Al parecer mi aspecto no era el adecuado para ir a Villiers, sino Brussard no me hubiera contratado a alguien para que me vistiera y me enseñara modales.
Justine y Chris eran los encargados de destruir por completo mi persona y asignarme una nueva personalidad.
Me enojaba que Brussard hiciera esto, no había nada malo conmigo.
Lancé el cuchillo con rabia sobre el muro de lanzamiento. Solía venir aquí cada vez que me enojaba, últimamente venía tan seguido que terminé siendo la alumna con mejor puntería.
-¿Qué se supone que estás haciendo?-preguntó Justine colocándose frente a mí con las manos sobre su cintura. Al ver que tenía un cuchillo preparado en mi mano, se apartó de ahí. Me encogí de hombros y dejé el cuchillo en su lugar-¡Así no se comporta una dama! Acompáñame.
-Agradezca que no lancé el cuchillo-susurré. Ella volteó hacia mí con cara de demonio y me miré las uñas como si nada.
Justine me estrujó, me tuvo cuatro horas haciéndome practicar mi forma de sentarme, de hablar correctamente porque según ella mi forma de hablar era grotesca, de saludar y luego me enseñó los cubiertos que tenía que usar en la mesa. A Chris parecía hacerle mucha gracia verme sufrir.
Eso ya me parecía exagerado, mi forma de hablar, bueno, podría delatarme que venía de un barrio bajo, pero no creo que todos ahí se conozcan los cubiertos que tenían que usar para cada comida.
-Si van a comer pescado ¿qué tenedor usarás?-preguntó Justine.
-¡El que tenga dientes, esto es ridículo!-exclamé irritada. De la nada comencé a reír de lo que yo misma había dicho. Ellos me lanzaron una mirada severa, a lo que tuve que parar de reír. Miré los tenedores y señalé uno al azar.
-¡Bien, al fin!-exclamó Justine feliz.
Una vez que terminamos ahí, Chris me llevó a arreglarme. Mientras él buscaba la ropa, me quedé mirándome a un espejo de cuerpo completo. No veía nada malo conmigo, mi mamá me llevaba a comprar ropa y comprábamos lo que podíamos. Estaba al tanto de que yo no era muy aliñada, mi cabello era una mezcla entre ondulado y lacio, depende del día, aunque la mayoría de los días era un desastre; me gustaba delinearme los ojos de negro y varias de las prendas que tenía puestas eran de mi mamá, así que me quedaban un poco grande. Yo no era tan femenina como Stephanie, siempre envidié su forma de vestirse y ponerse bonita.
-Brussard me dio la tarea de elegirte ropa nueva, el dinero que me dieron no sirvió para mucho, pero conseguí cosas bastante interesantes en un armario de la Torre-explicó Chris apareciendo con una bolsa llena de ropa-Creo que es ropa perteneciente a misiones anteriores, ahora veremos cómo te queda.
Abrí la bolsa y me encontré con sweaters, camisetas de polo, camisas de verano, shorts de tela, alguna que otra falda, varios vestidos y enteritos cortos. Era toda ropa muy delicada y femenina, ya que todo era de colores claros.
-¡Voy a parecer una vieja con esta ropa!-observé-Además ¿qué tiene de malo mi ropa?
-Esto es más decente-chilló Chris con su voz afeminada. Creo que él era más mujer que yo.
-Yo soy muy decente, imbécil-espeté. Tal vez me hubiera salido mejor si no lo hubiera insultado. Ya estaba harta de este hombre.
No podía mirar más su pelo, estaba tan bañado en gel que se me empañaban los ojos con solo verlo. Además llevaba puesta una camisa turquesa que parecía que en cualquier momento iba a explotar.
Supongo que los pantalones rallados y lo jeans rasgados no eran del agrado de este hombre.
-También haremos algo con ese cabello, debe haber alguna forma de bajarle un poco el volumen-prosiguió Chris haciéndole caso omiso a mi insulto. Supongo que ninguno de los dos quería vérselas con Brussard-Y dile adiós a esos ojos negros.
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El Campamento
Teen FictionAlexandra Crawford no es sólo otra adolescente, trabaja en servicio secreto. Torpe, optimista, osada, vulgar y bromista son algunos de los adjetivos con los que la describen pero hay uno que nadie tiene en cuenta: es astuta. Cuando ella creía qu...