te quieren mucho—sonrió.

Natalie se acercó al unicornio y traté de distraerla antes de que pudiera encontrar la supuesta calibre 38 de Lucas y Bill.

—¿Y mi familia?—pregunté, mi tono de voz fue más fuerte de lo que esperaba, al menos sirvió para distraerla.

Natalie volteó otra vez hacia mí y se sentó en la punta de la cama.

—Peter ya está bien, ayer mismo le dieron el alta...

—¿Ayer?—la interrumpí y miré la hora y el calendario.

Era Sábado 13 de Diciembre, nueve de la mañana, habían pasado más de doce horas desde que salvamos a Peter y Stephanie.

—Sí, te operaron ayer por la tarde y dormiste hasta hoy—explicó Natalie.

¡La mermelada! Eso era lo que yo había descubierto.

—¡La mermelada!—exclamé—Adam dejó algo allí dentro—dije preocupada.

Natalie sonrió orgullosa.

—Lo sabemos. Jackson nos dijo que le habías nombrado una mermelada antes de desmayarte. Luego la buscó, abrió el frasco y se encontró con una bolsa plástica que contenía un chip dentro—explicó.

—¡Eran los archivos!—estaba tan feliz que hice un movimiento que me dio una punzada en la herida y tuve que volver a recostarme.

El día en que fui a visitar a Adam a Villiers, él me dijo que había escondido los archivos debajo del suelo de la habitación secreta. Más tarde, me llevó a la cocina y me entregó el frasco de mermelada hecha por su hermana Liz mientras le daba tiempo a Brussard a que robara los archivos originales. Pero Adam, siempre un paso adelante, había hecho una copia de los archivos y las colocó en un chip que escondió dentro de un frasco de deliciosa mermelada de frambuesa. Mientras Brussard creía haber ganado, Adam saboreaba su venganza.

Es una lástima haber perdido los originales; pero Adam ya tenía planeado asesinar a Brussard así que el contenido de los archivos ya no era tan importante con el delincuente muerto. Por eso mismo, en el chip no sólo colocó una copia de los archivos sino que colocó videos recientes sobre los crímenes de Brussard, cuando contrató a Amy para asesinar a Jason, un video confidencial de los interrogatorios violentos que le hacían a Beck dentro de los calabozos, había grabaciones de sus llamadas telefónicas como cuando mandó a lastimar a Jay. No sólo eso, fotos de cada una de las personas que trabajaron para él, algunas fotos eran tomadas en la escena del crimen, como cuando secuestraron a Peter y a Stephanie. Ahora, gracias a St. Clair, todas esas personas están bajo arresto y serán procesadas.

Adam siempre estuvo detrás de todo, fingiendo ser una persona inestable que tiene que estar al cuidado de su hermana todo el tiempo. Pues así es, cada genio tiene su locura y Adam St. Clair era un claro ejemplo de esto.

—Yo también ansiaba con mi alma ver a Brussard tras las rejas—suspiró Natalie—Pero es mejor así. Brussard era peligroso estando en libertad o estando en una prisión, así ya no va a poder hacer daño a nadie más.

Al demonio hay que mandarlo al infierno para que deje de molestar fueron exactas las palabras de Adam. Él ya sabía cómo iba a terminar todo. Tenía razón, Brussard tenía muchas influencias. Incluso podría haberme mandado a matar estando dentro de la prisión. Ahora tengo la certeza de que no me tocará mí ni a mi familia ni amigos nunca más.

—Parece que Adam supo eso antes que nosotros—suspiré.

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