Imagina: Tony y tú llevan 1 año saliendo, hoy era su aniversario y el había preparado algo muy especial para ambos.
—No te destapes los ojos, ¡eh! —advirtió. —No lo haré —dijiste con una sonrisa.
Escuchaste como el auto se detuvo.
—Espera —dijo.
Tony abrió su puerta y escuchaste sus pasos sobre hojas secas.
—Baja con cuidado —tomó tu mano y te ayudo.
Volviste a escuchar como las hojas secas tronaban debajo de tus tacones.
—Falta poco— asegura.
Tony entrelazaba tú mano con la de él. Caminaron unos metros y se detuvieron.
—¿Ya? —preguntaste con desesperación. —Si —Tony te ayudo a quitar la venda.
Tus ojos se adaptaban a la luz. Frente a ti estaba hermosa casa, 2 pisos y echa de ladrillo rojo, volteaste a ver a Tony.
—Había pensado en regalarte un auto pero tú no eres ese tipo de chica, y hace unos días veíamos una película, la pareja se va a vivir a lejos de la ciudad y viven felices para siempre, yo quiero eso contigo.
Lo miraste y te acercaste a el, tus manos recorrieron su barba y pasaste tu pulgar por su labio inferior, inclinaste tu cabeza y lo besaste. Él te tomo por la cintura y bajo sus manos para apretar tu trasero. Te cargo, pusiste tus piernas alrededor de su torso y camino hasta la entrada de la casa.
Sus labios seguían unidos, te bajaste para apreciar la casa, era de 2 pisos pero realmente grande, el vestíbulo era hermoso, las escaleras estaban a tu derecha. Los labios de Tony succionaron tu cuello.
—Vamos a ver la habitación principal —propusiste seductora, él sonrió. Tomaste su mano y subieron juntos.
La casa tenía 5 cuartos y el principal estaba al final del pasillo. Una puerta de madera oscura estaba frente a ti, giraste el picaporte, entraron, una cama con sábanas blancas y pétalos rojos los esperaba. Giraste hacia Tony, él te miro y sonrío, se acercó a ti, sus dedos recorrieron tus hombros y luego sus manos recorrieron tu espalda, tomó el cierre del vestido azul, lo bajaba con lentitud, estabas ansiosa de él.
—Eres...perfecta —terminó de bajar el cierre y tú comenzaste a quitar su saco, desabrochabas su camisa.
Te miro, tomó el vestido por los tirantes y lo bajo, se hincó frente a ti para que salieras de el. Una lencería roja posaba en tu cuerpo, sonrió de lado, subió acariciando tus piernas.
—Mi color favorito.
Sonreíste y tocaste su abdomen desnudo, tus manos bajaron hasta su cinturón, lo quitaste y también sus pantalones, un bóxer negro era lo único que cubría a Tony.
Mientras te besaba caminaban hacia la cama, caíste en ella y él se encimo en ti, y sin dejar caer su todo su peso, comenzó a besar tu clavícula, te levantaste un poco para que quitara tu sostén, lo quito y lo tiró en algún lugar de la habitación. Tomo uno de tus pechos y pasó su lengua por tu pezon, masajeaba el otro.
Curveaste tu espalda.
Hizo un camino de besos por todo tu abdomen hasta llegar a tu braga con su dedo recorrió las costuras, metió su mano y comenzó a mover sus dedos en forma circular, gemías ante tal contacto. Se detuvo y se levanto, quito tu braga.
Hizo que separaras las piernas, las puso en sus hombros y acercó su boca a tu clitoris, podías sentir su respiración, dio una lamida y después otra, su lengua viajaba por tus pliegues y tus manos sostenían su cabeza, tus caderas se movían. Metió un dedo en ti y comenzó a hacer movimientos constantes dentro de ti, sentías como se formaba un nudo bastante conocido en tu vientre bajo y te corriste. Tony te miro y sonrío.
—Y eso es solo el principio —asegura.
Quito sus bóxers y se acercó a ti de nuevo, con su miembro erecto recorre tu sexo, lo necesitabas dentro de ti pero se estaba tomando su tiempo, sigue con su juego y se agacha para alcanzar tus labios.
Entro en ti y sentiste como tus paredes se contraían alrededor de su miembro. Tony gimió y comenzó a moverse, lento. —Joder, te sientes tan bien —sonríes ante sus palabras.
Se inclinó un poco sobre ti y te beso, las embestidas se hicieron más rápidas. Te tomo por las caderas lo que hizo que fuera más profundo, te enderezaste para poder besarlo, sonrío. Sentiste como tus paredes se contrajeron aún más, tu mundo se detuvo y te corriste por segunda vez. Tony grito tu nombre y se relajó.
—Tony... —dijiste mientras él se acostaba a tu lado. —También te amo —sonrió y con su brazo derecho te acercó a él, recargaste tu cabeza en su pecho. —Podría hacer esto todas las noches, llegar aquí y hacerte el amor —aseguró mientras tú sonreías. —Espero que así sea —levantaste un poco tu cabeza y lo besaste, te besaba lento y profundo. —Así será —te sonrío y te volviste a acostar en su pecho.
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