Una cena puede llegar a ser todo lo formal que se pueda, un lindo salón, vestidos elegantes, comida fina, pero cuando llega la hora del baile, toda la formalidad queda en el olvido. Toman alcohol como si fuera el último día de sus vidas, me parecía tan ilógico. Yo nunca había tomado alcohol porque simplemente no me llamaba la atención. Eso siempre fue un motivo para que me dejaran de lado en la escuela.
La fiesta de Sarah no era la excepción a esto. El lugar era enorme y parecía una discoteca por las luces geniales. Apenas entré creí que la iba a pasar mal, pero Steph estuvo conmigo toda la noche y era divertido estar con ella. Había olvidado lo divertido que salir podía ser, me sentía normal por primera vez en mucho tiempo haciendo cosas de adolescente normal. También me sentía que encajaba, algo que no suelo sentir cuando estoy en la escuela.
Bailaba con Stephanie y otros chicos simpáticos que se nos acercaron, eran amigos de ella. Vislumbré a Adrian entre la multitud, él dejó de bailar y se quedó mirándome, yo seguí bailando sin darle mucha importancia; pero sentía su mirada a veces. Stephanie me tomó del brazo y me llevó hacia un costado para poder hablarme en privado.
—¿Es mi idea o Adrian te ha observado toda la noche?—preguntó entusiasmada.
Me encogí de hombros mostrándome indiferente.
—Es uno de los chicos más lindos de la escuela y está allí sentado solo—señaló, a través del ventanal, el jardín del lugar. Adrian estaba sentado en el banco junto a la fuente—Aprovecha ahora para acercarte a él.
—No lo sé—contesté insegura—No quiero nada por ahora.
—Es momento de que te olvides de Jackson, eso ya es historia antigua—su tono de voz fue muy duro.
—No es por Jackson, es sólo que...
—A ver—me interrumpió—Hasta hace unos meses no te interesaban lo chicos y te enamoraste de un inglés mujeriego que tiene un apasionado amor por sí mismo y por su saxofón y, para agregarle algo más, es espía. ¿Y me dices que no te interesa un chico lindo que tiene corazón y es normal? ¡¿Qué demonios sucede contigo?! No creí que te gustaran los chicos malos.
—No me gustan los chicos malos...¡Jackson no es malo!—la contradije—Iré con Adrian, para que veas que ya superé por completo a Jackson
—¿Ah si?—me retó con la mirada.
—Observa y arrepiéntete—dije moviendo la cabeza.
Salí al jardín y me acerqué lentamente a Adrian. ¿Qué se supone que le tengo que decir?: "He notado que me has estado mirando toda la maldita noche y ahora vienes y te haces el chico solitario para que yo me acerque ¿Por qué no te acercas tú, cobarde?" Eso podría sonar un poco grotesco. Comenzaba a arrepentirme, yo nunca había hecho esto y ahora no tenía idea de qué hacer. Cuando llegué hacia el asiento, él levantó la vista y fue como si se me hubiera quedado mirándolo cien años.
—¿Puedo sentarme?—señalé el asiento en el que él estaba sentado. Debo tener rojas hasta las orejas.
—Por supuesto—me hizo lugar y tomé asiento a su lado.
Él tenía la piel trigueña, el cabello castaño claro y los ojos marrones. Era alto y se notaba que pasaba varias horas en el gimnasio, la mayoría lo consideraba lindo.
—No sabía que venías hoy—comentó con una sonrisa.
—Bueno, aquí estoy—sonreí incómoda.
¿Cuándo se terminará esto? Se hizo un silencio incómodo entre nosotros. Creo que él quiere decir algo.
—Estás muy linda—dijo al fin.
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El Campamento
Teen FictionAlexandra Crawford no es sólo otra adolescente, trabaja en servicio secreto. Torpe, optimista, osada, vulgar y bromista son algunos de los adjetivos con los que la describen pero hay uno que nadie tiene en cuenta: es astuta. Cuando ella creía qu...