Siempre había mantenido cierta distancia con él, el simple echo de estar cerca de su presencia me hacía estremecer.
Pero hoy no estaría lejos, de hecho estaría en su celda, cerca de él. Más cerca de lo que quisiera. Su madre, mi reina, Frigga, me ha pedido que le lleve algunos libros. Él ama leer, al igual que yo.
Estar enamorada de un hombre que puso en peligro cientos de vidas, no es aconsejable.
—Toma. Estos son todos. Solo déjalos en su cama y sal. A decir verdad no creo que quiera hablar con nadie —Frigga me veía con esa compasión que la caracteriza. —Está bien —tomé todos los libros y salí de la gran habitación.
Caminaba por los largos pasillos del palacio. Era verdaderamente hermoso.
Al llegar a la celda, cientos de las criaturas que habían atentado contra Asgard, me miraban como si fuera un pedazo de carne que en cualquier momento podrían comer. Los gritos de hicieron presentes.
—¡Acaso no se puede tener algo de silencio en este maldito lugar, estupidas criaturas sin cerebro! —la voz de Loki resonó por encima de los gritos, todos callaron.
Llegue y el estaba sentado en el suelo, su espalda contra la pared.
—Es realmente deprimente que ya ni siquiera la que se hizo llamar mi madre tenga tiempo para mí. Ja —me miro y se levantó. Me hizo sentir pequeña.
Abrí la celda con el código y entre.
—Estos libros te los manda ella. Está enferma. Es por eso que no pudo presentarse —puse los libros sobre la cama y me giré hacia él.
Estaba justo detrás de mi. Su rostro estaba a centímetros del mío. Una sonrisa se formó en sus labios.
—A decir verdad. Ver un rostro así de lindo de vez en cuando, me haría bien. Y también hago lectura por las noches...por si quieres traer más... —sonrió más ampliamente y se alejó, se sentó en la cama— Adiós ... —oh mi nombre, el no sabía mi nombre. —T/n —sonreí nerviosa.
Me giré y volví a abrir la celda, cerró detrás de mi. Y volví a caminar hacia él palacio.
Loki...simplemente...asombroso.
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