Imagina: Desde hace ya varios meses le traes ganas a Charles, en especial cuando te mira y sonríe de esa manera picara que tanto te gusta, eres una buena alumna pero estás dispuesta a reprobar su materia solo por tener clases privadas con él.
—Te veré en mi oficina, en dos horas, no es posible que repruebes —te dio una mirada de regaño y se fue. Tu plan había funcionado.
Fuiste a tu cuarto y te pusiste un conjunto azul, un vestido rojo y unos tacones negros.
Tocaste la puerta.
—Adelante —indica.
Entraste y Charles te miro de pies a cabeza, sonreíste y te acercaste a su escritorio, te inclinaste sobre este dejando que el escote de tu vestido dejara ver el sostén azul. Charles no pudo evitar mirar.
—He sido una alumna...muy mala —subiste tus piernas al escritorio, quedando a gatas sobre el.
Charles no te quitaba la mirada de encima, sus ojos de un tono azul índigo indicaban que estaba excitado.
—T/n...yo... —dice con la voz entrecortada.
No lo dejaste terminar, lo besaste, el té siguió el beso, se levantó y te acomodo para que quedaras de espaldas a él.
Bajo el cierre del vestido, te lo quitaste y escuchaste como se quitaba su camisa y sus pantalones. Acaricio tu espalda y tomo tus caderas, sentiste su miembro erecto en tu trasero, gemiste. Te tomo por el pelo y acercó tu cuello a su boca, succionó, dejando marcas rojas en el.
Desabrocho tu sostén y después bajó tus bragas. Acaricio tus caderas, entro en ti en una fuerte embestida, gemiste, te enderezaste un poco y él tomó uno de tus pechos en su mano y jugaba con tu pezon, entraba y salía de ti, tus paredes se contraían, escuchabas sus gemidos en tu oído.
Entro más fuerte, sostenía tu cintura para hacer las embestidas más profundas, sentías como tú mundo se comenzaba a nublar.
—¡Oh, dios mío! —gritaste. —Shhh...alguien podría escuchar —dijo con voz ronca.
Salió de ti y te dio la vuelta, separó tus piernas y se volvió a introducir lento dentro de ti.
—Quiero ver tu cara cuando te corras —sonrió con picardía.
Las embestidas fueron más fuertes y profundas, tus paredes se contraían deliciosamente alrededor de su miembro.
—¡Charles! —pronunciaste en un ahogado gemido.
Charles sonrío y después llegó al orgasmo. Cayó sobre ti, acariciabas su cabeza.
—Te reprobare más seguido —levantó la mirada, reíste y lo besaste.
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