Peter tomó tu mano, la apretó tres veces intentando decir que te amaba sin realmente pronunciar una palabra. Sonreíste ante tal gesto.
—También te amo —susurraste. Él te sonrió y volvió a prestar atención a la película. —Dame un beso —pidió, su mano se posó en tu muslo haciéndote saltar. Traías un vestido negro lo que hacía más fácil el acceso de Peter a tu feminidad. —Aquí no —le dijiste tratando de no llamar la atención.
Él sonrió pícaro y su fría mano se metió debajo del vestido, mordiste tu labio inferior inconscientemente, agradeciendo que estuvieran hasta la última fila y no hubiera tanta gente en la sala de cine.
—No es la primera vez que lo haríamos en un lugar público —afirmó para acariciarte por encima de tus bragas, soltaste un leve gemido que él acalló con un beso. —Peter, no —volviste a pedir y el negó, con sus dedos hizo a un lado la braga, volvió a acariciarte, saltaste de nuevo tratando de mantener la cordura.— Mierda —dijiste cuando sentiste que un dedo entró en ti, sus labios volvieron a chocar con los tuyos. Metió otro dedo y te aferraste al asiento. —¿Te gusta? —preguntó aún haciendo movimientos con sus dedos en ti. Los movía cada vez más rápido.
La humedad de tu centro era cada vez mayor, curveo sus dedos dando especial cuidado a ese parche de piel que tanto te hacía perder la cabeza, con su pulgar estímulaba tu clitoris.
—Ajá... —pronunciaste tratando de no gemir fuerte.
Peter sonrió. Cerraste tus ojos y tapaste tu boca, llegando al orgasmo. Peter volvió a besarte.
—Prestemos atención a la película —sacó sus dedos y los lamió, mordiste tus labios y te acercaste a besarlo. —Vamos al baño, no me gusta la película —pediste y el asintió.
Tomó tu mano y salieron corriendo de la sala, en pocos segundos ya estaban en el baño.
—Cierra —te dijo, así lo hiciste.
Te levantó poniendo tus piernas en su torso, te acercó a los lavabos, te sentaste y abriste tus piernas. Él quitó tus bragas y tú lo ayudaste a desabrochar su pantalón, bajo su bóxer.
Entró en ti con fuerza y gemiste ante tal acción. Sus manos se aferraron tu cadera y las tuyas a sus hombros.
—¿Así?— preguntó mientras entraba de nuevo con lentitud. —Más rápido —pediste y el asintió, volvió a entrar con fuerza y rapidez.
Dejaba marcas en tu cuello y tú mordías su hombro. Sus respiraciones se hicieron más irregulares, una capa de sudor los cubría.
—Oh, Peter —dijiste en su oído cuando tus paredes se contrajeron y tus piernas se tensaron indicando que habías llegado al orgasmo. —¡T/n! —gritó cuando llegó al orgasmo. Se quedaron así por algunos minutos, se miraron y rieron— Traviesa —dijo antes de besarte.
Le sonreíste mientras volvía acomodar su ropa. Antes de que ambos salieran lo tomaste por el cuello y lo besaste.
—Te amo —dijiste. —Te amo —respondió.
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