Capítulo 40: Italia (Parte 2)

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Luego de que Francesco se encargara de su hermana seguimos corriendo hacia la salida. Cuando noté que Francesco nos estaba guiando otra vez hacia el restaurante, nos detuve.

—Fran ¿Hay otra salida?—le pregunté.

Él asintió con la cabeza y tomamos otro camino. Rodeamos el restaurante por un pasillo trasero hasta llegar a un callejón ubicado a la vuelta de la entrada principal.

Necesitábamos llegar hacia donde dejamos el avión, lo cual quedaba lejos de aquí.

—Aguarden aquí—dijo Noah y se acercó sigilosamente a la entrada del callejón.

Noah miraba cauteloso hacia la calle con una mano metida en su saco, donde tenía sus armas. Luego se sacó la mano del saco y volteó hacia nosotros.

—Están ahí—informó—Hay como cuatro. Están revisando el lugar, no podremos quedarnos mucho tiempo.

—Hay que distraerlos—dije.

Noah se quedó pensando y luego asintió con su cabeza.

—Saldré ahí, si digo "vengan por mí", salen corriendo hacia allá—dijo Noah y señaló la dirección contraria a los tipos de Brussard—pero si digo "linda noche", se quedan aquí y me esperan.

No entendía mucho qué era lo que pretendía hacer, pero decidí confiar en él de todos modos. Noah salió del callejón, me agaché al suelo para mirar por detrás de la pared. Él caminaba tambaleándose hacia los tipos cuando chocó intencionalmente con uno de ellos. Él hombre lo empujó enojado.

—¿Qué te pasa, tarado?—le gritó el hombre.

—Dishfruto de la noshe—dijo Noah como borracho.

Sonreí al escucharlo hablar así. Mientras tanto, el hombre trataba de ignorarlo para no llamar la atención.

—¿Shierto shicos?—dijo a los otros.

Los hombres seguían ignorándolo. Entonces Noah empujó a uno de ellos y casi lo tiró al suelo. El hombre reincorporó su postura y lo miró furioso.

—Desháganse de él antes de que nos traiga problemas—ordenó el que parecía ser el jefe.

—¿A quién le dishes problema?—lo empujó Noah—¿Quieresh pelear?—volvió a empujarlo.

Ahora sí, los cuatro hombres se le pusieron encima. Sentí miedo por Noah, era mucho más pequeño que todos esos hombres.

—Vengan por mí—les gritó Noah comenzando a correr, llevando a los hombres a la dirección contraria a la nuestra.

Apenas oí la frase, tomé a Gracie y Francesco y salimos corriendo hacia la dirección opuesta lo más rápido que podía llevarlos.

—¡Escapan!—gritó uno de los hombres que nos había visto y avisó a los otros tres.

Seguimos corriendo por las oscuras calles, los hombres nos pisaban los pies. Veía faroles pasar como estrellas fugaces a mi alrededor, la calle era de piedra y eran angostas, no pasaba ningún auto, lógico, deben ser como las dos de la mañana. No era así como esperaba conocer Italia.
Recuerdo cuando Mindy me molestaba preguntándome qué hice el Viernes por la noche y luego se reía y decía que era una antisocial. Tenía ganas de golpearla, pero ahora sólo la escucharé hablar y me reiré mentalmente. Mis Viernes tienen más acción que los de ella.

—¡Alex!—chilló Gracie, quien se había tropezado con una baldosa suelta.

Me volví para ayudarla; pero uno de los hombres la tomó por los hombros y me la arrebató. Los otros tres sacaron sus armas y saqué la mía a la par de ellos. Miré hacia todas partes en busca de Noah.

El CampamentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora