—Hey —escuchaste detrás de ti. —Danny —pronunciaste nerviosa, no te gustaba que te viera entrenar, te cohibía. —¿Ya terminaste? —te pregunto acercándose más a ti. Negaste y él sonrió.— Bueno, porque ahora vamos a hacer mucho entrenamiento. —¿Ah sí? —sonreíste más y tus mejillas se tornaron color carmesí.
Él asintió y te tomó por la cintura, te acercó más a él, sentías su respiración en tu rostro, no resististe más y lo besaste, él te siguió, su lengua exploraba tu boca.
Hacia mucho que estaban juntos pero esta era la primera vez que se portaba así. Sus manos quitaron el sostén deportivo que usabas, se arrodilló y quitó tus shorts, sus manos recorrieron tus muslos y tomó los bordes de tus panties para bajarlas, estabas completamente desnuda frente a él.
—Hermosa —susurró mientras te acariciaba el cuerpo.
Quitaste su playera y después su pantalón, te hincaste para quitar sus bóxers, te paraste no sin antes tocar su miembro y hacer que gimiera. Pronto te cargo y te pego contra la pared, enrollaste tus piernas en su torso y te embistió con fuerza, tus paredes se contrajeron alrededor de él, tu nombre salió de su boca como un jadeo mientras se aferraba tus caderas. Mientras gemías a su oído él hacía los movimientos más rápidos y profundos. Una fina capa de sudor cubría a ambos, el deseo invadió su mente.
Danny atrapó tu boca en un beso salvaje, y en cuestión de segundos ambos llegaron a un ruidoso y exhaustivo orgasmo. Lo besaste antes de bajar de su torso.
—Deberíamos repetir este entrenamiento diario —sugirió divertido a lo que tú solo respondiste con un beso.
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