Marvel One Shots

Steve Rogers

Título: No hopes
⚠️: Smut

Hacia mucho que tú y Steve no hablaban, la situación en la que se encontraban y los constantes contratiempos los habían hecho alejarse el uno del otro por mucho tiempo. Y como si de un tremendo dolor se tratase el verlo cerca de Sharon te hacía replantearte todo lo que una vez habías creído que el sentía por ti.

—¿En que piensas? —preguntó Wanda mientras te miraba con intriga.
—En Steve —respondiste.

Lo mirabas a lo lejos mientras el hablaba con la agente 13. Ella tocaba sus brazos y él sonreía, y en ese momento no supiste que hacer, sentiste un inmenso pesar en tu corazón.

—¿Siguen juntos? —Wanda preguntó con precaución en su voz y sus ojos clavados en ti.
—No lo sé —y era en enserio, no sabias que estaba pasando entre ustedes.— Estoy cansada de huir— afirmaste—, siento que cada día que huimos pierdo un poco más de la poca cordura que me queda —bajaste la mirada.
—Estaremos bien —Wanda te abrazó y aún así no pudiste evitar sentirte mal.
—¿Estás bien? —escuchaste la voz de Steve y te separaste de Wanda quien te miraba esperando que le dijeras algo pero no podías.
—Estoy de maravilla —respondiste.— ¿nos vamos? —preguntaste y él te miró confundido.

Wanda lo miró y Steve a ella, tú simplemente te alejaste.

[***]

—T/n.

Escuchaste que te llamaban, sentiste un escalofrío recorrer tu cuerpo. Angustia y dolor era lo único que sentías. Sentiste tu cuerpo pesado y las lágrimas bajaban por tu rostro. Tocaron la puerta y fue entonces cuando te diste cuenta de lo sola que te encontrabas, que en ese momento ya no había nadie en quien pudieras confiar.

—¿T/n? —era Nat—. ¿Estás bien?
—Sí —respondiste.— Ve a dormir. Yo haré lo mismo.

Sabías que Nat estaba preocupada pero no podías simplemente decirle que estabas destrozada por el hecho de que Steve ya ni siquiera te mirara, parecerías una adolescente después de una ruptura.

Escuchaste sus pasos alejarse de la puerta y finalmente te volviste a acostar. Abriste un cajón del buró a tu lado y sacaste una botella de vodka que habías guardado todo ese tiempo, te sentaste en el borde de la cama y comenzaste a beber.

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—Hora de desayunar —Sam gritó un poco y su voz traspaso la puerta y tu despertaste de golpe.

Tomaste la botella que estaba en el buró, aún tenía whiskey así que bebiste un poco, tratando de aferrarte al liquido que raspaba tu garganta, aferrarte como si de una promesa se tratase.

Era medio día y tu ya estabas embriagada, la habitación daba vueltas y en ese lugar, en su situación no era una buena idea estar en este estado. Pasaron algunos minutos y volviste a escuchar que tocaban la puerta.

—¿T/n? —está vez era Steve.

Tu corazón se aceleró y bebiste lo último que quedaba en la botella, como si el líquido fuera la fortaleza que te hacía falta.

—Tienes que comer algo. Mañana salimos muy temprano —dice en tono neutro.

No querías responder, no podías, habías estado llorando y en ese momento volvías a sentir como las lágrimas caían por tus mejillas.

—Vamos, t/n.
—Nunca me había sentido tan mal —te sinceraste  mientras te recargabas en la puerta.— No hemos hablado desde esa noche.

Sabías que habías dicho algo que cambiaba todo, te arriesgaste y sentiste que habías arruinado todo.

—Te vi con ella y nunca te había visto tan cómodo. Creí que yo sería tu para siempre pero me equivoqué.
—Ábreme, por favor —pidió.
—Tal vez algún día me ames y te des cuenta de lo mucho que yo te amo —las lágrimas ya caían al suelo
—Lo siento —su voz entrecortada, no imaginabas estar una noche más sin el.— Yo fui un idiota pero es que no quiero que te ilusiones, no quiero que creas que algún día podremos andar por la calle de la mano. Porque probablemente no pueda ser así.

Abriste la puerta y lo viste, estaba usando unos jeans y un suéter negro. Sus ojos estaban rojos.

—No quiero estar sin ti —confesaste y él te miró. Sonrío de lado.— tampoco quiero que me prometas algo que no puedas cumplir —entró y cerró la puerta.
—Siempre cumplo mis promesas —respondió.

Te tomó por la cintura y te pegó contra su pecho, te besó con necesidad, sus labios reclamando al otro, sus mano aferradas a tu cintura, tus brazos en su cuello.

—¿Y esa botella?— preguntó divertido.
—Valor liquido —respondiste y volvió a besarte.

Te cargo y tu enrollaste tus piernas en su torso, te pegó contra la pared y comenzó a besar tu cuello, su barba te picaba y te hacía reír. Sus besos se volvieron más salvajes y te llevo hasta la cama.

—Te amo.

Lo miraste sorprendida pues esa confesión había causado que se distanciaran hace unas semanas. Te sonreía mientras te miraba, mordiste tu labio inferior.

—Te amo —respondiste y el volvió a besarte.

Y en ese momento harías todo lo que te pidiera, si te sigue amando con esa intensidad, estabas a su merced.

Sus manos quitaron cada una de tus prendas y lo mismo hiciste con él, quedaron desnudos en la cama admirando el cuerpo del otro; sintiendo como la habitación se llenaba de deseo.

Te coloca debajo de él, sus manos recorren tus curvas y se agacha para besarte, sus labios hacen un camino hasta tu vientre, con su rodilla abre tus piernas, te mira y sus ojos solo reflejan deseo. Se hunde en ti de una manera exquisita y te aferras a las sabanas. Toma tus caderas para entrar más profundo y gritas un poco, te sonríe.

Él está al mando y ama tener el control, los movimientos se hacen más fuertes, se agacha para besarte mientras sigue con las embestidas, su aliento caliente encima de tu cuello y sientes que pierdes la razón con cada movimiento. Te sostienes de él, gimes en su oído y sigue entrando y saliendo de ti. Gruñe cuando está a punto de venirse, sus labios encuentran los tuyos y ambos explotan en un orgasmo.

—Sinceramente no hay nadie como tú —sonríe.
—Tal vez deberías dejarte esa barba para siempre —ríe y te besa cortamente.
—Lo siento —dice y acaricia tu mejilla.
—Steve, ya no me pidas perdón, solo quiero que intentes que esto funcione. Que ambos luchemos por lo que hemos estado creando. Yo voy a luchar por esto.
—Yo también, quiero que funcione.
—Algún día volveremos a caminar de la mano por la calle, sin miedo —lo besas.— estoy segura de eso.
—Me gusta tu optimismo, amor.

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